*TREVOR*
[Anoche después de acabar la celebración]
Llegamos a la sede, mis padres tambaleándose por el exceso de alcohol.
Layra, aprovechando su permiso, decidió quedarse un poco más. Mientras Layra ayudaba a mi madre con la bebé, yo sostenía a mi madre, que había bebido mucho más que mi padre. Él, aunque tambaleante, aún podía llevar a Elowen, que dormía plácidamente en sus brazos.
"Entremos ya, hay que descansar", le dije a mi madre, sintiendo la carga de su peso mientras caminábamos despacio hacia la habitación.
"Está *hip* bien", respondió mi madre, soltando un hipo y casi riendo mientras intentaba mantener el equilibrio.
"Mamá, pon de tu parte y trata de caminar", me quejé, sintiendo una mezcla de frustración y cariño. Ella, como respuesta, me jaló la oreja, diciendo: "Déjame en paz, ¿quieres? No eres tu difunta abuela para darme sermones".
Finalmente, llegamos a la habitación. Layra abrió la puerta y yo cargué a mi madre el último tramo hasta la cama, dejándola caer suavemente. Mi padre acostó a Elowen en su cuna y Layra colocó a la bebé en su lugar. Vi a mi padre quitándole los zapatos y las joyas a mi madre con movimientos cuidadosos, antes de cubrirla con la sábana.
Ella se acurrucó, tomando toda la sábana. "Parece que ya quiere llegar el invierno", murmuré, notando el frío que se infiltraba en la habitación. Sabía que el invierno estaba cerca y duraría más de medio año.
"Debo irme entonces, nos vemos mañana", me despedí de mi padre y Layra, cerrando la puerta detrás de mí.
Mi cuerpo estaba tenso por la falta de ejercicio, y mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de mi comunicador. "Discípulo Emwind, venga a la habitación de su hermano", dijo un enfermero.
Corrí rápidamente hacia el ala médica, mi corazón acelerado por la mezcla de preocupación y esperanza. Al llegar a la habitación de Therius, pregunté: "¿Qué sucede?"
"Hay actividad en su cerebro y su cuerpo ha empezado a tener espasmos ligeros", respondió el enfermero, su voz teñida de esperanza.
"¿Cuánto tiempo lleva así?", pregunté de nuevo, tratando de entender la situación.
"Al menos media hora, casi una", contestó. Mi corazón se llenó de esperanza al escuchar sobre el cambio en Therius.
"¿Ocurrió ahorita?", pregunté, esperando más información.
El enfermero negó con la cabeza. "Solo en ese tiempo. Tratamos de hablarle, pero no respondió más. Incluso la actividad cerebral se detuvo".
"Entiendo. ¿Algo más?", pregunté, sintiendo la fatiga en mi cuerpo.
"Me temo que no, Discípulo Emwind. Esto es lo único que ha ocurrido en este mes", respondió.
"De acuerdo, entonces me iré a descansar y tú deberías hacer lo mismo. Te ves realmente mal", le dije, dándole una palmada en la espalda.
Soltó un bostezo y se estiró. "Nos vemos entonces, gracias hasta ahora", le agradecí y me fui, dejando que el cansancio finalmente me alcanzara.
***
Me encontré nuevamente en la habitación de Therius, ahora acompañado de mis padres, observando cómo los médicos examinaban a mi hermano.
"Dices que anoche hubo actividad cerebral y espasmos en su cuerpo, ¿verdad?", preguntó mi madre, buscando confirmar la información.
"Así es. Ahora, con más descanso, los médicos examinarán a Therius y verificarán si sigue habiendo actividad", le contesté.
"Ve por Max e Iesel, a ellos les gustaría saber esto", me pidió mi madre, y acepté sin dudar.
Saliendo de la sede, me dirigí a la capital para recogerlos. Los encontré casi saliendo de las puertas de la academia y nos detuvimos frente a ellos. Ambos se sorprendieron al verme y, al subir al carruaje, les di la noticia de la actividad cerebral. Sus ojos se llenaron de esperanza.
Durante las cinco horas de camino, el carruaje estaba lleno de tensión y nerviosismo. Finalmente, al llegar a la sede, Main nos esperaba fuera. "¿Qué haces aquí?", le pregunté.
"Me mandaron por ustedes, volvió la actividad y esta vez duró más", nos contó.
"De acuerdo, rápido, hay que llegar ya", les dije, acelerando el paso. Los pasillos resonaban con nuestros pasos apresurados, y los saludos de los soldados se mezclaban con nuestras respiraciones agitadas.
A lo lejos, vi a mi madre con la bebé en brazos, mirando por el vidrio en la pared. "Mamá, ya los traje", le hablé, y ella me miró nerviosa.
"Hijo, qué bueno que ya estás aquí", dijo mi madre mientras me abrazaba, y luego a Max e Iesel.
"Main me dijo que la actividad regresó", le dije a mi padre.
Asintió en respuesta. "Duró casi dos horas esta vez. Incluso sentimos esperanza de que despertara", dijo, con tristeza en su voz.
"Sería un perfecto regalo de cumpleaños si fuera así", dijo Iesel, sorprendiendo a todos.
"¿Qué? ¿Por qué no nos dijiste antes? Pudimos haber preparado algo sencillo", preguntó mi madre, incrédula.
Iesel se rascó la cabeza, avergonzada. "No hay nada de bueno en un cumpleaños cuando alguien está en mal estado en el mismo día", dijo, haciendo que Layra y Elowen la abrazaran.
"No importa, hoy también es tu día y trataremos de hacer algo entre nosotros mañana junto con los demás en el gremio", dijo mi madre, con una sonrisa.
"Gracias", respondió ella, emocionada.
"Max, ¿cuándo es el tuyo?", pregunté.
"El mío es a finales de año", contestó.
Mi madre me miró y supe lo que significaba esa mirada. "Oh, casi igual que mi cumpleaños. Podríamos celebrarlo juntos", propuso Layra.
Mi cumpleaños ya había pasado y habíamos hecho algo tranquilo entre nosotros. "Avísales a los demás que mañana haremos algo y que se preparen", decía su mirada.
****
*ALTEA*
Aún con dolor, decidimos dejar a Therius temprano por la mañana para llegar a la capital y celebrar el cumpleaños de Iesel.
"En serio, no debían hacerlo. Les dije que no significaba mucho para mí", dijo Iesel, ansiosa.
No quería saber ni imaginar si a ella le habían celebrado un cumpleaños antes. Enterré esa preocupación junto a las demás.
Llegamos al gremio y bajamos todos juntos.
Layra se adelantó para avisar de nuestra llegada. Entramos y todo parecía normal.
"Vamos a la sala de entrenamiento, ahí podemos hacerlo con más tranquilidad", propuse.
Fuimos hasta ahí y, al entrar, todos sorprendieron a Iesel, asustándola.
"¡Sorpresa!", gritaron, haciéndola apoyar en la pared. "Casi me da un infarto", se quejó, riendo después. "Creo que dijeron algo tranquilo".
"Muchas gracias", agradeció, soltando una lágrima. Le regalaron todo tipo de joyería, así que solo le dimos algo de ropa y calzado, acompañado de maquillaje. Los hombres no sabían mucho, así que se festejó entre mujeres.
El día pasó con calma. Los informes sobre Therius no mostraban cambios y todo siguió con normalidad. Les contamos a todos sobre las novedades y algunos rezaron, deseando cosas buenas.
"Así que al final se quedarán el resto del año", les dije a Sonia y Dominic.
"Así es. Aprovechando que faltan unos meses para la graduación de Layra y las inscripciones en la academia", contestó Sonia.
"Serviremos como aventureros durante ese periodo para ganar dinero y aportar al gremio mientras Atheria nos da donde dormir", dijo Dominic.
"Comprendo. Viola, aprovecha que estás aquí y busca su ayuda para entrenar. Todos aquí son capaces de enseñar", le aconsejé.
"Entendido, tía Altea", respondió Viola, entusiasmada. Giró y miró a los otros. "Estará a su cuidado entonces", dijo, emocionada.
Reímos y seguimos con el día hasta que la noche cayó. "Debemos irnos entonces. Calafell ya necesita dormir y yo también. Anoche estuvo llorando un poco porque se enfermó", dije, bostezando.
"¿Se recuperó?", preguntó Sara.
"Sí, los médicos de la sede me ayudaron y en medio día mejoró", contesté.
"Me alegro. Vayan con cuidado y avísenos si hay alguna novedad con Therius", dijo Atheria mientras nos despedíamos.
Subimos al carruaje y nos acomodamos. "Nos vemos hasta entonces, adiós", nos despedimos y nos fuimos.
Pasamos por la academia para dejar a Max e Iesel. Gracias al artefacto dimensional que les regalaron, no tuvieron problemas con sus regalos. "Nos vemos hasta entonces, tío y tía. Por favor, cuídense y avísenos si hay algún cambio con Therius", se despidieron, y nosotros de ellos.
****
En un abrir y cerrar de ojos, pasó otro mes, sumando dos meses desde que Therius entró en coma. Yo seguía ayudándolo con sus ejercicios corporales, con la esperanza de que pronto despertara. Durante ese mes, la actividad cerebral de Therius incrementó, pero sus convulsiones cesaron, lo cual era un pequeño alivio.
"Ya van dos meses, esto me está angustiando demasiado", murmuré, mientras estaba en la cama con la bebé. Calafell, que había empezado a gatear y sentarse por sí misma, se tambaleaba y caía de vez en cuando. Siempre dejábamos que ella mirara a Therius para que no olvidara su cara.
Dorian estaba al otro lado de la cama, observándonos con una leve sonrisa. Parecía contento por los pequeños logros de la niña. Calafell, al notar la presencia de Dorian, gateó hacia él y se sentó, extendiendo sus manos y cerrando y abriendo sus puños.
"Dorian, abrázala. Te está rogando para que la cargues", le dije, burlándome un poco. Él la abrazó y se levantó, haciéndola reír mientras jugaban juntos.
A veces, Elowen se sentía celosa al ver la atención que Dorian le daba a Calafell. Manteníamos comunicación con los del gremio y con los niños en la academia, informándoles de los avances de Therius. Incluso les enviábamos fotos de Calafell en brazos de Dorian, sin que él se diera cuenta. Trevor también pasaba por aquí y jugaba con ella, lo que alegraba a la pequeña.
Layra había regresado a la academia para continuar con sus estudios y prepararse para sus últimos meses antes de la graduación. Su presencia se extrañaba, pero sabíamos que era por su bien.
Una tarde, mientras jugaba con Calafell, llegó una llamada del ala médica. "Señora Altea, necesitamos que vengas de inmediato. Hay cambios en su hijo", dijo la voz del médico.
El corazón me dio un vuelco. "Dorian, cuida a Calafell. Tengo que ir al ala médica", le dije rápidamente, sintiendo una mezcla de esperanza y miedo. Corrí hacia la habitación de Therius, encontrándome con los médicos alrededor de su cama.
"¿Qué sucede?", pregunté, intentando mantener la calma.
"Su hijo ha mostrado una mejora significativa en su actividad cerebral. Está respondiendo a estímulos externos", explicó uno de los médicos.
Sentí una oleada de alivio y emoción.
"¿Significa que podría despertar pronto?", pregunté, con lágrimas en los ojos.
"Es una posibilidad. Continuaremos monitoreándolo de cerca", respondió el médico.
Regresé a la habitación donde Dorian estaba con Calafell. "Hay esperanza, Dorian. Therius está respondiendo a estímulos", le dije, y él me abrazó fuerte.
"Eso es maravilloso, Altea. Tenemos que mantener la esperanza", respondió, con una sonrisa que no veía desde hacía mucho tiempo.
Esa noche, dormimos con un poco más de tranquilidad, sabiendo que Therius estaba mostrando signos de recuperación. Aunque el camino aún era incierto, la pequeña chispa de esperanza era suficiente para seguir adelante.
Los días pasaban lentamente. Cada día, visitaba a Therius, esperando algún cambio más significativo, alguna señal de que estaba cerca de despertar. Dorian, siempre fuerte, se mantenía a mi lado, cuidando de Elowen y Calafell, asegurándose de que yo no me desmoronara.
Trevor también estaba más presente. A menudo, lo encontraba sentado junto a la cama de Therius, hablándole sobre sus días, sobre cómo todos en el gremio seguía funcionando, y cómo todos esperaban ansiosos su regreso.
"Therius, tienes que despertar pronto", le decía Trevor, sosteniendo su mano. "Tus hermanos te necesitna, y nosotros también. Layra está a punto de graduarse y querrá verte ahí y Elowen te extraña aún más."
Aunque Therius no respondía, Trevor no perdía la esperanza. Su perseverancia y fe inquebrantable eran una fuente de fortaleza para todos nosotros.
Una mañana, mientras estábamos en la habitación de Therius, el médico nos informó que la actividad cerebral de Therius había alcanzado un nuevo pico. "Esto es un buen signo, pero aún no sabemos cuándo despertará. Puede ser pronto, o puede tomar más tiempo", dijo el médico.
"Lo importante es que está progresando", respondió Dorian, tratando de mantener el ánimo.
Trevor se arrodilló junto a la cama de Therius y comenzó a hablarle. "Hermano, tienes que seguir luchando. Todos te estamos esperando. Layra ha estado estudiando mucho y está ansiosa por verte y Elowen entrena fuertemente. Y yo… bueno, necesito a mi hermano menor para que me dé algunos malos chistes. Además, Calafell está aprendiendo a caminar, y necesitas estar aquí para verlo."
Las palabras de Trevor llenaron la habitación de una mezcla de tristeza y esperanza. Todos queríamos que Therius despertara, pero entendíamos que debíamos ser pacientes.
Una noche, después de un día particularmente largo, me encontré sentada al lado de la cama de Therius, sosteniendo su mano. "Therius, sé que estás luchando. Siento que estás tratando de volver con nosotros. No te rindas, por favor", susurré, con lágrimas en los ojos.
Dorian entró y se sentó a mi lado, colocando una mano en mi hombro. "Él lo logrará, Altea. Therius es fuerte, igual que tú. Solo tenemos que darle tiempo", me dijo suavemente.
En ese momento, Calafell, que estaba en los brazos de Trevor, comenzó a balbucear. Era como si también estuviera hablando con su guardián y futuramente su padre adoptivo. "Veamos si esto funciona", dijo Trevor, acercando a Calafell a la cama de Therius.
Los días continuaban, llenos de rutina y espera. Layra seguía enfocada en sus estudios, pero nos visitaba siempre que podía. "Sé que pronto despertará", nos decía, su voz llena de determinación.
El vínculo entre nosotros como familia se fortalecía, cada uno apoyando al otro en los momentos de duda y tristeza. Incluso en medio de la incertidumbre, nos recordábamos mutuamente que no estábamos solos.
Una tarde, mientras Trevor y yo estábamos con Therius, noté un pequeño movimiento en su mano. "¡Trevor, mira!", exclamé, sintiendo una nueva ola de esperanza.
Trevor se acercó rápidamente. "¡Therius, si puedes oírnos, aprieta mi mano!", dijo, con la voz temblorosa.
Por un momento, no pasó nada. Luego, lentamente, sentí una leve presión en mi mano. "Lo hizo, Trevor. Therius nos escuchó", susurré, las lágrimas rodando por mis mejillas.
Aunque era un pequeño gesto, significaba el mundo para nosotros. Therius estaba ahí, luchando por volver con nosotros. Nos aferramos a ese momento, sabiendo que, aunque el camino aún era largo, había esperanza.
Las semanas seguían pasando y ya casi era la graduación de Layra, y aunque Therius aún no despertaba, cada pequeño signo de progreso nos daba fuerzas para seguir adelante.
Sabíamos que, con paciencia y amor, Therius encontraría el camino de regreso a nosotros. Y mientras tanto, estábamos preparados para apoyarlo en cada paso del camino, sin importar cuánto tiempo tomara.