Ficool

Chapter 15 - Capítulo 15: La Confesión y el Pacto Precario

El silencio en el salón era más pesado que el rugido de Trevor. La calma de Michael actuaba como un escudo, desconcertando a su furioso ex-socio. Trevor, tenso y al borde de la explosión, se revolvía en el sofá, sus ojos fijos en Michael.

"Habla, Michael", espetó Trevor, su voz ronca de rabia contenida. "Explica por qué mi mejor amigo, mi hermano de armas, se levantó de entre los muertos para vivir una vida de mierda en una mansión de mierda mientras yo... ¡mientras yo estaba cavando en la mugre del desierto!"

Michael asintió lentamente, su mirada serena. "Lo entiendo, Trevor. Sé que tienes derecho a estar furioso. Y no voy a justificarme por todo. Pero te voy a decir la verdad, la verdad de lo que pasó en North Yankton y por qué las cosas resultaron así."

Se reclinó ligeramente, observando a Trevor, buscando cualquier señal de que su calma se estaba rompiendo. "Aquel día en North Yankton... no fue como lo recuerdas. El plan se fue al carajo desde el principio. Brad... Brad fue un cabrón. Y Dave Norton... él no estaba allí para salvarnos. Estaba allí para salvarme a mí. Para ofrecerme un trato."

Los ojos de Trevor se entrecerraron. "¿Un trato? ¿De qué coño hablas, Michael? ¡Brad murió, yo casi muero! ¡Y tú desapareces en la nada!"

"El trato era con el FIB, Trevor. Una salida. Una nueva vida, aquí, bajo un programa de protección de testigos", Michael mantuvo su voz plana, cada palabra calculada. "Tenía que desaparecer. Fingir mi muerte. Lo que no sabía, lo que no planeé, fue lo de Brad. Él no estaba en el trato. Él... bueno, él no tuvo la misma suerte que yo. Y para el FIB, tú y yo éramos socios. Si uno moría, el otro tenía que desaparecer."

Trevor se levantó bruscamente, el sofá crujió bajo su peso. "¡Mientes! ¡Me mentiste, Michael! ¡Me dejaste tirado! ¡Brad está en una tumba que yo desenterré, y tú te echaste la siesta en una mansión!" Su voz subió de volumen, pero Michael se mantuvo inalterable.

"No te mentí, Trevor. Te dejé vivir. Esa fue la única forma de que tú también salieras con vida de aquello", Michael lo miró directamente a los ojos. "Y no es una vida fácil, Trevor. Esta mansión, esta familia… es una jaula dorada. He estado aburrido, deprimido, sintiendo que no era yo mismo. Como si estuviera viviendo la vida de otra persona."

Esa última frase pareció resonar con Trevor, cuya mirada parpadeó con un atisbo de comprensión, o al menos, confusión. Trevor también había sentido la sensación de no pertenecer, de ser diferente.

"¿Y ahora, qué, Michael? ¿Ahora que sabes que estoy vivo y te he encontrado? ¿Vas a huir de nuevo? ¿O vas a volver a tu vida de criminal de bajo nivel? ¿O vas a dejarme solo, otra vez?" La ira de Trevor no había disminuido, pero había un dolor palpable en sus palabras, una necesidad de respuestas.

"No voy a huir, Trevor. Y no voy a volver a lo de antes, no de la misma forma", Michael se levantó, lento y deliberado, hasta quedar de pie frente a Trevor. "Estoy intentando hacer las cosas bien aquí. Con mi familia. Estoy intentando construir algo real, algo que dure. Pero sé que no puedo escapar de mi pasado. De nuestro pasado."

Michael hizo una pausa, midiendo sus palabras con cuidado. Este era el punto de inflexión. "Mira, Trevor, no quiero que tu caos entre en mi vida familiar. No quiero que asustes a mis hijos, ni que destruyas lo poco que estoy reconstruyendo con Amanda. Pero eres mi viejo amigo. Mi único viejo amigo. Y sé que tienes un talento para el caos. Un talento para... para resolver problemas a tu manera."

Trevor lo miró, su mente procesando la propuesta tácita. "¿Así que me necesitas? ¿El gran Michael De Santa necesita al viejo Trevor para limpiar su mierda?" Había un dejo de triunfo en su voz.

"Te necesito", admitió Michael, sorprendiéndose a sí mismo por la facilidad con la que lo dijo. "Pero no para que hagas de las tuyas. Te necesito para un propósito. Para hacer lo que hacemos mejor, pero de una manera más inteligente. Más... eficiente. Sin llamar la atención innecesariamente. Sin el caos gratuito."

La furia de Trevor no se disipó, pero una nueva emoción comenzó a manifestarse: curiosidad. Y tal vez, solo tal vez, un atisbo de esa lealtad retorcida que siempre los había unido. "Y si te digo que no, Michael? ¿Qué vas a hacer? ¿Llamar al FIB otra vez?"

"No", respondió Michael, con firmeza. "Si dices que no, me aseguraré de que tú y yo nunca más nos crucemos. Será el fin. Para siempre. Y sé que a ninguno de los dos nos gustaría eso."

Trevor lo miró fijamente. Podía sentir el cambio en Michael, la nueva determinación, la extraña calma. No era el Michael débil y aburrido que había imaginado. Este era un Michael diferente, uno que quizás, solo quizás, podría darle a Trevor lo que él realmente anhelaba: un propósito, un compañero que lo entendiera, incluso si lo odiaba por ello.

"Esto es una locura, Michael", gruñó Trevor, aunque el veneno en su voz había disminuido ligeramente. "Una completa y jodida locura."

"Lo sé", dijo Michael. "Pero estamos aquí. Y esto es lo que hay. ¿Estás dentro, Trevor?"

Trevor miró a su alrededor, la mansión, el lujo que odiaba y envidiaba. La mirada de Michael, tan inquebrantable. Con un suspiro que sonó como un rugido contenido, Trevor finalmente asintió. "Mierda. Estoy dentro, Michael. Pero si intentas joderme otra vez, te juro que te mataré. Lentamente. Muy lentamente."

Michael extendió una mano. "Trato. Ahora, ¿quieres ese whisky o no?"

Trevor miró la mano extendida, luego la mirada seria de Michael. Finalmente, con una mueca que podría haber sido una sonrisa forzada, estrechó la mano de Michael. El pacto, precario y volátil, estaba hecho.

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