El Hombre de Arena irrumpió en el sitio de construcción, una tormenta de arena con forma humana. "¡Aquí no puedes esconderte, araña!" rugió, sus pies transformándose en una base ancha para la estabilidad, mientras sus puños se hacían gigantes.
Peter se balanceó entre las vigas de acero y los montones de materiales, su mente ya ejecutando la segunda parte de su plan. Había notado los enormes depósitos de cemento seco y los tanques de agua y polímeros especiales utilizados para las mezclas de construcción. Su idea era simple, pero audaz: cambiar la composición de Marko.
"No me escondo, Flint," respondió Peter, esquivando un puñetazo que convirtió una pila de ladrillos en polvo. "Solo te estoy guiando hacia una pequeña transformación."
Peter comenzó a disparar ráfagas de telaraña, no contra Marko, sino contra los sacos de cemento, rompiéndolos y dispersando el polvo en el aire. La arena de Marko, por su naturaleza, comenzó a mezclarse con el polvo de cemento.
Marko tosió, su forma parpadeando. "¡Qué demonios es esto! ¡Mi cuerpo se siente... pesado!"
"Es cemento, Flint," explicó Peter, mientras disparaba una telaraña hacia un gran tanque de agua, abriendo una válvula. El agua comenzó a fluir, mezclándose con el polvo de cemento y, de manera crucial, con la arena de Marko.
El Hombre de Arena rugió de dolor y confusión. Su cuerpo comenzó a volverse más denso, más sólido. La fluidez que lo hacía invencible se desvanecía, reemplazada por una rigidez creciente. Intentó dispersarse, pero el cemento y el agua lo estaban uniendo.
"¡No! ¡Me estoy endureciendo! ¡No puedo moverme!" gritó Marko, sus movimientos volviéndose lentos y torpes.
Peter no le dio tregua. Disparó una serie final de telarañas densas y rápidas, no para detenerlo, sino para guiarlo hacia un área específica del sitio de construcción: una gran fosa de cimentación, ya llena de una mezcla de arena y agua.
Marko, sintiendo su cuerpo volverse una masa pesada y pastosa, tropezó y cayó en la fosa. El agua de la fosa se mezcló con la arena y el cemento que ahora formaban su cuerpo, acelerando el proceso de solidificación.
Peter se posó al borde de la fosa, observando. El Hombre de Arena, antes un coloso imparable, ahora era una estatua viviente de arena y cemento húmedo. Sus movimientos se detuvieron, su forma rígida e inamovible. Su rostro, antes amenazante, ahora era una expresión petrificada de desesperación.
"No te mataré, Flint," dijo Peter con calma, aunque sabía que su destino era incierto. "Pero no puedes seguir lastimando a la gente. La ciencia tiene una forma de lidiar con cada elemento."
La policía y los equipos de emergencia llegaron, perplejos ante la escena. Encontraron a Flint Marko, inmovilizado en una masa sólida de cemento y arena, demasiado pesado para moverse, pero claramente vivo. Spider-Man, como siempre, había desaparecido.
Desde un tejado cercano, Peter observó cómo los ingenieros de construcción comenzaban a evaluar cómo retirar la colosal figura de arena. Había sido una de sus batallas más complejas, no una de fuerza, sino de conocimiento. Había utilizado su dominio de la química y la física para derrotar a un enemigo que parecía invencible, solidificando no solo a Marko, sino también su propia reputación como el héroe más inteligente de Nueva York.