Ficool

Chapter 34 - Ruido en las Redes

El lunes comenzó como cualquier otro día… o al menos eso pensaba Kenji cuando entró al instituto. El problema fue que, apenas cruzó el portón, se encontró con una multitud aglomerada alrededor del tablón de anuncios. No era por exámenes, ni por algún evento escolar importante. Era por él.

—¡Mira, es Kenji-senpai! ¡Es igual que en el video!—¡Kenji, firma esto! ¡Por favor!—¿Es cierto que estás saliendo con Sakura-chan? ¡Dinos la verdad!

Kenji parpadeó varias veces, sin comprender del todo qué demonios estaba pasando, hasta que Marin apareció de la nada con su móvil en la mano, sonriendo como la productora de un reality show.

—¡Kenji! ¡Eres trending número uno en la prefectura! ¡Mi video explotó! ¡500.000 vistas en dos días! —dijo, agitando el teléfono frente a su cara.

Kenji se lo arrebató y miró la pantalla. Ahí estaba él, junto a Sakura en la tienda de música, sonriendo como si acabara de filmar un comercial romántico. El título: "¿Nueva pareja en Katagiri? ¡Kenji y la musa misteriosa!"

—¡Marin! —gruñó, con la voz baja pero cargada de furia contenida—. ¿Qué demonios hiciste?

—Nada ilegal —respondió ella, encogiéndose de hombros—. Solo compartí la verdad. ¡Mira los comentarios! "Qué lindos se ven", "Kenji-senpai es perfecto", "¿Cuándo es el primer álbum?". ¡Nos aman!

Kenji masajeó sus sienes, sintiendo cómo le dolía la cabeza antes del primer timbre.

—Esto… se va a salir de control.

El aula estaba igual de caótica. Marin entró como una reina, saludando a todos con besos al aire mientras sacaba un cartel gigante que decía: "¡Próxima estrella: Kenji Hori!". Iura, por supuesto, se sumó al show, repartiendo stickers con el logo improvisado de la banda y gritando:

—¡Ishihoriwa Records recluta corazones!

Sawada, sentada en su pupitre, observaba la escena con los brazos cruzados y una expresión imposible de leer. Kenji dejó caer la mochila sobre la mesa y se sentó con un suspiro largo. Sakura, en cambio, parecía al borde del colapso: su rostro estaba rojo como una manzana mientras intentaba explicarle a medio salón que no estaba saliendo con él.

Kenji la miró y sintió una punzada de culpa. Esto no era justo para ella.

Cuando sonó el timbre, escapó al pasillo con la esperanza de tener un momento de paz, pero, por supuesto, Marin lo interceptó como un misil guiado.

—¡Plan de emergencia! —dijo, arrastrándolo literalmente hacia la azotea—. Tenemos que capitalizar la fama antes de que muera.

—¿Capitalizar? ¿En serio estás hablando de marketing después de arruinar mi vida social? —gruñó Kenji, soltándose del agarre.

Marin sonrió con esa inocencia falsa que solo ella podía fingir.

—Vamos, Kenji, piensa en positivo. Si jugamos bien nuestras cartas, ¡esto puede catapultar a la banda! ¡Incluso podemos conseguir un lugar en el festival escolar!

Kenji se cruzó de brazos, evaluando la idea. Un festival no sonaba mal. Era un buen escenario para mostrar su música… pero no quería que pareciera que estaban vendiendo un romance que ni siquiera existía.

—Está bien —dijo finalmente, con voz firme—. Pero pon esto claro en todas partes: no estoy saliendo con nadie.

—Claro, claro… —respondió Marin, desviando la mirada con una sonrisa pícara que no prometía nada bueno.

El rumor, sin embargo, ya era imparable. Durante el almuerzo, Kenji decidió buscar un lugar tranquilo para respirar, lejos de los ojos curiosos. Caminó hacia la terraza trasera, donde el ruido del patio se apagaba entre las paredes. Para su sorpresa, encontró a Sawada apoyada contra la baranda, con el viento jugando con su cabello.

—¿Huyendo de tus fans? —preguntó sin girarse, como si supiera que él aparecería.

Kenji sonrió con cansancio, acercándose a su lado.

—¿Cómo lo adivinaste?

—Porque si recibiera tantos chocolates y cartas como tú esta mañana, también estaría aquí arriba —respondió ella con sarcasmo, aunque había algo más en su voz.

Kenji la miró de reojo. Había un brillo extraño en sus ojos, uno que no correspondía del todo a la burla habitual.

—¿Estás molesta? —preguntó, directo.

Sawada arqueó una ceja.

—¿Por qué lo estaría? No soy yo la que aparece en videos virales con música de fondo cursi.

Kenji rió suavemente, apoyando los codos en la baranda.

—Sabes que no pedí nada de esto.

—Pero te gusta la atención, ¿verdad? —dijo ella, girando para mirarlo, su tono cargado de algo que no supo definir.

Kenji sostuvo su mirada por un largo segundo, sin apartarse.

—Me gusta tocar. Me gusta cantar. Eso es todo.

Sawada lo observó en silencio, hasta que finalmente suspiró y volvió la vista al cielo.

—Pues espero que eso no cambie. Porque si empiezas a actuar como estrella de reality… dejaré la banda.

Kenji la miró con seriedad, notando que lo decía en serio. Y por alguna razón, esa idea le pesó más de lo que esperaba.

—No voy a cambiar, Sawada —dijo finalmente, con voz firme—. Te lo prometo.

Ella lo miró una vez más, y en sus labios apareció una sonrisa mínima, casi imperceptible, antes de girar para irse.

—Más te vale, Hori.

Kenji la siguió con la mirada mientras desaparecía tras la puerta. No supo por qué, pero su corazón latía más rápido que antes.

Por la tarde, cuando llegó a casa, encontró a Marin en la puerta con una libreta llena de garabatos y una expresión digna de un estratega militar.

—¡Operación Dominio Total comienza ahora! —anunció, entrando como si fuera su casa—. He planeado un calendario de publicaciones, un logo renovado y… ¡escucha esto! ¡Nos invitaron a tocar en el evento cultural de la ciudad dentro de dos semanas!

Kenji se quedó congelado.

—¿Qué? ¿Cómo conseguiste eso tan rápido?

—Fácil: redes sociales, bebé. ¡Las vistas llaman la atención, y las marcas aman lo viral! —respondió Marin, lanzándole un folleto con el logo del evento.

Kenji lo tomó, sintiendo cómo su mente procesaba la magnitud de lo que acababa de pasar. Esto ya no era solo un juego entre amigos. Era real. Y venía más rápido de lo que esperaba.

Mientras Marin seguía hablando sobre outfits y hashtags, Kenji se apoyó en la pared, mirando el cielo por la ventana. El sueño con el dios volvió a su mente, como un eco lejano.

"El lienzo está listo. La pintura depende de ti."

Sonrió, con el corazón latiendo con fuerza.

—Supongo que es hora de empezar a pintar.

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