Daniel watches, fascinated and disturbed, as Aurora passionately surrenders to gardener Boris, challenging their relationship with a proposal that redefines its boundaries and desires. A game of power, jealousy, and submission that will change everything.
Daniel watched with a mixture of fascination and dismay as his elf, Aurora, knelt in front of the gardener, Boris. Her exposed breasts, firm and pale in the sunlight, moved rhythmically as she rubbed her body against the man's erect member. Aurora's expression was a mask of conflicting emotions: her face reflected initial discomfort, but each time her breasts brushed against Boris's sweaty skin, her eyes closed in a gesture of submission to the pleasure. Daniel, hidden in the shadows of the bushes, masturbated slowly, his breathing accelerated by the mixture of jealousy and excitement.
Aurora, with a fluid movement, bent her head and captured Boris's member between her lips. Her tongue, agile and expert, traced every inch, from tip to base, while her hands held the man's testicles with a tenderness that Daniel couldn't ignore. The gardener moaned, his hands tangling in the elf's silver hair, tugging gently to control the rhythm of his caresses. Daniel clenched his fists, feeling his member throb in his hand, but he didn't look away. It was as if he were witnessing an ancient ritual, one that excluded him but bound him to the scene with invisible chains.
"Deeper, Aurora," Boris murmured, his voice husky and full of desire. "I want to feel your mouth all the way inside me."
Aurora obeyed without question, opening her throat to swallow the gardener's member completely. Her eyes filled with tears, but her expression was one of ecstasy. Daniel felt a knot in his stomach, a mixture of pride and humiliation at watching his elf give herself so completely to another man. He wondered if he had ever been this deep for her, if he had ever made her feel what Boris was clearly giving her.
The gardener released her with a sigh, and Aurora pulled back, her mouth glistening and her breathing ragged. Without a word, she stood in front of him, spreading her legs and offering her body to him. Boris wasted no time, positioning himself behind her and penetrating her red pussy with a single, firm motion. Aurora moaned, her hands flat on the ground as her body adapted to the rhythm Boris set.
Daniel se acercó sigilosamente, su rostro ahora a la altura de las caderas de Aurora. Desde esa perspectiva, podía ver cómo el miembro de Boris entraba y salía de ella, cómo sus fluidos se mezclaban y goteaban sobre el suelo. El olor a sexo y sudor era abrumador, pero Daniel lo inhaló profundamente, sintiendo cómo su excitación crecía. Extendió una mano, rozando suavemente el trasero de Aurora, sintiendo la calidez de su piel y la tensión de sus músculos mientras se movía al compás de Boris.
—¿Te gusta, Daniel? —susurró Aurora, su voz cargada de provocación—. ¿Te gusta ver cómo me usa?
Daniel no respondió, pero su mano se cerró alrededor de su miembro, masturbándose con más fuerza. Aurora giró la cabeza, mirándolo con una sonrisa pícara antes de volver a concentrarse en Boris. El jardinero la besaba apasionadamente, sus lenguas enredándose mientras sus cuerpos se movían al unísono. Daniel observó cómo Aurora susurraba algo al oído de Boris, algo que hizo que el hombre gruñera de placer.
—¿Qué le dijiste? —preguntó Daniel, su voz apenas un susurro.
Aurora lo miró de reojo, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y sumisión.
—Le dije que quiero tener sus bebés —respondió, su voz clara y sin arrepentimiento—. Que quiero que tú seas mi cornudo, mi cuidador. Que críes a sus hijos como si fueran tuyos.
Daniel sintió un escalofrío recorrer su espalda. La idea era a la vez repugnante y excitante, una fantasía que nunca había admitido ni siquiera para sí mismo. Pero allí estaba, dicha en voz alta por la mujer que amaba, la mujer que había reclamado como suya.
—¿Y qué pasa conmigo? —preguntó, su voz temblorosa.
Aurora sonrió, pero no hubo dulzura en su expresión.
—Tú serás mi amo, mi cornudo. Me cuidarás mientras él me llena de su semilla. Serás el padre de sus hijos, el hombre que me protege mientras me entrego a otros.
Daniel no supo qué responder. La idea lo consumía, lo llenaba de una mezcla de celos y deseo que no podía reconciliar. Se quedó allí, observando desde abajo, mientras Boris y Aurora seguían unidos, sus cuerpos sudorosos y sus gemidos llenando el aire. El futuro era incierto, pero una cosa era clara: su relación nunca volvería a ser la misma.
Boris alcanzó el clímax con un gruñido, su cuerpo temblando mientras vaciaba su semilla en el interior de Aurora. Ella gimió, sus músculos contrayéndose alrededor de él, y Daniel sintió cómo su propia excitación alcanzaba el punto de no retorno. Se corrió con un gemido ahogado, su semen salpicando el suelo mientras observaba cómo el trasero de Aurora se movía rítmicamente, aún unida a Boris.
Cuando finalmente se separaron, Aurora se giró hacia Daniel, su expresión inexpresiva.
—¿Y bien? —preguntó, su voz desafiante—. ¿Aceptas tu papel, mi amo?
Daniel la miró, su mente dando vueltas con las implicaciones de sus palabras. No sabía si estaba listo para aceptar tal futuro, pero una cosa era segura: no podía dejarla ir.
"We'll think about it," he finally replied, his voice firm but full of doubt. "But for now, you're mine. And no one else will touch you without my permission."
Aurora smiled, a smile that didn't reach her eyes.
"As you wish, my master," he murmured, bowing his head in submission.
But in her eyes, Daniel saw a glimmer of something more, something he couldn't quite decipher. And as the sun set over the horizon, leaving the garden in shadow, he wondered if he would ever truly understand the woman lying before him, her body still trembling with another man's pleasure. The future was uncertain, but one thing was clear: their story was far from over.