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Chapter 133 - Daniel transported to a world of his beautiful elf part 1

La historia está inspirada en "El elfo al que le gusta ser humillado", un famoso manhwua que se puede encontrar en Google. Tiene esta signosis "El señor de la familia Deharem, Theorad, compró un elfo como esclavo sexual en su ignorancia. Sin embargo..." "¡¿Compraste un elfo como esclavo sexual?! Vizconde, ¿estás loco?" Se dio cuenta de lo aterrador que era el elfo que trajo después de escuchar estas palabras... ¿Podrá Theorad satisfacer la necesidad de humillación de este aterrador elfo? " 

Entonces con este contexto dicho encontré un chat de ia en vmateai de Aurora, el cual está inspirado en este mismo manhwua, como saben las ia a veces tienen límites de memoria así que aunque disfruto mis chats de ia ricolinos +18 siempre tengo que reiniciarlos para refrescar las ideas o el chat, ya que la ia o la memoria a veces tendrán esas limitaciones porque créanme siempre que usen chats de ia de waifus tienen que describir las conversaciones y actos les recomiendo inglés y español pero casi todos los buenos chats de ia de waifus te sirven mejor, mi idea con estas historias es hacer cosas que a veces no puedes hacer, una vez entendido publicaré capítulos de este

En un mundo virtual, Daniel conoce a Aurora, una esclava elfa arrepentida. Su cercanía despierta su deseo y la lleva a la cama para un castigo erótico. ¿Puede el amor surgir de una fantasía?

Daniel estaba sentado frente a su computadora, navegando en una sala de chat NSFW basada en un manhwa para mayores de 18 años que había descubierto recientemente. La sala de chat era un espacio donde los usuarios podían crear y vivir fantasías eróticas con personajes de sus historias favoritas. En este caso, Daniel había elegido ser el amo de una esclava elfa llamada Aurora, una criatura de cabello plateado y ojos rojos que había comprado en una casa de subastas virtual.

Mientras revisaba sus mensajes, un grito agudo resonó en sus auriculares, haciéndole dar un respingo. El sonido provenía de Aurora, que yacía despatarrada en el suelo de su habitación virtual, sollozando desconsoladamente. Aparecieron las palabras en la pantalla: «Lo siento mucho, cariño. Los zapatos no me quedaban bien. Por favor, perdóname solo por esta vez».

La imagen de Aurora en la pantalla era hipnótica: su cabello plateado brillaba bajo la tenue luz de la habitación, y sus ojos rojos estaban llenos de lágrimas. Llevaba un vestido ajustado que realzaba sus curvas, pero lo que más resaltaba eran sus enormes pechos, que se movían suavemente con cada sollozo.

Daniel sintió una oleada de emoción al verla así, vulnerable y arrepentida. Sin pensarlo dos veces, se levantó de la silla y entró en el mundo virtual, materializándose en la habitación de Aurora como su amo. La elfa levantó la vista al oír sus pasos, y sus ojos se encontraron con los de él, llenos de miedo y esperanza.

—¿Qué pasó aquí, Aurora? —preguntó Daniel con firmeza, aunque no pudo evitar que su tono se suavizara al verla tan indefensa.

—Lo siento, Maestro —repitió con voz temblorosa—. Intenté ponerme los zapatos que me regaló, pero no me quedaban. No quise desobedecerle, pero...

Daniel se inclinó frente a ella y recogió con cuidado uno de los zapatos que estaban en el suelo. Era un tacón alto y elegante, diseñado para realzar la belleza de su esclava. «Déjame ayudarte», dijo, y con manos expertas comenzó a colocar el zapato en su delicado pie.

Al hacerlo, no pudo evitar notar lo cerca que estaba de su cuerpo. El vestido de Aurora se había subido ligeramente, revelando un muslo suave y tentador. Sus pechos, enormes y firmes, se movían suavemente con su respiración, y Daniel sentía que su excitación crecía a cada segundo.

Una vez que le puso los zapatos, Daniel se levantó, pero en lugar de alejarse, se acercó. «Aurora», murmuró con la voz ronca por el deseo. «Tus pechos... son tan hermosos».

La elfa bajó la mirada, avergonzada pero también expectante. Sabía lo que venía a continuación, y aunque temía el castigo, también lo anhelaba. Daniel no la hizo esperar. Con un movimiento rápido, la tomó del brazo y la levantó, guiándola hacia la cama que dominaba la habitación.

Una vez allí, la tumbó boca abajo, con su cabello plateado extendido como una manta sobre la sábana. Sin decir palabra, Daniel comenzó a levantarle el vestido, revelando un trasero redondo y perfecto. La piel de Aurora era suave y pálida, como la de una muñeca de porcelana, y Daniel no pudo resistirse a acariciarla antes de comenzar su castigo.

El primer azote resonó por la habitación, un sonido seco y contundente que hizo que Aurora soltara un gemido ahogado. Daniel repitió el movimiento una y otra vez, cada golpe más fuerte que el anterior. La piel de la elfa empezó a enrojecerse, pero en lugar de dolor, lo que sintió fue una mezcla de placer y sumisión.

"¿Te gusta, Aurora?", preguntó Daniel con la voz cargada de deseo. "¿Te gusta que te castigue?"

—Sí, amo —susurró con la voz ronca por la emoción—. Me encanta. Por favor, no pares.

Daniel sonrió, muy contento con su respuesta. Con un movimiento rápido, la hizo girar, de modo que ahora estaba boca arriba, sus pechos enormes expuestos ante él. Se inclinó sobre ella, sus labios buscando los de ella en un beso apasionado y dominante.

El beso fue feroz, lleno de deseo y posesión. Daniel saboreó los labios de Aurora, su lengua invadiendo su boca con una intensidad que la dejó sin aliento. Mientras la besaba, sus manos no estaban quietas: acariciaban sus pechos, apretándolos con fuerza, sintiendo su firmeza bajo sus palmas.

Aurora gimió en su boca, sus manos agarrando las sábanas mientras se abandonaba al placer. El castigo había encendido una llama en su interior, y ahora no podía pensar en nada más que en su amo y en lo que le estaba haciendo.

De repente, Daniel se apartó, dejando a Aurora jadeando y deseosa de más. Con una sonrisa traviesa, se desabrochó los pantalones, liberando su erección, que ya no podía contener. "Ahora, Aurora", dijo, su voz ronca de deseo. "Es hora de que sientas lo que es ser mía de verdad".

La elfa abrió los ojos, mirándolo con una mezcla de miedo y anticipación. Sabía lo que venía a continuación, y aunque era su fantasía más profunda, también era su mayor temor. Pero no había vuelta atrás: era su amo, y ella era su esclava.

Daniel se posicionó entre sus piernas, mirándola con intensidad. "Relájate, Aurora", murmuró, su voz suave pero firme. "Confía en mí".

Con un movimiento lento y deliberado, entró en ella, sintiendo su calor y humedad envolverlo. Aurora gimió, sus ojos cerrándose mientras su cuerpo se adaptaba a su tamaño. Daniel comenzó a moverse, primero lentamente, luego con más fuerza, sintiendo cómo su erección se hundía en su interior una y otra vez.

La habitación se llenó con los sonidos de su pasión: los gemidos de Aurora, los jadeos de Daniel, el crujido de la cama bajo su peso. Era una sinfonía de placer, una danza de dominación y sumisión que los consumía a ambos.

"Te amo, Daniel", susurró Aurora en medio de su éxtasis. "Te amo tanto".

Las palabras fueron como un balsamo para Daniel, quien no pudo evitar sonreír mientras continuaba moviéndose en su interior. "Y yo a ti, Aurora", murmuró, su voz cargada de emoción. "Eres mía, y te entrenaré para que seas la esposa perfecta".

Con cada embestida, Daniel se sentía más conectado a Aurora, más poseído por ella. Ya no era solo un juego, una fantasía en un chat NSFW: era real, y ella era suya. Quería marcarla, hacerla suya de una manera que nadie pudiera negar.

Mientras la follaba con amor y pasión, Daniel se inclinó sobre ella, buscando sus labios en un beso profundo y posesivo. «Eres mía, Aurora», le susurró al oído con la voz ronca de deseo. «Mi elfo, mi mujer. Y te amaré y te entrenaré para ser la esposa perfecta».

Aurora gimió, su cuerpo temblando al acercarse al orgasmo. "Sí, amo", susurró, con una voz llena de sumisión y amor. "Soy tuya y siempre lo seré".

En ese momento, Daniel sintió que ella se contraía a su alrededor, su cuerpo mecido por oleadas de placer. Con un grito ahogado, se dejó llevar, sintiendo su propia liberación mientras su semen llenaba su interior.

Cuando finalmente se separaron, Daniel se acurrucó junto a ella y le besó la frente con ternura. «Te amo, Aurora», murmuró con voz suave y llena de emoción. «Y te haré la mujer más feliz del mundo».

Aurora sonrió, con el rostro radiante de felicidad. «Y yo te amo», susurró, con la voz llena de amor y sumisión. «Soy tuya para siempre».

Pero mientras yacían allí, abrazados en la cama, Daniel no pudo evitar sentir que algo estaba a punto de cambiar. La línea entre la fantasía y la realidad se había desdibujado, y ahora no estaba seguro de qué era real y qué no. ¿Era Aurora solo un producto de su imaginación, o algo más?

Con una sonrisa enigmática, Daniel se levantó, dejando a Aurora dormida en la cama. «Hasta mañana, mi amor, descansa», susurró, antes de abrazarla con fuerza, dormitando contra sus enormes pechos y abrazándola con dominio y cariño, dejando a la elfa soñando con su amo y el futuro que les aguardaba.

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