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Chapter 35 - CAPITULO 35

Quetzulkan no sabía cómo proceder. Pensó en huir con Zoe, pero no quiso hacerlo. Sabía que si huía, no solo se vería como un cobarde, sino que permitiría la muerte de miles cuando él podría hacer algo para evitarlo. La resolución se formó en su mente mientras una idea surgía. La criatura parecía seguir canalizando su poder y respondía a los ataques de Quetzulkan.

Entonces, Quetzulkan cargó contra la criatura, pero en lugar de atacarla, la levantó con todas sus fuerzas. La criatura, tan pesada como se veía, puso a Quetzulkan en un aprieto, pero sin rendirse, el dragón usó todo su poder para elevarla consigo. Con esfuerzo titánico, Quetzulkan se elevó hacia el cielo, sin detenerse, ascendiendo más allá de las nubes y las alturas conocidas.

A medida que se acercaba a la atmósfera, Quetzulkan empezó a sentir el frío extremo y la falta de oxígeno. Su cuerpo, siempre adaptativo, comenzó a cambiar. Su piel se endureció contra el frío, similar a las regiones más frías del Freljord, y sus pulmones evolucionaron para dejar de necesitar oxígeno. El proceso de evolución fue repentino y doloroso, pero Quetzulkan no se detuvo.

 

Finalmente, Quetzulkan logró salir de la atmósfera, pero sintió que aún no era suficiente. Intentó volar en el vacío del espacio, pero sin aire, sus alas no le servían. Entonces, Quetzulkan usó portales para moverse, y funcionó. La criatura seguía acumulando poder, y al darse cuenta de su alejamiento del planeta, empezó a atacar a Quetzulkan con fiereza.

La lucha en el espacio era casi cómica. Ambos, Quetzulkan y la criatura, flotaban sin control, moviéndose torpemente. La criatura intentó golpear a Quetzulkan, pero solo giraba en su propio eje, incapaz de encontrar estabilidad. Viendo esto, Quetzulkan tuvo una idea. Usando portales para moverse cerca de la criatura, golpeó con fuerza, mandándola a flotar rápidamente hacia la nada.

Por un momento, Quetzulkan olvidó la inminente explosión. Pero cuando recordó, se alejó rápidamente y esperó. Pasó el tiempo, y la criatura no explotó ni hizo nada. Desconcertado, Quetzulkan intentó percibir la magia que la criatura estaba acumulando, pero no sintió nada.

Entonces, detectó algo mucho más aterrador. Una inmensa presencia mágica, tan vasta que parecía infinita. Esta magia venía de todas partes, como si el poder estuviera en el mismo espacio que lo rodeaba. Fue entonces cuando la criatura, flotando sin rumbo, chocó contra algo invisible. En ese momento, Quetzulkan sintió un impulso de arrodillarse y adorar lo que fuera que se estaba revelando.

Entonces apareció. Una figura titánica, un dragón de magnitudes inimaginables. Su cuerpo se extendía sin fin, y Quetzulkan, perplejo, solo pudo mirar con asombro al magnífico ser. El dragón observó a Quetzulkan con curiosidad, y después de un momento, habló:

"Veo a un descendiente, alguien de mi propia especie," dijo con una voz que resonaba a través del vacío del espacio.

Quetzulkan, atónito y sintiendo una mezcla de respeto y temor, se presentó. "Soy Quetzulkan, un vastaya."

El dragón titánico sonrió, una expresión llena de poder y sabiduría. "Yo soy Aurelion Sol, el creador de estrellas y señor de los cielos. Has demostrado un valor notable, joven vastaya. Dime, ¿qué haces aquí en el vacío del cosmos, enfrentándote a una criatura del Vacío?"

Quetzulkan explicó rápidamente la situación, describiendo la visión de destrucción total y su desesperado intento por salvar su mundo. Aurelion Sol escuchó con atención, su enorme cuerpo moviéndose lentamente mientras absorbía cada palabra. Cuando Quetzulkan terminó, el gran dragón habló de nuevo.

"Has hecho bien en traerla aquí," dijo Aurelion Sol, su voz grave y resonante. "Esta criatura no pertenece a este universo, y su destrucción aquí no afectará tu mundo." Con un simple gesto de su garra, Aurelion Sol desintegró a la criatura del Vacío, reduciéndola a polvo cósmico.

Quetzulkan sintió una mezcla de alivio y admiración. Sabía que estaba en presencia de una entidad mucho más poderosa de lo que jamás podría imaginar. Aurelion Sol continuó hablando, ofreciendo sabiduría y enseñanzas a Quetzulkan sobre el cosmos, la magia y el equilibrio de los mundos.

Con cada palabra del gran dragón, Quetzulkan sentía cómo su comprensión del universo se expandía. Aprendió sobre los peligros y maravillas del cosmos, y sobre el papel de los seres poderosos como Aurelion Sol en mantener el equilibrio.

Finalmente, Aurelion Sol le dio una última enseñanza antes de despedirse. "Recuerda, Quetzulkan, el poder verdadero no solo reside en la fuerza bruta o la magia. Está en la sabiduría de saber cuándo y cómo usarlo, y en el valor para enfrentar lo desconocido."

Con esas palabras, Aurelion Sol se desvaneció en el espacio, dejando a Quetzulkan flotando en el vacío.

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Mientras tanto, en la superficie del planeta, Zoe observaba a lo lejos cómo Quetzulkan se llevaba a la criatura hacia el vacío, alejándola del planeta. A pesar de la distancia, confiaba plenamente en su marido y continuaba ayudando a los habitantes de la Ciudad del Sol y a los demás guerreros que luchaban contra las fuerzas del Vacío.

El campo de batalla se complicaba más con la aparición de portales recién creados que traían más refuerzos del Vacío. Zoe y Azir intentaron destruir algunos de estos portales con magia a distancia, ayudados por otros magos. Sin embargo, solo lograron destruir unos pocos antes de que los chacales del Vacío, criaturas capaces de usar magia, comenzaran a defender los portales. Ni siquiera el poderoso emperador Azir pudo hacer mucho ante esta nueva amenaza.

Zoe sabía que con su poder podría destruir fácilmente los portales protegidos, pero estaba atrapada por un trauma que surgió después de recibir la visión del futuro. En esa visión, había visto que, al desatar todo su poder, mataba a quien más amaba. Los recuerdos de esa visión eran tan vívidos y reales que la habían marcado profundamente, paralizándola y evitando que utilizara todo su potencial.

En medio de su conflicto interno, Zoe recordó a Quetzulkan, su amado. Pensó en cómo siempre había estado a su lado, apoyándola y brindándole amor incondicional. Reflexionó sobre la valentía de Quetzulkan, cómo él había superado su pasado y había enfrentado sus propios miedos. Inspirada por su ejemplo, Zoe se alentó a sí misma, convencida de que, si Quetzulkan podía superar sus traumas, ella también podría hacerlo. Imaginó cómo él la felicitaría y la llenaría de amor al saber que había superado sus miedos.

Con una nueva determinación nacida del amor y el coraje, Zoe decidió enfrentar su trauma. El amor que sentía por Quetzulkan y la inspiración que encontró en su valentía le dieron la fuerza necesaria para superar sus miedos. Zoe desató todo su poder, destruyendo sin esfuerzo varios portales del Vacío. Los magos a su alrededor observaron con sorpresa y admiración, mientras el emperador Azir murmuraba palabras de alabanza sobre su divinidad.

La marea de la batalla cambió cuando el Vacío dejó de recibir refuerzos. Los guerreros humanos, con la moral renovada, comenzaron a ganar terreno rápidamente. La victoria se volvía cada vez más segura, y pronto, la humanidad ganó la guerra contra el Vacío. Gritos de alegría resonaron y todos empezaron a celebrar su triunfo.

Sin embargo, mientras celebraban, la tierra tembló. De debajo de la tierra emergió una colosal figura del Vacío, una criatura imponente y aterradora. Detrás de ella, llegaron muchas otras criaturas similares, aunque más pequeñas. Los soldados, exhaustos pero resueltos, se prepararon para otra batalla.

De repente, algo cayó del cielo, aplastando a la criatura colosal del Vacío. Quetzulkan había regresado, más fuerte que nunca, con los conocimientos y poderes otorgados por su ancestro, Aurelion Sol. Con su ayuda, la victoria fue rápida y decisiva. Quetzulkan destrozó y eliminó a todos los enemigos que habían llegado solo para encontrar su muerte.

Con todos los enemigos derrotados, se llevó a cabo una celebración grandiosa. La ciudad se llenó de alegría y agradecimiento. La gente cantaba y bailaba, celebrando no solo la victoria, sino también la valentía y el sacrificio de aquellos que habían luchado. Zoe y Quetzulkan, ahora más unidos que nunca, disfrutaron de la celebración, sabiendo que juntos, podían enfrentar cualquier desafío.

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