(Perspectiva de Alex)
🌅 Mañana en casa
Alex se despertĂł con la garganta seca y la cabeza pesada.
IntentĂł incorporarse, pero el cuerpo no le respondĂa.
Su madre entrĂł al cuarto con una expresiĂłn preocupada.
—Tenés fiebre. No vas a ir al colegio hoy.
—Estoy bien… —murmurĂł Alex, aunque sabĂa que no era cierto.
Su padre apareció detrás con una taza de té.
—No discutas. Hoy descansás.
Alex suspirĂł.
MirĂł su celular.
PensĂł en Nicole.
En el recreo.
En lo que habĂan hablado anoche.
No quiero que piense que la estoy ignorando.
EscribiĂł un mensaje con los dedos temblorosos.
Alex:
PerdĂłn, Nicole.
Hoy no voy a poder hablar en el recreo.
Me enfermé.
Lo siento mucho.
Lo enviĂł.
Y cerrĂł los ojos.
🕰️ DĂa lento
Las horas pasaron lentas.
Alex dormĂa a ratos, se despertaba con la voz de sus padres entrando y saliendo del cuarto.
—¿Querés sopa?
—¿Te pongo hielo en la frente?
—¿Tomaste el té?
Todo le parecĂa borroso.
Pero habĂa algo que no se borraba:
el recuerdo de Nicole sentada frente a Ă©l, con esa sonrisa tĂmida.
El mensaje que le habĂa escrito la noche anterior.
La forma en que le dijo "me importás".
¿Por qué me importa tanto?
¿Por qué me siento mal por no verla hoy?
🚪La visita inesperada
Cerca de las cinco de la tarde, su madre entrĂł con una sonrisa distinta.
—Alex… te vinieron a visitar.
Él abrió los ojos, confundido.
—¿Quién?
—Una chica. Muy dulce.
La puerta se abriĂł.
Y ahĂ estaba ella.
Nicole.
Con una bolsa en la mano.
Y una mirada que lo desarmĂł.
—Hola —dijo ella.
Alex se incorporĂł como pudo.
—Hola… ¿qué hacés acá?
—Perdón por las molestias.
Te traje esto. Son medicamentos… para ayudarte.
Alex la mirĂł.
Y por primera vez en el dĂa, sonriĂł de verdad.
—Gracias.
En serio.
Sos muy dulce.
—¿Puedo quedarme un rato?
—Claro. Sentate donde quieras.
Nicole se sentĂł en la silla cerca de la cama.
Alex la mirĂł y soltĂł una broma.
—Parecés una acosadora.
Nicole lo fulminĂł con la mirada.
—Estúpido.
Ambos rieron.
Pero luego Nicole se puso seria.
—Me preocupé por vos.
Le pedĂ tu direcciĂłn a tu abuelo.
Alex se acomodĂł en la almohada.
—No pasa nada.
SeguĂ siendo asĂ de amable.
Es muy bueno.
—Eso mismo me dijo él.
—No se lo creo —bromeó Alex.
Nicole mirĂł alrededor.
—Tu habitación es linda.
—Gracias. Aunque está hecha un desastre hoy.
Conversaron un poco más.
Nada profundo.
Solo palabras suaves, miradas que decĂan más que las frases.
Nicole mirĂł la hora.
Ya era momento de volver.
Se levantĂł despacio.
—Me tengo que ir.
Alex la mirĂł.
—Gracias por venir.
Nicole sonriĂł.
—Gracias por dejarme quedarme.
La puerta se cerrĂł.
Nicole ya se habĂa ido.
Alex se quedó mirando el techo, con el corazón latiendo más rápido de lo normal.
¿Por qué me siento as�
¿Por qué me dolió que se fuera?
¿Por qué me dan ganas de volver a verla ya?
Sus padres entraron al cuarto con una taza de té y una sonrisa cómplice.
—¡Qué linda chica! —dijo su mamá, dejando el té en la mesa.
—Se ven muy lindos juntos —agregó su papá, guiñándole un ojo.
Alex se tapó con la sábana hasta la nariz.
—No digan pavadas…
Pero no podĂa dejar de sonreĂr.
CerrĂł los ojos.
Y en ese silencio tibio, lo admitiĂł para sĂ mismo:
—Creo que… estoy empezando a sentir algo por ella.
