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Chapter 8 - Capitulo 5: Historias de viejos héroes

"Antes de ser dioses , fuimos hermanos de espada. Antes de proteger un destino… vivimos uno propio."

>> Llegada a la aldea de Miriandur<<

Tras unas horas de travesía descendiendo por los Cielos Altos, el grupo llegó a los límites de los Cielos Menores, donde la magia cobraba mas papel, y la vida se abría paso entre polvo, madera y esfuerzo.

El pueblo de Miriandur los recibió con el canto de campanas humildes y el aroma de pan recién horneado. Los tejados estaban cubiertos por musgo luminoso, y los niños jugaban con ilusiones mágicas de bajo nivel, riendo entre callejuelas de piedra.

Zodiark, aún adormecido, fue llevado en los hombros por Alexander a una posada vieja pero encantadora: "La Estrella del Alba". Allí, una mujer anciana, de apariencia rústica y ojos brillantes, los reconoció al instante.

—¡Zeus, Yatma…! ¡Y ese cubo gigante de hierro andante! —rió.

—¡Neriel! —exclamó Zeus, abriéndole los brazos—. ¿Aún no te jubilaste de cuidar posadas, corazón?

—¡Y tú aún no te jubilas de ser molesto! —contestó ella, abrazándolo.

Zodiark fue dejado a descansar en la habitación más protegida con hechizos de calma, mientras los tres mentores partían rumbo al viejo Gremio de los Primeros Ecos cercano de la posada.

>> El Gremio de los Primeros Ecos<<

El gremio era un edificio majestuoso cubierto de raíces cristalinas y banderas antiguas, con un vitral en la entrada que mostraba a seis héroes sosteniendo el equilibrio del mundo. Tres de ellos eran fácilmente reconocibles: Alexander, Yatma y Zeus. Pero otros dos… llevaban tiempo sin ser vistos.

En la entrada, un angel demonio, samurái de ojos rojos y katana negra esperaba, sentado con una caña de pescar dentro de un balde vacío. 

—Ya era hora… —murmuró con voz rasposa—. Casi me hago monje esperando.

—¡Rykamaru! —gritó Zeus—. ¡Sigues pescando en cubos vacíos, angel loco!

—¡Y tú sigues gritando como si el cielo fuera tuyo! —respondió él, levantándose. Sus movimientos eran felinos, y su armadura samurái aún conservaba sangre de viejos enemigos.

De pronto, las puertas del gremio se abrieron solas, con una ráfaga de luz dorada.

—Pensé que nunca volverían —dijo una voz melodiosa, firme, y absolutamente inolvidable.

Allí estaba ella: Seraphiel, su antigua compañera y capitana de su antiguo grupo. Su presencia aún dominaba la sala como un eclipse. Su espada sagrada colgaba en su espalda, y su cabello rubio flotaba como fuego bajo el sol. Sus ojos azules, más sabios que nunca, se posaron en sus antiguos compañeros.

—¿Qué hacen los dioses en este plano de simpleza?

—Traemos a un niño… que será más que un dios. —dijo Yatma, firme.

Seraphiel bajó la mirada.

—¿Zodiark…?

>>Flashback – "Antes de la divinidad"<<

Recuerdos de "Zeus"

Antes de los templos, hubo tabernas. Antes del brillo divino, nuestras botas pisaban barro y huesos. Éramos un equipo."Éramos los Héroes de la Potestad de los cielos."

Recuerdos de "Alexander"

"Yo no siempre fui esto. Fui un alma atrapada en un artefacto de guerra antiguo. Seraphiel me dio un propósito… y una promesa de redención."

siglos atras, un joven Zeus, un Alexander destructor de vidas , una Yatma desbordante de juventud, un (angel demonio) samurái llamado Rykamaru y la valiente Seraphiel conformaban una compañía de élite. Su misión: contener las brechas entre cielos e infiernos, enfrentar horrores cósmicos y algunas deidades malvadas.

En un momento clave de sus aventuras, estos se enfrentaron a varias bestias del vacío y seres que ningún ser podría imaginar. Vieron dolores, muertes y sangre, sudor y lagrimas. luchando sin piedad con el fin de proteger a los mas débiles del cosmos. Así también vivieron guerras y vieron planetas destruirse sin piedad. Aquellos mundos donde los seres mas débiles mortales luchaba por ser el mas fuerte o rico. Lamentablemente era solamente piezas de tablero de los dioses supremos divinos y los dioses supremos oscuros. Cosas que nosotros también lo somos.

Al fin a cabo, todos tienen un destino, un ciclo que terminar y volver a rencarnar. 

la unica verdad es la esperanza, quien es lo unico que nunca se debe de perder. 

>>Flashback – "El angel caido"<<

El terreno era un cráter infernal teñido de rojo y negro. Llamas oscuras lamían el aire, y ríos de almas atrapadas fluían entre grietas que escupían susurros de los condenados. Allí, cinco figuras celestiales descendían desde un portal rasgado en el cielo:

—Parece que llegamos tarde a la fiesta... —masculló Zeus, ajustándose sus guantes con rayos chispeando—. Y no hay ni una diosa bailando…

—Tu sentido del humor será lo primero que este infierno derrita —gruñó Alexander, con su gran armadura vibrando mientras desenfundaba su espada colosal.

—¡Silencio! —ordenó Seraphiel, su voz era filo puro—. Arzelion ya siente nuestra presencia. No le demos más ventaja.

Yatma cerró los ojos y elevó un campo protector dorado que cubrió al grupo.

—Listos para combate. Las bendiciones están activas. Pero cuidado… él no está solo.

Desde la cima de una estructura derruida, una figura alada emergió con lentitud. Sus alas estaban rasgadas, su rostro oculto tras una máscara de hueso celestial agrietada. Sostenía una lanza de éter oscuro y flotaban a su alrededor runas de corrupción.

Arzelion abrió los brazos y habló con una voz doble, mezcla de canto angelical y eco abismal:

—Los títeres de los dioses… ¿Han venido a detener al que renunciará al yugo? Qué tierna arrogancia...

Rykamaru, desde la retaguardia, activó sus sellos mágicos y extendió sus cuchillas demoníacas.

—He oído mejores discursos… en tabernas infestadas de duendes borrachos.

>>Escena 1: Combate Total <<

—¡Ahora! —gritó Seraphiel.

Alexander pisó con fuerza. El suelo tembló. Su espada gigante chocó contra la lanza de Arzelion, y el impacto generó una onda expansiva que desintegró los pilares cercanos.

—¡Laser Divino: Rayo de Extinción! —rugió el coloso metálico.

Un haz de luz blanca atravesó el campo de batalla. Arzelion se desvaneció en humo, reapareciendo a la izquierda con un movimiento distorsionado.

—Lentos. Eternamente lentos.

Zeus apareció por detrás, con su puño envuelto en rayos.

—¡Pero con estilo! —gritó, golpeándolo directo en el pecho con un "¡CRACK!" que iluminó el cielo oscuro.

El ángel cayó varios metros, pero antes de tocar el suelo, sus alas negras se expandieron y liberaron una lluvia de espinas etéreas.

—¡Protección total! —clamó Yatma, invocando un domo cristalino de escudos mágicos. Las espinas rebotaron con chispas celestes.

Seraphiel descendió en picado, su espada resplandecía como un sol dorado. Gritó un hechizo:

—Metamorfosis de la Luz Serena.

Su cabello se tornó blanco plateado, su cuerpo irradió velocidad divina y su espada se duplicó en fuerza y magia.

—¡Morirás aquí, Arzelion! Por las almas que corrompiste… y por las que aún puedes herir.

Los dos chocaron en una danza frenética de espadas, rayos, plumas negras y sangre divina.

Rykamaru lanzó shurikens de sello abismal, sellando parte de la magia corrupta de Arzelion.

—¡No podrás abrir la cámara de Dëlvak! ¡Estás acabado!

Pero Arzelion rió.

—¡No necesito abrirla… solo necesito tiempo!

>>Escena 2: Punto de quiebre<<

Alexander cayó de rodillas, su sistema interno sobrecargado.

—Mis motores están… colapsando. El núcleo de mi alma… está oscilando.

—¡Retrocede, hierro gigante! ¡Déjame brillar! —gritó Zeus, chocando su puño con una roca flotante y absorbiendo electricidad del entorno.

—¡Yatma, necesito un canal de maná! —gritó Seraphiel, sudando y jadeando.

—¡Hecho! ¡Luz de Éter: Transferencia del Alba! —exclamó la Yatma, canalizando toda su reserva mágica hacia Seraphiel, quien con un grito final lanzó su técnica suprema:

"Corte de la Ascensión Final"

Un tajo en forma de cruz divina surcó el cielo. El pecho de Arzelion fue partido. El ángel gritó, expulsando sombras, luz, sangre y recuerdos a la vez.

—¡¿¡Por qué!?! ¡¿Por qué me niegan la libertad de convertirme en un dios…?! ¡El libre albedrío… también debería ser divino…!

Zeus respiró hondo, con el torso herido:

—Amigo… no es libertad si necesitas pisotear a otros para alcanzarla.

Seraphiel bajó lentamente, aún en su forma exaltada, y clavó su espada junto al cuerpo casi vencido de Arzelion.

—No eres un dios… solo eres alguien que tuvo miedo de seguir siendo mortal.

El cuerpo de Arzelion se disolvió lentamente… como si el infierno mismo lo reclamara.

>>Escena 3: Cicatrices y fin de la batalla<<

Los cinco héroes, heridos, cubiertos de polvo, luz y silencio, se sentaron sobre unas ruinas. La batalla había terminado. Pero no la guerra.

Yatma, agotada, se limpió el sudor con una sonrisa:

—¿Les dije que sobreviviríamos…?

Zeus se tumbó en el suelo:

—Estoy vivo, pero mi trasero no lo sabe.

Rykamaru solo bebió de su cantimplora, observando el horizonte.

Alexander, con voz grave y profunda, murmuró:

—Hoy vi mi fin… y aún no estoy listo para él.

Seraphiel miró el cielo rojizo del infierno con melancolía.

—Ese fue nuestra última batalla como aventureros. o eso espero...

>>Flashback Ultima mision<<

"Un siglo después del combate en el Infierno Menor"

>>Salón del Consejo Supremo Divino – Sala del Juicio Eterno<<

El eco de pasos firmes resonaba en el mármol celeste mientras Alexander, Zeus, Yatma, Rykamaru y Seraphiel se presentaban ante los dioses supremos. Un halo divino envolvía el salón. En el centro, el dios Aetherios (1) habló con voz autoritaria:

—Héroes de la guerra contra Arzelion. El Creador Nexus ha tomado una decisión. Ustedes serán los guardianes del Legado del Hilo de la Creación: un niño divino… su hijo.

El silencio fue absoluto. Zeus fue el primero en hablar.

—¿Un… bebé? ¿Nosotros? ¿No tienen un escuadrón de niñeras celestiales o algo?

Alexander se cruzó de brazos, su voz retumbaba como hierro forjado.

—¿El hijo del Creador? ¿No sería más sensato entrenarlo con sabios celestiales?

—No buscamos sabiduría —intervino Metatron (2)—. Buscamos corazones con cicatrices. Ustedes forjaron sus almas en batalla. Esa experiencia… es el fuego que lo templará.

Yatma bajó la mirada, en silencio. Sabía que no era una orden… era una prueba. Pero entonces, Rykamaru alzó la voz:

—No. Yo no me arriesgaré a convertir mi vida en una jaula para otro destino que no es mío. Amo la libertad… y esa criatura será una cadena.

—Yo tampoco. —Seraphiel se cruzó de brazos, con mirada firme—. Criar al hijo del Creador es algo para sacerdotes o dioses completos, no para nosotros. Aprecio el honor, pero no seré esclava de los dioses supremos.

Zeus guardó silencio. Pero miró de reojo a sus compañeros.

—Aunque no me vea como un padre… tal vez el chico podría necesitar algo más que gloria y reglas. Tal vez… algo de locura también.

Alexander asintió con lentitud.

—Acepto. Porque alguien debe protegerlo, incluso si es solo con acero.

Yatma alzó la cabeza.

—Y alguien debe enseñarle a amar la vida… incluso si el destino lo aplasta.

Rykamaru desvió la mirada con una sonrisa cansada.

—Supongo que… nos volvemos a ver cuando se les haya caído todo el cabello divino.

Seraphiel sonrió, aunque con los ojos llenos de pesar.

—Tienen mi respeto. Pero elijo vivir… como guerrera libre. Si alguna vez ese niño necesita una espada, sabrá dónde encontrarme.

> > Cielo Menor (4) "Lyras" — 7 años después del juramento<<

Un valle luminoso se abría entre montañas flotantes. Allí, entre mariposas de luz y árboles dorados, Alexander descansaba con su cuerpo titánico apoyado en una colina. Yatma tejía un bordado protector. Zeus dormía en una nube... roncando.

Zodiark, con apenas 3 años, jugaba entre flores encantadas, intentando perseguir su propia aura como si fuera un zorro de luz.

De pronto, una sombra descendió. Un haz de viento oscuro y cálido agitó las copas celestiales.

—¿Ese… es él?

Seraphiel apareció entre la niebla, vestida con su capa reluciente, una rosa blanca en su cabello. A su lado, Rykamaru con su katana en la espalda, los brazos cruzados.

Zodiark detuvo su juego y los observó con ojos curiosos, como si los reconociera de un sueño.

Yatma sonrió desde lejos.

—Él no tiene miedo de nadie. Solo… desea conocer.

Alexander, sin levantarse, habló:

—Deben saludarlo antes de que los ataque con burbujas mágicas. Tiene puntería demoníaca.

Rykamaru se acercó y se arrodilló ante el niño.

—¿Este chiquitín va a heredar el universo?

—¡Yo no soy chiquitín! —gritó Zodiark, inflando sus mejillas.

Seraphiel rió, y luego… lo abrazó.

—Tal vez… no era yo quien debía huir del destino.

Zodiark la miró fijamente.

—¿Tú… peleaste con dragones? Alexander dice que les grita hasta que se desmayan.

—Yo los corto antes de que tengan tiempo de gritar —respondió ella, guiñándole un ojo.

Y así, tras siglos de caminos separados, los antiguos héroes compartieron una fogata, comida celestial, y risas. No eran los mismos de antes… pero su vínculo renacía, más fuerte que nunca.

> > Flashback – 2 años de travesías-después<<

Zodiark, ya de 5 años, cruzaba los Cielos Menores con sus mentores. Aprendía a invocar pequeñas magias, a leer antiguos dialectos y a distinguir entre justicia y arrogancia.

A veces, se caía. A veces, lloraba. Pero siempre se levantaba.

—¡Alexander! ¡Mira! ¡Derribé ese golem con un grito!

—Fue un hipo, niño. Pero… efectivo. —respondía el coloso, ocultando su orgullo.

—Yatma, ¡te hice una flor de fuego!

—Eso no es… ¡ES UNA GRANADA DE FUEGO! ¡LANZA ESO! —gritaba ella, mientras el campo estallaba en pétalos ígneos.

En los Infiernos Menores, Zodiark tocaba a los demonios con una pureza que ninguno comprendía. Les hablaba, les ofrecía pan celestial, les preguntaba por qué estaban tristes.

Incluso Rykamaru, que solía acechar en sombras, comenzó a contarle historias de samuráis divinos caídos y redención.

Seraphiel lo entrenaba en silencio.

—No pelees con furia, Zodiark. Pelea… con propósito.

—¿Y si no tengo uno?

—Entonces pelea… hasta encontrarlo.

>> Fin del Flashback<<

> > Regreso al presente – Gremio de los Primeros Ecos<<

La historia vuelve al interior de una taberna animada, con paredes llenas de trofeos y armas antiguas. Alexander, Zeus y Yatma ríen con los otros aventureros. En la esquina, Seraphiel afila su espada. Rykamaru bebe sake oscuro.

Zodiark, ahora de 7 años, duerme en un rincón de la posada "La Estrella del Alba", cubierto con una manta de constelaciones.

—A veces… olvido que ese pequeño nos unió de nuevo —dijo Yatma, mirando su copa.

—Nos separó el destino… y nos unió una estrella —añadió Zeus, alzando el vaso.

Alexander asintió.

—Y esa estrella… brillará en la oscuridad que se viene.

Asi concluye el capitulo dejando atrás el gremio, mientras el cielo nocturno revela una constelación nueva: "Zodiark, el legado de nexus"

¿Algo oscuro amenazara toda la paz de nuestro protagonista? ¿La muerte lo asecha?...

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