The boss dominates Jian's wife in an erotic scene, while he watches with excitement. Will he be able to control his cuckold role or will he succumb to temptation?
Back at the company, Jian, a willing cuckold, watched with a mixture of arousal and submission as his boss, Mr. Davis, approached his wife in front of all the employees. The atmosphere in the conference room was tense, but charged with an erotic electricity that no one dared ignore. Mr. Davis, with his impeccable suit and cocky smile, placed a firm hand on Jian's wife's rear end, squeezing it properly. A humble MILF farmer, she wore a tight dress that highlighted her curves, and her face blushed slightly, though she didn't look away. Jian, standing at the back of the room, felt his member harden as he watched the scene, knowing that his role was that of an observer, a cuckold who enjoyed his boss's domination.
Mr. Davis didn't stop there. In one fluid motion, he slid his hand around Jian's wife's waist, bringing his erect member closer to her. The room gasped as he whispered something in her ear, causing her body to tense slightly. Then, she sat down in a nearby chair, wiggling her butt provocatively, as if trying to milk his cock through the fabric of his pants. Jian watched, his eyes glittering, feeling his arousal growing as he watched his wife participate in their boss's game.
"I love watching my boss take her doggy style," Jian murmured to himself, picturing the scene in his mind. He knew this was coming next, and he was consumed with anticipation.
Mr. Davis was quick to fulfill Jian's fantasies. With an authoritative gesture, he guided Jian's wife to a nearby table, placing her in the doggy position. Her dress lifted, revealing her torn stockings and her skin, weathered from working on the farm. The boss wasted no time: he unbuttoned his pants and, without any protection, entered Jian's wife forcefully, while she moaned softly, trying not to attract too much attention. The boss kissed her passionately, his lips dominating hers, while his hips moved in a steady rhythm.
Jian, from his corner, adjusted his pants to hide his erection, but he couldn't help but smile. He knew his wife's hairy pussy was his exclusive preserve, and that made him feel powerful, even in his role as cuckold. The boss could fuck her, but only Jian knew every corner of her body, every secret of her intimacy.
De vuelta a la granja, el escenario cambió, pero la dinámica permaneció. La esposa de Jian, ahora desnuda de la cintura para arriba, mostraba sus pechos generosos, marcados por el tiempo y el trabajo duro. El Sr. Davis los acarició con delicadeza, como si estuviera admirando una obra de arte, mientras sus dedos se deslizaban hacia su coño, húmedo y expectante. Las medias rotas de ella colgaban de sus muslos, un recordatorio de su vida humilde, pero también de su belleza rústica.
Jian, sentado en un rincón, agarró la mano de su amada, sintiendo cómo su pulso aceleraba. El jefe había comenzado a practicar yoga sexual con ella, guiando su cuerpo en posturas que resaltaban su flexibilidad y su deseo. Jian miró por detrás, observando el enorme trasero de su esposa, con sus estrías y su piel marcada por el trabajo. Sus músculos, aunque no eran perfectos, eran reales, y eso lo excitaba aún más.
El Sr. Davis se sentó sobre la esposa de Jian por detrás, usando su cuerpo como un mueble, mientras ella gemía de placer. Jian vio cómo el jefe se corría, su semen chorreando sobre las nalgas de ella, y luego la castigó con una serie de nalgadas que dejaron marcas rojas en su piel. La esposa de Jian sonrió, disfrutando de la dominación, mientras Jian se masturbaba en silencio, su mano moviéndose al ritmo de la escena.
—Mi jefe le gusta besarla mientras la folla —pensó Jian, recordando cómo el Sr. Davis había besado apasionadamente a su esposa mientras la penetraba con las bragas de hilo puestas. Era una imagen que lo obsesionaba, y ahora, al verla repetirse, no pudo evitar lamerse los labios.
Jian se acercó, arrodillándose detrás de su esposa, y comenzó a lamer su trasero, sintiendo cómo la polla enorme del jefe la llenaba por completo. El sabor de su piel, el olor de su excitación, todo lo consumía. El jefe continuó moviéndose, su ritmo cada vez más frenético, mientras Jian disfrutaba de la escena, saboreando cada momento.
La habitación estaba cargada de gemidos, sudor y deseo. Jian, con su mano aún en el trasero de su esposa, se corrió, su semen cayendo sobre el suelo de la granja. El jefe, al verlo, sonrió con complicidad, sabiendo que había cumplido con su papel de dominador. La esposa de Jian, exhausta pero satisfecha, se recostó, su cuerpo brillando bajo la luz tenue.
La escena quedó suspendida en el aire, sin palabras, sin conclusiones. Jian, aún arrodillado, miró a su esposa y luego al jefe, sintiendo una extraña mezcla de sumisión y poder. El jefe se ajustó el pantalón y se alejó, dejando a la pareja en silencio. Jian se acercó a su esposa, besando su frente, sabiendo que, aunque el jefe había tenido su momento, ella siempre sería suya.
La noche cayó sobre la granja, y el silencio se apoderó del lugar. Jian y su esposa se quedaron allí, sus cuerpos aún temblorosos, mientras el eco de los gemidos y los susurros se desvanecía en el aire. La historia no había terminado, pero el capítulo había llegado a su fin, dejando a los lectores imaginando qué vendría después.