La victoria contra el Maestro de las Máquinas se sintió hueca. Peter regresó a casa, la toxina aún debilitándolo, y la preocupación por Gwen era un peso aún mayor que la fatiga. Ella lo estaba esperando en el laboratorio del sótano, su rostro serio. La tensión entre ellos era palpable, un campo de fuerza invisible.
"Gwen, lo que hiciste fue increíble," Peter comenzó, su voz ronca. "Salvaste la vida. Salvaste a la ciudad. Salvaste la mía."
Gwen asintió, pero no había alegría en sus ojos. "Pude haberte salvado, sí. Pero casi me descubren. Casi nos descubren. ¿Entiendes lo cerca que estuvimos de que el Maestro de las Máquinas rastreara la fuente de esa sobrecarga? De que supiera que no soy solo una estudiante universitaria."
Peter se sentó pesadamente, quitándose la máscara. "Lo sé. Lo sé, Gwen. Por eso tenemos que hablar. Esto no puede seguir así."
"¿Qué quieres decir?" preguntó Gwen, su voz un hilo.
"Quiero decir que la línea entre Peter Parker y Spider-Man se ha vuelto borrosa," Peter explicó, sus manos frotándose el rostro. "Y ahora tú estás en esa línea. No puedo soportar el pensamiento de que te pase algo por mi culpa. La idea de que mis enemigos puedan usarte, o peor, herirte... me paraliza."
Gwen se acercó, sentándose frente a él. "Peter, me amo. Y amo lo que haces. No te pediré que dejes de ser Spider-Man. Sé que no podrías."
"Pero tampoco puedo permitir que vivas con este miedo constante, que te pongas en peligro por mi secreto," Peter continuó, su voz cargada de emoción. "Necesitamos establecer límites. Muy claros."
"¿Qué tipo de límites?" preguntó Gwen, sus ojos fijos en los suyos.
"Primero, mi identidad," Peter comenzó. "Nadie más, absolutamente nadie, puede saberlo. Ni tu padre, ni Harry, ni la tía May. Cuanta menos gente sepa, más seguros estaremos. Eso incluye a los amigos que has hecho en la universidad, a tus profesores... a todos."
Gwen asintió lentamente. "Siempre lo he sabido, pero después de anoche, lo entiendo de verdad. Es una carga que solo podemos llevar nosotros dos."
"Segundo, tu participación," Peter continuó. "Eres brillante, Gwen, más que yo en muchos aspectos. Necesito tu ayuda con la investigación, con la ciencia, con el desarrollo de la cura para esto," señaló su cabeza. "Pero no más participación directa en el campo. No quiero que estés expuesta a ningún peligro físico. Si surge una amenaza que requiere intervención directa, la enfrentaré solo. Tus ojos y tu mente serán mi torre de control, mi apoyo táctico, pero desde la seguridad de este laboratorio, o de cualquier lugar seguro."
Gwen lo escuchó, sus labios apretados. Peter vio el conflicto en sus ojos, el deseo de estar a su lado en todo momento.
"Peter, no me gusta la idea de que te arriesgues solo," dijo Gwen. "Pero entiendo el porqué. Necesitas que confíe en ti para protegerme, incluso si eso significa no estar contigo en el fuego cruzado."
"Y tercero," Peter prosiguió, mirándola directamente a los ojos, "si alguna vez, por cualquier razón, siento que tu vida está en un peligro inminente y yo no puedo garantizar tu seguridad, si esto se vuelve insostenible... entonces tenemos que tener un plan. Un plan para que salgas de Nueva York, para que desaparezcas temporalmente. Necesito saber que estarás a salvo, pase lo que pase."
Las palabras pesaron en el aire. Era una conversación difícil, una que ninguno de los dos quería tener. Pero era necesaria. Era el precio de su amor y del deber de Peter.
Gwen se puso de pie y lo abrazó de nuevo, esta vez con una mezcla de tristeza y una profunda aceptación. "De acuerdo, Peter. Haremos esto. Con límites. Con un plan. Pero siempre juntos. No me rendiré en la cura para ti. Y no me rendiré en nosotros."
El Nuevo Equilibrio:
La conversación marcó un punto de inflexión. Peter y Gwen habían llegado a un nuevo entendimiento, un contrato implícito de colaboración y protección.
La Investigación de la Cura: Gwen se sumergió aún más en la búsqueda de la cura para la toxina. Con acceso a los recursos de la UES (de forma anónima, a través de sus propias redes), y con la ayuda de Peter en el desarrollo de micro-dispositivos, avanzó rápidamente. Su intelecto y su amor por Peter se convirtieron en el motor de una carrera contra el tiempo para restaurar su sentido arácnido y su salud plena. Peter, por su parte, le proporcionó todos los datos y muestras que ella necesitaba, confiando plenamente en su brillantez.
La Base de Operaciones Segura: El laboratorio del sótano se consolidó como su centro de operaciones conjunto. Gwen lo monitoreaba todo desde allí: las alertas de la ciudad, los patrones de actividad criminal, los puntos débiles de los villanos. Su voz en el auricular de Peter se convirtió en su segundo sentido arácnido, una guía táctica invaluable que le permitía operar con una eficiencia aún mayor, compensando sus propias deficiencias.
La Línea del Frente Solitaria (para Peter): Peter, a regañadientes, aceptó que Gwen no lo acompañaría a las zonas de peligro activo. Esto lo hizo más consciente de sus propias limitaciones y lo obligó a confiar aún más en la preparación, la planificación y la guía de Gwen antes de cada enfrentamiento. Las batallas se volvieron más estratégicas, menos impulsivas.
El Vínculo Profundizado: Paradójicamente, la distancia física en el campo de batalla fortaleció su vínculo emocional. La confianza mutua era absoluta. Ambos sabían los riesgos, y ambos habían elegido caminar ese camino juntos. La amenaza constante no los había separado; los había unido en un propósito compartido y una promesa silenciosa de protegerse el uno al otro, cueste lo que cueste.
El problema había sido "solucionado" no con un final, sino con un nuevo y delicado equilibrio. Peter Parker seguía siendo Spider-Man, el héroe de la ciudad, pero ahora era un héroe con un cerebro detrás de las operaciones, un amor a su lado y una vulnerabilidad compartida que, aunque temible, también lo hacía más humano y más determinado que nunca.