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Chapter 3 - Capitulo 3:No Queria Confundirte...

Nicole entró al aula con las mejillas encendidas.

Alex la había acompañado hasta la puerta, como si fuera lo más normal del mundo. Como si no supiera que eso, para ella, era como una escena de película.

Y aunque no se dijeron mucho, el gesto bastó para que Nicole llegara al salón con el corazón a mil.

—¡Pareces un tomate! —le dijo una compañera, entre risas.

—¡Mírala! Está más roja que mi cartuchera —agregó otra.

Nicole no supo qué decir. Solo bajó la cabeza y se dejó caer sobre su mesa, con la frente apoyada en los brazos.

Le iba a decir que me encanta… pensó.

Pero no lo hizo.

No se atrevió.

Y ahora no podía dejar de pensar en eso.

El profesor entró con su voz fuerte de siempre:

—¡Buenos días, chicos!

Nicole, que ya estaba al borde del colapso emocional, se sobresaltó tanto que soltó un pequeño grito.

Todos se giraron a mirarla.

Ella, con la cara aún más roja, se tapó la cara con las manos y levantó una de ellas para saludar al profesor, sin despegar la frente del pupitre.

—¿Estás bien? —le preguntó Michelle, desde el asiento de al lado.

Nicole no respondió.

No quería hablar.

No quería pensar en Michelle.

Solo quería entender qué le estaba pasando.

Cuando llegó la hora de escribir, Nicole seguía sonrojada, aunque un poco menos.

Pero sus manos temblaban.

Tomó el lápiz, escribió una palabra, la miró, la borró.

Volvió a escribir.

Volvió a borrar.

Otra vez.

Y otra.

Hasta que se hartó.

Se levantó y fue hasta el escritorio del profesor.

—¿Puedo ir al baño?

El profesor asintió sin preguntar nada.

Nicole salió con pasos rápidos, como si necesitara escapar de sí misma.

En el baño, se lavó la cara con agua fría.

Después las manos, que estaban manchadas de grafito.

Se miró en el espejo.

No se reconocía.

Se sentó en una esquina, abrazando sus rodillas.

¿Qué tiene de especial?

¿Por qué no puedo dejar de pensar en él?

¿Por qué me hace esto?

No estaba llorando.

Pero sentía una presión en el pecho, como si su corazón estuviera atrapado en una caja muy pequeña.

Y lo peor…

es que no era tristeza.

Era enojo.

Con él.

Con ella.

Con todo.

No quiero que me guste… pero me gusta.

Y no sé cómo parar esto.

Después de unos minutos en el baño, Nicole se levantó.

Se miró en el espejo, se acomodó el cabello y respiró hondo.

Estoy así… pero también puedo estudiar, pensó.

Volvió al aula con pasos más firmes.

Se sentó en su mesa, menos temblorosa, y tomó el lápiz.

Esta vez, escribió sin borrar.

La letra no era perfecta, pero era suya.

Y cuando terminó la clase, se sintió aliada.

Como si hubiera ganado una batalla silenciosa.

—Nicole —dijo el profesor, llamándola desde el escritorio—. Muy excelente tu trabajo hoy.

Nicole se quedó quieta un segundo.

Después sonrió.

Y rió.

Por un momento, se olvidó de Alex, del temblor, de todo.

Llegó la hora del almuerzo.

Nicole se sentó con sus amigas: Ernestina, Joselin, Angelina… y Hengely, que se había unido al grupo.

Comieron entre risas, comentarios sobre tareas y chismes del recreo.

Cuando terminaron, Nicole se dirigió sola a los columpios.

Se sentó en uno, balanceándose apenas, esperando.

Y como si el universo la escuchara, Alex apareció.

—Hola —dijo él, con su tono tranquilo.

Nicole, aunque encantada de volver a hablar con él, respondió con una mueca:

—Hola… tú muy molesto.

Alex se rió.

—¿Molesto yo? ¿Por qué?

—Porque sí —dijo ella, mirando al frente, pero con una sonrisa escondida.

Alex se sentó a su lado, sin insistir.

Le habló como siempre, como si nada hubiera cambiado.

Nicole le respondía mirándolo de reojo, con una coquetería que ni ella sabía que tenía.

Alex notó algo.

Cada gesto, cada palabra de Nicole…

Le recordaban a alguien enamorada.

Pero decidió ignorarlo.

No quería pensar en eso.

Nicole, en un momento, lo miró con curiosidad.

—¿Por qué me empezaste a hablar a mí? —preguntó, bajando la voz.

Alex la miró sin dudar.

—Porque me caes muy bien.

Y porque eres muy tierna.

Nicole se sonrojó.

Miró a otro lado.

—Estúpido…

Alex se rió.

—¿Eso fue un agradecimiento?

—Fue lo que salió —dijo ella, aún sin mirarlo.

—Bueno, entonces… de nada.

Nicole lo miró de nuevo, esta vez más directo.

—¿Y no pensaste que yo podía… confundirme?

Alex se quedó en silencio un momento.

—Sí.

Pero también pensé que no hablarte sería más feo.

Y no quiero que te sientas sola.

Nicole bajó la mirada.

El columpio se movía apenas.

El viento era suave.

—No estoy sola —dijo ella—. Pero contigo… es diferente.

Alex sonrió, sin decir nada.

El timbre sonó.

Y como si fuera parte de su rutina, él se levantó y le ofreció la mano.

—Vamos, te llevo.

Nicole aceptó.

Caminaron juntos hasta el aula.

Y mientras entraba, pensó:

Mi corazón eligió a la persona correcta.

Nicole ya no hablaba tanto con Michelle.

No porque le molestara… sino porque hablar con Alex se había vuelto su momento favorito.

Y aunque no lo decía, lo esperaba.

Lo buscaba con la mirada.

Lo pensaba más de lo que quería admitir.

Cuando terminó la clase, volvió a casa con el corazón inquieto.

Se paró frente al espejo, se arregló el pelo, las pestañas.

Mientras lo hacía, hablaba sola.

—¿Será que alguien está enamorado de mí?

Pero se respondió enseguida:

—No… soy muy tímida. Nadie quiere a alguien como yo.

Como dijo Shantell.

Se puso triste.

Pero también se aferró a una idea:

Tal vez Alex sí… tal vez él sí me ve.

Terminó de arreglarse.

Se miró una vez más.

Y aunque se veía linda, no había nadie que se lo dijera.

Y eso dolía más de lo que pensaba.

Al día siguiente, Nicole estaba desesperada por hablar con él.

El tiempo pasaba lento.

Cada minuto sin verlo se sentía eterno.

Cuando por fin llegó el recreo, se sentó esperando.

Alex apareció, pero algo era distinto.

Él la saludó, le habló… pero no se quedó.

Se fue con un amigo.

Nicole se quedó quieta.

Fue a buscar a Julieta.

Hablaron un rato, hasta que el amigo de Alex llamó a Julieta.

Nicole se quedó sola, esperando.

Cuando Julieta volvió, le dijo:

—Alex me mandó a decirte que… que no está enamorado de ti.

Nicole se congeló.

Pero sonrió.

Y dijo:

—Está bien. A mí no me gustaba.

Julieta asintió, sin notar que Nicole estaba mintiendo.

Por dentro, Nicole pensaba:

Nadie me quiere.

Durante el almuerzo, se quedó en el aula.

No tenía hambre.

No tenía ganas de hablar.

Solo quería estar sola.

Cuando llegó a casa, se tiró en la cama.

Miró el techo.

No lloró.

Pero sintió ese vacío que no se llena con palabras.

Y pensó:

Tal vez nunca le gustaré a nadie.

Tal vez nunca encontraré el amor.

Fin del Capitulo 3

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