Ficool

Chapter 308 - My wife Wanda being crushed (sex chair fetish), part 1

David observa con deseo y sumisión cómo su esposa Wanda se entrega a su amigo de la infancia en una escena llena de pasión, tensión y emociones conflictivas que cambiarán sus vidas para siempre.

David está sentado en un rincón de la habitación, con la mirada fija en la escena que se desarrolla ante él. Su respiración es lenta y controlada, pero su corazón late con una mezcla de deseo y sumisión que lo consume por dentro. Su esposa, Wanda, está en el suelo, con los pantalones bajados hasta los tobillos, revelando su cuerpo musculoso y su enorme trasero, una obra de arte de curvas firmes y piel oscura que brilla en la penumbra. Está de espaldas a David, pero él puede ver cada detalle de su cuerpo, cada movimiento que hace, y su mente se llena de imágenes que lo excitan más de lo que jamás había imaginado.

El amigo de la infancia de David, un hombre alto y atlético, de piel más clara que la de Wanda, se sienta en su trasero, usándolo como silla. Sus manos grandes y callosas palpan las nalgas de Wanda, apretándolas con fuerza, como si evaluara su firmeza. El miembro del hombre, erecto y prominente, resalta contra los vaqueros ajustados que lleva, y David puede verlo moverse ligeramente con cada respiración, como si estuviera vivo y ansioso por ser liberado.

Wanda, con la cara enrojecida y el cuerpo empapado de sudor, menea el trasero provocativamente, como invitando a su amiga a explorar más. Su cabello oscuro y rizado está despeinado, cayendo por su espalda en un sexy desorden que enmarca su largo y elegante cuello. Cierra los ojos, disfrutando de la atención que recibe, y David puede ver su cuerpo temblar ligeramente con cada roce, cada caricia.

David, con la mano en la entrepierna, comienza a masturbarse lentamente, moviendo los dedos al ritmo de su respiración. Le susurra palabras de agradecimiento a Wanda, su voz apenas audible en el silencio de la habitación. "Gracias, mi amor, por permitirme ver esto", dice, con la voz llena de adoración y sumisión. "Eres tan hermosa, tan perfecta. Me encanta verte así, tan deseada, tan entregada".

El amigo de David, ajeno a sus pensamientos, se inclina hacia delante, rozando la oreja de Wanda con los labios. "Eres increíble", susurra, con su aliento caliente sobre su piel. "Nunca había visto un culo como el tuyo. Es perfecto, Wanda. Simplemente perfecto".

Wanda sonríe, sus labios se curvan en una expresión de placer y satisfacción. "Gracias", dice con voz ronca y seductora. "Me alegra que te guste. Me he esforzado mucho para que siga siendo así".

El hombre suelta una risa grave y gutural que resuena en la habitación. "Ya lo veo", dice, moviendo las manos hacia la cintura de Wanda, atrayéndola suavemente hacia él. "Pero dime, Wanda, ¿siempre has sido así de... abierta? ¿O es algo nuevo para ti dejar que un hombre como yo te use así?"

Wanda se tensa un poco, su sonrisa desaparece por un momento. La pregunta la incomoda, pero también la excita. Sabe que su amigo es dominante, que le gusta tener el control, y esa idea le provoca una mezcla de miedo y deseo. "No es algo que haga con cualquiera", responde finalmente, en voz baja y seductora. "Pero contigo... hay algo diferente. Me haces sentir... deseada".

El hombre asiente, con la mirada fija en Wanda. «Y yo te deseo, Wanda», dice con voz firme y decidida. «Te he deseado desde el momento en que te vi. Y ahora, aquí estás, entregándote a mí. Permitiéndome usar tu cuerpo como quiera».

Sin decir una palabra más, el hombre se mueve, agarrando con fuerza las caderas de Wanda mientras la penetra con un movimiento brusco y decidido. Wanda gime, echando la cabeza hacia atrás mientras su cuerpo se adapta al de él. El sonido de piel contra piel llena la habitación, un ritmo constante y húmedo que hace que David se estremezca con más fuerza, respirando con más fuerza.

Wanda, aún en posición de silla, empieza a mover las nalgas, dando la bienvenida a su amigo con cada embestida. Su cuerpo se mueve al unísono con el de él, contrayendo los músculos mientras intenta aumentar la fricción, para sentirlo más profundamente. El amigo de David gruñe, con el rostro enrojecido por el esfuerzo, mientras continúa moviéndose sobre ella, aferrándose firmemente a sus caderas para guiar sus movimientos.

La habitación se llena de sonidos: los gemidos de Wanda, los gruñidos de su amigo, el ritmo constante del choque de sus cuerpos. David, en su rincón, lo observa todo con una mezcla de deseo y celos, su mano moviéndose rápidamente sobre su miembro mientras intenta contener su propia excitación. Quiere unirse a ellos, quiere sentir lo que siente su amigo, pero también le encanta ver a Wanda así, tan entregada, tan deseada.

La escena se intensifica, los movimientos de Wanda y su amigo se vuelven más urgentes, más desesperados. Wanda gime más fuerte, su cuerpo se estremece con cada embestida, mientras su amiga se mueve encima de ella con una fuerza que parece inagotable. David, tembloroso y sudoroso, se acerca al clímax, moviendo la mano frenéticamente mientras observa a su esposa, con el rostro enrojecido y el cuerpo entregado al placer.

Pero en ese instante, la escena se congela, como si el tiempo se hubiera detenido. David mira fijamente a Wanda, con el rostro entreabierto de deseo y amor, mientras su amigo sigue moviéndose sobre ella, su cuerpo sudoroso y brillante en la penumbra. El futuro de su relación es incierto, lleno de posibilidades que David no puede predecir. ¿Qué pasará después? ¿Cómo afectará esto a su matrimonio? ¿Y qué siente realmente Wanda por su amiga?

Estas preguntas siguen sin respuesta, flotando en el aire como la promesa de algo más, algo por venir. David, tembloroso y excitado, permanece en su rincón, observando a su esposa y a su amigo, mientras el mundo a su alrededor parece desvanecerse, dejando solo el sonido de sus gemidos y el ritmo constante de sus cuerpos en movimiento. La escena es una mezcla de belleza y crudeza, de amor y deseo, y David sabe que nunca la olvidará, que quedará grabada para siempre en su memoria como un momento de pura e intensa pasión.

Y así, la escena se suspende, un instante capturado en el tiempo, mientras David, Wanda y su amigo se pierden en el placer, sus cuerpos y mentes entrelazados en una danza de deseo y sumisión que los marcará para siempre. El futuro es incierto, pero en este momento, nada más importa. Solo el aquí y ahora, el sonido de sus gemidos y el ritmo constante de sus cuerpos en movimiento.

More Chapters