El olor a desinfectante y la tenue luz de la lámpara sobre mi cabeza eran lo primero que registraba mi conciencia. Parpadeé, la visión aún borrosa, y traté de moverme, pero una sensación de debilidad me invadió. ¿Dónde estaba? Lo último que recordaba era el claxon ensordecedor y la sensación de impacto. La muerte, supuse. No era exactamente el gran final que había imaginado para mi vida.
Entonces, una voz suave y familiar resonó cerca. "Oh, Gohan, despertaste. Gracias a Dios".
Girando la cabeza lentamente, me encontré con un rostro joven, amable, y tan increíblemente real que mi corazón dio un vuelco. Pelo lila, expresión preocupada, pero con un destello de alivio en sus ojos. Bulma. La Bulma de mi infancia, la Bulma del anime. Y si ella estaba aquí...
Mi mirada se desvió hacia la ventana. El cielo estaba teñido de un extraño tono rojizo y anaranjado, y las ruinas de lo que parecían ser edificios se alzaban en el horizonte. No era mi mundo. No era la vibrante ciudad que había dejado atrás. Era... era ese mundo. El futuro devastado.
Un escalofrío me recorrió. "Mamá..." balbucí, la voz sonando extrañamente infantil y ajena.
Bulma me sonrió, una sonrisa genuina pero con un matiz de cansancio. "Sí, cariño. Te desmayaste en el entrenamiento. Trunks estaba muy preocupado."
Trunks. Mi hermano pequeño, en esta línea de tiempo. Y un escalofrío aún mayor me recorrió. Entrenamiento. Desmayo. Bulma. Trunks. Este no era un sueño feo ni un delirio post-mortem. Esto era Dragon Ball. Y yo era Son Gohan. El Son Gohan del futuro.
El pánico intentó apoderarse de mí, pero lo contuve. Había sido un fanático acérrimo de Dragon Ball toda mi vida. Había visto esta historia innumerables veces. Conocía cada golpe, cada pérdida, cada tragedia. La muerte de Goku. La llegada de los Androides. La masacre de los Guerreros Z. Mi propia muerte. La desesperación de Trunks. La aniquilación de todo.
Una amarga risa escapó de mis labios. ¿Morir y reencarnar en el personaje más trágico de la saga? El universo tenía un sentido del humor retorcido. Pero a la vez, una extraña sensación de propósito comenzó a burbujear en mi interior. Este era el peor de los futuros posibles. Y yo, que conocía todos los errores, todas las decisiones equivocadas, estaba aquí. Con una oportunidad. Una única, gloriosa oportunidad.
"¿Gohan? ¿Estás bien? Te ves un poco pálido", dijo Bulma, acercándose y poniendo una mano en mi frente.
Su tacto era real, cálido. Y me di cuenta de la fragilidad de este momento. Aquí estaba ella, viva. Aquí estaba Trunks, en algún lugar. Y los Androides... aún no habían destruido todo por completo. Tenía tiempo. Poco, pero tiempo.
Miré a Bulma, y una nueva determinación se encendió en mis ojos infantiles. "Estoy bien, mamá", dije, mi voz adquiriendo una firmeza que la sorprendió un poco. "Solo... tuve un sueño muy extraño."
Ella sonrió. "Ya veo. Bueno, lo importante es que estás aquí. Debes descansar un poco más."
Mientras ella se alejaba para preparar algo, mi mente corría a mil por hora. Si esto era real, si realmente era Gohan, el destino de esta línea de tiempo estaba en mis manos. Ya no era un espectador. Era un participante. Y esta vez, no iba a dejar que nada saliera como en la historia original.
El entrenamiento iba a ser brutal. La preparación, exhaustiva. Cada conocimiento que había acumulado como fan sería crucial. Debía superar mis límites, y superar los suyos. Los Androides no eran invencibles. Lo sabía. Solo habían ganado porque los héroes de esta línea de tiempo no estaban preparados, no tenían el conocimiento.
Pero yo sí. Y esta vez, el futuro no iba a ser el de la aniquilación. Esta vez, Son Gohan no iba a morir. Esta vez, iba a salvarlos a todos. La sonrisa que se formó en mis labios, aunque un poco macabra, era de pura determinación. Que vengan, Androides. Estoy listo para cambiar la historia.