Ficool

Chapter 4 - CAPÍTULO 4 – Bajo la Piel

Durante dos días completos, Yong desapareció entre las grietas más sucias e ignoradas de Konoha. No buscaba gloria. No buscaba reconocimiento. Solo números. Solo progreso.

Y trabajó como un condenado.

Repartió cartas bajo una lluvia fría que calaba hasta los huesos, arrastrando los pies en el lodo mientras el pergamino se deshacía en sus manos. Limpió, con una escoba rota, los desechos de una jauría de perros ninja que nadie quería acercarse siquiera a mirar. Capturó un jabalí extraviado en el bosque, esquivando colmillos y espinas. Cargó sacos de arroz durante horas para un anciano del distrito comercial, con los hombros ardiendo. E incluso —con un humor casi irónico— fue niñera de tres niños con habilidades sensoriales que lo espiaban telepáticamente mientras fingían jugar.

Y no se quejó una sola vez.

Cada tarea era un ladrillo más en su armadura. Cada minuto, una inversión silenciosa.

Y cada vez que regresaba al Edificio de Misiones, las mismas voces lo esperaban.

—¿Otra vez tú?—¿No tienes vida o qué?—El genin eterno haciendo misiones de novato... qué deprimente...

Yong no respondía.Su mirada era tranquila. Firme. Como si no los escuchara.

Pero los escuchaba.

Y los recordaba a todos.

Una sonrisa leve —casi imperceptible— se le escapaba a veces. No de satisfacción. Era una mueca privada. Como la sonrisa de alguien que lleva un cuchillo escondido mientras todos piensan que va desarmado.

Porque él sabía la verdad.

Y la verdad era que, mientras el mundo lo seguía viendo como un fracaso, él se estaba reconstruyendo desde los huesos.

Esa noche, la lluvia finalmente había cesado. El aire olía a tierra húmeda, y la bruma serpenteaba por las calles vacías del distrito rojo. Las luces parpadeaban como ojos cansados. La ciudad dormía. Yong, no.

Estaba sentado en el suelo de su cuarto, con las piernas cruzadas, un vaso de ramen humeante en las manos, y la vista perdida en la pared descascarada.

No pensaba en la misión. Ni en los insultos. Pensaba en la transformación.

Y justo entonces, el sistema habló.

Tiiiiin.

[MISIÓN COMPLETADA][10/10 MISIONES DE RANGO D CUMPLIDAS][RECOMPENSA DISPONIBLE: SUBPIEL REFORZADA DE TITANIO – LIGERA][¿DESEA INSTALAR? Y/N]

Una papa flotaba en el caldo cuando Yong murmuró:

—Sí.

[INSTALANDO...]

Sintió un hormigueo metálico que nació en la base de su espalda y se extendió como una telaraña eléctrica bajo la piel. No fue doloroso. Fue... extraño. Como si miles de agujas microscópicas tejieran una malla nueva debajo de la carne. Una piel dentro de la piel.

Su respiración se volvió lenta. Su cuerpo, más pesado.

[INSTALACIÓN COMPLETA][MEJORA: SUBPIEL REFORZADA DE TITANIO – LIGERA][EFECTO: +60% RESISTENCIA A DAÑOS CORTANTES, CONTUNDENTES Y DE IMPACTO LOCALIZADO][NIVEL DE DETECCIÓN: 0% – INDETECTABLE POR ESCANEOS MÉDICOS NORMALES]

Yong se tocó el antebrazo.

No sentía nada distinto al tacto. Pero algo en su interior vibraba con una certeza nueva. Como si un escudo invisible envolviera sus nervios y huesos. Una segunda piel. Un blindaje oculto. Un secreto grabado bajo su carne.

—Puedo recibir golpes —susurró—. Y seguir de pie.

Terminó el caldo. Lo dejó sobre el suelo. Y se recostó lentamente sobre el futón. Exhausto, sí. Pero por primera vez desde que había empezado todo esto… satisfecho.

Aún no era fuerte.Pero ya no era débil.Y, por segunda vez desde que despertó el sistema, se durmió sonriendo.

A la mañana siguiente, la luz del amanecer apenas comenzaba a entrar por la ventana cuando el sistema volvió a activarse.

[¡BUENOS DÍAS, YONG!][NUEVA MISIÓN DISPONIBLE][OBJETIVO: COMPLETAR 15 MISIONES DE RANGO D][RECOMPENSA: REFLEJOS ASISTIDOS – MODELO ALFA / IMPLANTE OCULAR SECUNDARIO]

Yong se incorporó con los ojos abiertos, enfocados. El cansancio había desaparecido. Sus músculos, firmes. Su mente, despierta.

Un implante ocular…

Cerró los ojos y pensó en los Uchiha, con sus Sharingan ardientes como brasas vivientes. Pensó en los Hyūga, con sus Byakugan inhumanos que veían a través de las paredes. Pensó en los ojos que dictaban el destino en este mundo de clanes.

Y por primera vez en mucho tiempo, sintió que ya no estaba tan lejos de ellos.

—Quince misiones —dijo en voz baja, mientras se levantaba—. Dos días… máximo.

Se lavó el rostro con agua helada. Se vistió con movimientos ágiles. El chaleco viejo. Las vendas en los brazos. La banda ninja. Cada prenda una señal de su lugar en la escala más baja.

Pero dentro de esa ropa gastada... ya no estaba el mismo Yong.

Cada mejora lo acercaba más.

Cada misión lo volvía más peligroso.

Y el mundo seguía burlándose. Seguía mirándolo por encima del hombro, llamándolo inútil, sin saber que estaba presenciando el nacimiento de algo distinto.

No un héroe.No un genio.No un elegido.

Algo que no podía detenerse.

Algo que solo sabía avanzar.

Algo que, una vez completado, no tendría piedad.

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