El sol de la tarde se cernía sobre Midtown Manhattan cuando los primeros reportes comenzaron a llegar: una figura imponente, hecha de arena y polvo, estaba causando estragos cerca de un sitio de construcción. Las calles se llenaban de gritos y la tierra temblaba bajo los pies de los peatones. Peter, ya en su traje de Spider-Man, sintió el familiar zumbido de su sentido arácnido, pero esta vez, era una sensación arenosa, granulosa. Flint Marko, el Hombre de Arena, había llegado.
Peter sabía que este sería un desafío único. El Hombre de Arena no podía ser golpeado o inmovilizado de forma tradicional. Su cuerpo cambiaba de forma, se dispersaba y se reformaba con cada golpe. La fuerza bruta era inútil; necesitaba una solución científica.
Localizó a Marko cerca de Grand Central Terminal. El gigante de arena había formado un puño colosal y estaba a punto de aplastar un taxi lleno de turistas.
"¡Oye, Flint! ¡Deja el turismo en paz!" gritó Peter, balanceándose y disparando una ráfaga de telaraña sobre el puño de arena. La red se pegó, pero la arena simplemente se dispersó y se reformó, desprendiendo la telaraña sin esfuerzo.
"¡Spider-Man! ¡Siempre metiéndote donde no te llaman!" rugió Marko, su voz resonando con el crujido de la arena. El taxi, liberado de su agarre, escapó por poco.
Peter esquivó un golpe masivo que pulverizó el pavimento donde había estado un segundo antes. Tenía que pensar. La arena. Necesitaba alterarla. Recordó sus estudios de geología y química de materiales. El agua lo solidificaba, sí, pero eso era temporal. Necesitaba algo más permanente, algo que cambiara la estructura de la arena misma.
La pelea se extendió por las calles de la ciudad. El Hombre de Arena era una fuerza imparable, convirtiendo el asfalto en olas de arena que engullían coches y edificios bajos. Peter se movía con agilidad sobrehumana, evitando cada ataque, mientras su mente trabajaba a toda velocidad, buscando una solución.
Disparó más telarañas, intentando rodear a Marko, pero la arena fluía entre las hebras. Intentó llevarlo cerca de una boca de incendios, pero Marko lo esquivó, demostrando una inteligencia táctica que Peter no esperaba de una criatura de pura fuerza.
"¡No puedes detenerme, Spider-Man!" gritó Marko, transformando su brazo en un martillo de arena que impactó un autobús, volcándolo. "¡Soy invencible!"
Peter vio el terror en los ojos de los civiles. No podía arriesgarse a una batalla prolongada en una zona tan concurrida. Necesitaba llevar a Marko a un lugar donde pudiera aplicar una solución controlada.
Su sentido arácnido le zumbó una idea. La construcción de un rascacielos cercano, con sus vastas cantidades de cemento, agua y materiales de construcción. Era el escenario perfecto.
"¡Si eres tan invencible, ven y atrápame, Flint!" provocó Peter, disparando una telaraña y balanceándose directamente hacia el sitio de construcción, dejando un rastro de destrucción limitada a su paso.
Marko, con su temperamento volátil, cayó en la trampa. Se transformó en una ola de arena y siguió a Peter, creyendo que finalmente lo acorralaría. La marea de arena estaba a punto de chocar contra el intelecto de Spider-Man. La primera fase de la batalla había sido de evasión y observación. La siguiente sería de manipulación y ciencia.