Ficool

El peso del deseo

Three_ON_Lights
7
chs / week
The average realized release rate over the past 30 days is 7 chs / week.
--
NOT RATINGS
181
Views
Table of contents
VIEW MORE

Chapter 1 - El peso del Deseo

El Espejo que No Miente

El departamento olía a comida recalentada y al perfume barato, ese aroma dulce que siempre se quedaba flotando en los pasillos como un recordatorio de que "alguien más" vivía aquí. Alguien que no la miraba dos veces.

Asuka cerró la puerta de su habitación con el pie, el golpe sordo resonando en su pecho. Nadie la esperaba. Como siempre.

Se quitó el traje de piloto con movimientos bruscos, despegándose de su piel con un sonido húmedo. El aire frío del cuarto le rozó los pezones al instante, endureciéndolos. —Mierda.— Se los cubrió con las manos, como si alguien pudiera verla. Como si a alguien le importara.

El espejo del armario estaba empañado, pero no tanto como para no ver su reflejo, una chica flaca, de piernas largas y torso estrecho, con el cabello rojo enredado y los labios entreabiertos. No una mujer. Aún no. Pero casi. Sus manos bajaron por su propio cuerpo, trazando las curvas que apenas empezaban a formarse: las costillas marcadas bajo la piel pálida, la cintura que podía abrazarse con los dedos de una sola mano, las caderas estrechas que nunca llenarían un vestido como los de las actrices en las revistas que escondía bajo el colchón.

Se quitó las bragas. El algodón estaba húmedo. Siempre húmedo después del entrenamiento, como si su cuerpo supiera, antes que su mente, lo que realmente quería.

Se acercó al espejo, tan cerca que su aliento empañó el vidrio. Mírame. Por una vez, mírame de verdad.

Sus dedos rozaron su entrepierna, sus labios suaves y rosados, ya hinchados. Imagina que es él. No Shinji, nunca Shinji, sino alguien. Alguien mayor. Alguien que la mirara como se mira a una mujer, no como a una piloto, no como a una niña problemática, sino como a algo deseable.

Cerró los ojos.

Manos que no son las tuyas. Manos grandes, ásperas, que la agarran por las caderas y la levantan como si no pesara nada. Que la empujan contra la pared, que le susurran al oído cosas que no tiene que "suplicar" para escuchar. "Eres hermosa." "Me vuelves loco." "No puedo parar de pensar en ti."

Sus dedos se hundieron dentro de sí misma, dos, luego tres, estirándola, preparándola para algo que nunca había sentido. El dolor era bueno. El dolor significaba que alguien la estaba tocando. *ÑPor fin.

—Bitte…— susurró, sin darse cuenta de que lo decía en voz alta. —Por favor. Tócame. Quiero que me toques.

Su otra mano subió a su pecho, apretando el pequeño bulto de su seno, pellizcando el pezón hasta que el dolor se convirtió en un latido entre sus piernas. Imagina que es su boca. Su lengua caliente lamiendo, chupando, dejando marcas que durarían días. Que todos sepan que alguien te quiere.

El orgasmo la tomó por sorpresa, un espasmo violento que la dejó sin aliento, las piernas temblando, los dedos aún dentro, como si pudiera retener el placer un poco más, como si pudiera guardarlo para después, cuando la soledad volviera.

Se apoyó contra el espejo, jadeando, el vidrio frío contra su frente. —Nadie te va a querer así— le susurró una voz en su cabeza. La voz de su madre. La voz que siempre ganaba.

Pero por un segundo, solo un segundo, había sido deseada.

Se limpió con el dorso de la mano, dejando un rastro pegajoso en el muslo. Mañana se ducharía. Mañana se pondría el uniforme y volvería a ser la mejor piloto, la más fuerte, la que no necesitaba a nadie.

Pero ahora mismo, en el silencio del cuarto, con el eco de su propio nombre en los labios, Asuka Langley Soryu solo quería que alguien, cualquiera, la mirara y pensara: "Eres mía."