Ficool

Chapter 5 - Capítulo V: Hogwarts

La estación King's Cross olía a humo, carbón y grasa de hierro. Los altavoces zumbaban con avisos mecánicos, y el gentío se apretujaba entre los andenes como ganado bien vestido. Hombres de traje gris y bombín. Mujeres con guantes de encaje. Soldados regresando, niños llorando, trenes bufando.

Phineas caminaba solo, arrastrando su pequeño baúl con una mano enguantada. En la otra llevaba la jaula de su lechuza, la Strix de ojos centelleantes que lo miraba como si entendiera el mundo tanto como él.

No llevaba ni sombrero ni abrigo, pese al viento de septiembre. No los necesitaba.Observaba. Calculaba. Recordaba el patrón de ladrillos del Callejón Diagon. El orden de los libros. El modo en que Tom Riddle había tratado de ocultar su inseguridad.

Frente a él, el cartel oxidado del Andén 9¾ no decía nada.

Pero lo entendió al verlo.

Tom Riddle ya estaba allí, empujando su baúl, acompañado por un funcionario del Ministerio que lo despedía con una sonrisa rígida. Al verlo, Tom tensó la mandíbula. No lo saludó. Phineas tampoco.

Ambos atravesaron la barrera.

Y entonces lo vio.

El Expreso de Hogwarts, rojo carmesí, bufando vapor desde su frente como un dragón aletargado. Vagones antiguos, relucientes de caoba y bronce. El aire olía a magia antigua y carbón de verdad.

La mayoría de los niños gritaban, reían, se abrazaban a madres llorosas.

Phineas sintió desprecio.

Él no tenía madre. Ni abrazos. Solo el nombre que le dieron en el orfanato.

Phineas.

Dentro del tren

El vagón estaba tibio, con bancos tapizados en cuero verde oscuro. Phineas eligió un compartimento vacío al final. Se sentó junto a la ventana, cruzó las piernas, y apoyó la varita sobre el regazo. Observó el andén.

Ni una despedida.Nadie lo buscaba con la mirada.Así estaba bien.

Tom pasó por el pasillo, miró hacia él brevemente, y eligió un compartimento más adelante.Ni una palabra.

Phineas cerró los ojos.

El tren silbó.

Y partieron.

La llegada

Horas después, la noche envolvía las colinas de Escocia. La bruma serpenteaba entre los árboles.

El castillo se alzaba entre las montañas como una fortaleza viva. Hogwarts.

Los niños desembarcaron. Phineas bajó con paso firme. Entre los murmullos, escuchó risas nerviosas, jadeos, nombres:

—¿Ese es Tom Riddle? —susurraban.—Dicen que es huérfano…—¿Y el otro chico? El de los ojos grises… qué raro es.

Phineas no los miró.Pero los escuchaba.Lo juzgaban. Lo temían.Bien.

La barca se deslizaba en el agua negra. Phineas miraba el reflejo de las almenas en la superficie, con un leve gesto de satisfacción.Majestuoso. Viejo. Poderoso.

Como él.

El Gran Comedor y la Selección

Las puertas se abrieron. Cientos de velas flotaban en el aire. Cuatro largas mesas. Una tarima al fondo, donde los profesores aguardaban.

Tom Riddle iba delante. Se mantenía recto.Phineas detrás, sin expresión.

La profesora de rostro afilado —profesora Merrill— sostenía un pergamino.

El Sombrero Seleccionador descansaba sobre una banqueta. Viejo, parchado, con boca rasgada.

Uno a uno, los nombres fueron llamados.

—Abbott, Catherine. —¡Hufflepuff!

—Bones, Albert. —¡Ravenclaw!

—Riddle, Tom.

Tom se sentó. El sombrero cayó sobre su cabeza. Hubo un silencio tenso. El Sombrero habló solo para él.

Al cabo de segundos:

—¡Slytherin!

Aplausos en la mesa de la derecha.

Tom se levantó con seguridad. Su mirada fue fugaz hacia Phineas, quien ya sabía lo que venía.

Y entonces…

—Phineas... —la profesora Merrill frunció el ceño—. Solo "Phineas".

La sala susurró. Todos los estudiantes tenían apellidos.

Phineas avanzó.Subió los peldaños.Se sentó con la espalda recta.El sombrero cayó sobre su cabeza.

Y entonces habló.

"Oh... tú. Tú eres una sombra olvidada.Sangre antigua. Sangre poderosa.¿Por qué estás oculto, niño de hielo?Yo sé tu nombre.Tú no lo sabes aún…Pero tu sangre canta.Tú eres… un Black."

Phineas parpadeó.

Silencio.

"No necesito pensarlo. Slytherin te reclama."

Y con voz alta, clara, para toda la sala:

—¡Slytherin! Y que todos lo escuchen... Phineas Black.

El Sombrero fue retirado.

Y el silencio fue total.

Los estudiantes giraron la cabeza.

Black.

Un nombre que todos conocían.

Una familia poderosa, antigua, influyente.

Pero nadie sabía de un Phineas Black nacido ese año.

Nadie.

Ni profesores.

Ni alumnos.

Ni siquiera Dumbledore, en lo alto de la sala, mostró reacción.

Phineas bajó los peldaños, como si no hubiera pasado nada.Se sentó junto a Tom.

Ninguno dijo una palabra.

Pero la semilla había sido plantada.

El nombre Black había regresado.Y nadie sabía de dónde.

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