Ficool

Chapter 1 - capitulo 1 el peor personaje

Pensamientos: 'Hola'

Susurros: {Hello}

Sonidos: [boomm]

La oscuridad de la noche rodeaba a Fran mientras yacía herido en el suelo, el frío y la humedad se filtraban a través de su ropa y se extendían por su cuerpo. El sonido de las sirenas de la policía se acercaba cada vez más, un recordatorio constante de su situación desesperada.

La imagen de su hermano, con una sonrisa falsa en el rostro, mientras lo entregaba a los oficiales, se repetía en su mente como una pesadilla.

El frío hilo de la confianza y la traición era algo que siempre estuvo presente en la vida de Fran. Era algo casi palpable. Las ratas sufrían, eran la escoria, la basura que era pisada fuertemente por sus pies. Vivir en Italia lo había arraigado a fuertes lazos familiares y de lealtad. Darle la espalda a esos valores era darse la espalda a sí mismo.

La mafia era un negocio nada respetable; se hablaba de honor y respeto, pero en realidad era solo una carrera de quien era más inteligente. Una leve caída o vacilación y fácilmente eras el objetivo del próximo disparo. Morir luchando era honor; morir traicionado era un insulto. Lo odiaba con todo su ser; morir de forma tan patética y poco respetable.

La escoria lo había traicionado. Nunca se lo imaginó; su propio hermano de sangre lo había entregado a los oficiales. Viéndose a sí mismo, siquiera sabía cuántas balas lo habían alcanzado: dos, tal vez tres. Pero si era consciente del dolor era intenso que lo recorría, un fuego que ardía en su interior y se extendía por todo su cuerpo.

Vivió toda su vida con el enemigo cerca, cenando, riendo, viéndose a los ojos cuando se prometían lealtad el uno al otro. Era desagradable, una rata despreciable sin valor alguno. Aun con sus acciones de poca ética, pensó que guardarían por lo menos el honor de sus promesas.

¡Qué basura sin sentido!

A lo lejos oía gritos, tal vez pasos cada vez más cerca de su cuerpo que poco a poco se rendía en los brazos de la muerte. El olor a sangre y sudor emanaba de su cuerpo, un recordatorio constante de su mortalidad. Siempre imaginó que con todo su dinero y pocos enemigos podría morir de vejez en algún país escondido.

Como decía mi madre: "¿El karma?" Si nunca había creído en algo tan exasperante como dicho ser. Viéndose en esta situación, tal vez su madre no estaba del todo equivocada. ¡Qué triste! Era triste, desagradable y también vergonzoso por todo en lo que se había convertido, todo lo que había hecho. Aun entre criminales de su época existían personas como él.

Mató a muchos y torturó a pocos, pero nunca había sido sin un motivo. Alguna vez quiso retroceder, bajar la pistola y simplemente vivir una vida tranquila con alguna mujer, tener hijos y criar algún animal de estimación. ¡Qué triste! Nunca pudo dar marcha atrás; y ahora, mientras sus párpados le pesaban como dos montañas en sus hombros, pidió por primera vez una segunda oportunidad.

La oscuridad se cerraba sobre él, y Fran sabía que su tiempo se estaba acabando. La muerte se acercaba, y con ella, la respuesta a todas sus preguntas. ¿Podría encontrar la paz en el más allá, o sería condenado a vagar en la oscuridad para siempre? Solo el tiempo lo diría.

--- En algún lugar de escocia

La habitación estaba envuelta en una luz suave y difusa, que se filtraba a través de las ventanas largas y estrechas que se extendían a lo largo de la pared.

El aire estaba cargado de un silencio opresivo, como si el tiempo mismo se hubiera detenido.

Fran siempre había sido alguien difícil de sorprender, tal vez por su estilo de vida; o tal vez porque había visto y vivido tantas cosas que simplemente no había más sentido en lo que podría ser una sorpresa. Pero ahora, viéndose a sí mismo en este nuevo cuerpo, no podía negar que estaba realmente sorprendido.

No había dolor, no había sangre ni estaba en algún hospital común. La camilla en la que yacía era estrecha y dura, con un colchón delgado que apenas ofrecía algún confort.

En la pared opuesta a las ventanas, una puerta de madera oscura parecía cerrada con llave, como si estuviera sellando el destino de Fran en este cuerpo que no era el suyo. "¿Harry Potter?" Tal vez era alguna alucinación de última minuto en su vida. Después de todo, había crecido cuando la serie de libros estaba en su auge.

Su juventud fue rodeada de las historias de un mundo mágico, de hechizos y varitas mágicas, de criaturas fantásticas y aventuras épicas. Un criminal que le gustaba la magia...

Si sus enemigos se enteraran de tal desfachatez, se reirían hasta que murieran. Abriendo sus ojos un poco más, paseó su mirada por toda la sala vacía, notando la ausencia de cualquier objeto o decoración que pudiera darle alguna pista sobre su situación.

Ni siquiera se escuchaba el suave sonido del viento. El silencio era absoluto, como si el mundo mismo se hubiera detenido. Cuando un nombre lo golpeó como una patada en la entrepierna: Peter Pettigrew. Sus manos se apretaron de asco y rabia tan gélidos que tal vez se estaba haciendo algo de daño. Un traidor, la escoria del mundo mágico; débil, poco talentoso y realmente descuidado.

Para alguien como Fran, tener su conciencia en este cuerpo era como si le hubieran escupido en su cara. Morir por un traidor y reencarnar en uno que estaba destinado a hacerlo... La ironía era casi demasiado para soportar. La ira y el asco se apoderaron de él, y por un momento, se olvidó de todo lo demás.

Mientras recordaba y trataba de quitarse la fuerte sensación de asco, nunca notó cómo la puerta vieja de madera que daba paso a la enfermería se abría. Fran estaba perdido, su mente clavada en la pared mientras trataba de darle algún sentido a esta situación. A su mente un poco aturdida llegaron más recuerdos, de él mismo, de su hermano sonriéndole, de Peter Pettigrew tratando de esconderse detrás de James en una mala situación, de su hermano entregándolo, de Peter lamiéndole las botas a Sirius. Era simplemente humillante. Tal vez nunca se dio cuenta cuando lágrimas bajaron lentamente por sus ojos. ¿Tenía siquiera el derecho de derramar lágrimas? Era un criminal, alguien que causó daño a familias, mató personas por su propia causa, y aunque al final del camino se sentía arrepentido, nunca podría borrar sus decisiones.

La mirada de decepción de su madre, que trabajaba para tratar de darle un mejor futuro, la prematura muerte de su hermano mayor en un barrio de Francia, y finalmente la traición de la única persona que nunca esperó que lo traicionara... Cuando una solitaria mano se puso en su hombro, salió brevemente de su aturdimiento sentimental. No hizo ningún gesto de alegría o reconocimiento, tal vez una leve ceja alzada al ver a un extraño vestido de verde, de cara algo anciana, que lo veía fijamente. "¿Quién eres tú?" La pregunta salió de su boca antes de por lo menos pensar con racionalidad.

La señora, que parecía salida de un cuento como todo lo que lo rodeaba, abrió un poco sus ojos. Fran levantó su mano y de un manotazo apartó la mano de la señora de su hombro. "Hice una pregunta", volvió a reclamar él con un tono de voz más agrio de lo necesario. Tal vez fue su tono o el manotazo, pero Fran pudo percibir cuando la leve sorpresa desapareció del rostro de su visitante. Su mirada, antes sorpresiva y preocupada, se enmascaró en una fachada de profesionalismo y algo de desdén.

"Señor Pettigrew, soy la profesora McGonagall", respondió ella con calma mientras paseaba de un lugar a otro en la sala. "Se encuentra ahora mismo en la enfermería. Al parecer fue imprudente con un hechizo y terminó rebotando con su cuerpo. Madam Pomfrey, enfermera de Hogwarts, dijo que no habría efectos secundarios". Su repentina caminata se detuvo cuando encaró a Fran con esa misma mirada poco atenciosa. "Al parecer no fue del todo cierto", terminó de decir ella con un tono algo más bajo.

"¿Hechizo? ¿Pettigrew?", preguntó Fran con las cejas levantadas. "¿No está ya mayor para esta clase de chiste, señora?", volvió a decir Fran con un tono de burla y incredulidad. Los ojos de Minerva se movieron con irritación al observar lo que parecía ser la nueva personalidad de su alumno menos querido. Antes de siquiera responderle, otra voz la interrumpió cuando entró a la sala de enfermería: "Me temo, joven Pettigrew, que la profesora McGonagall no está realizando ninguna broma".

Fran volvió su mirada a la persona que había hablado, su voz era más calmada y menos acelerada que la de la mujer. Algo alto y viejo, también con una gran barba que podría rivalizar con la de Santa Claus, una larga túnica de color azul claro y ojos algo distantes pero penetrantes. "No sabía que estábamos en una fiesta de disfraces", comentó Fran mientras pasaba su mirada por el nuevo integrante. No notó cómo la ceja de su profesora se movía con irritación. El anciano solo sonrió con complicidad: "Las túnicas son una vestimenta grandiosa, joven Pettigrew. Se las recomiendo para el verano", respondió él sin ninguna señal de irritación por su comentario.

Fran suspiró y volvió a pasear su mirada por la sala. Conocía a todos muy bien, y qué fan respetable no lo haría. Pero no podía siquiera pensar en actuar como un pusilánime. Ya era bastante asqueroso estar en la posición en la que se encontraba. Si para cambiar las cosas tenía que fingir que no recordaba nada, así sería. Lamentable, mentir para él era como jugar en un parque de niños. Después de esa pequeña reflexión, Peter volvió su mirada hacia la mujer.

"Me podrías explicar qué es Hogwarts", preguntó él con un tono más calmado. Prefería hablar con la mujer y fingir que el anciano no lo miraba como un juguete nuevo. McGonagall volvió su mirada hacia Dumbledore y suspiró con cansancio. Esta conversación iba a ser larga.

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En la noche, la luna siempre se escondía levemente detrás de las grandes montañas de Escocia, era una vista maravillosa tanto para magos como para las personas normales.

El cielo siempre estrellado y luminoso, casi como si tuviera vida propia, entre sus líneas y límites azules, había una historia que contar que pocos entendían, pero aún así su luz iluminaba a todos, hasta a los más malvados. En una sala de enfermería, se encontraba Peter Pettigrew, o lo que quedaba de él.

Su cuerpo, ahora habitado por una persona de otro mundo, estaba totalmente inmóvil mientras apreciaba el bello cielo que iluminaba a todo Hogwarts. Era tarde, ya muy entrada la noche, y después de una poción de Madam Pomfrey, se le ordenó descansar en la enfermería esa noche.

La explicación de McGonagall había sido larga y cansativa, y un poco vergonzosa; al parecer, su profesora no tuvo una pizca de piedad en describirlo entre líneas como poco talentoso, tímido, payaso y un cobarde entre brujos.

Claro que él ya lo sabía, siempre lo supo. Suspirando con cansancio, Peter levantó su mano algo regordeta y se la pasó por su cabello grasoso. Sus ojos de un azul acuoso brillaban con algo diferente mientras pensaba en sus opciones.

Realmente, nunca se había dicho mucho sobre los Merodeadores; sus descripciones eran relativamente cortas, y cuando se llegaba a Peter, todo empeoraba. Al parecer, era huérfano de madre y padre, criado por su abuela, algo desgastada por los años.

En algunos años, cuando hubiera fingido su muerte, esta misma señora recogería un premio de Merlín categoría uno, y su dedo; al menos el bastardo sabía cómo esconderse.

Perdidos en sus pensamientos, nunca notó cómo el luminar de la noche hacía que la puerta de la enfermería se abriera con cuidado. Su mente trabajó a mil cuando el frío viento de afuera le rozó la nuca, instintivamente su mano rápidamente corrió a su cintura, solo aire; ya no tenía un arma encima. Chasqueando la lengua, se giró y con cuidado tomó la varita que descansaba en la otra parte de su bolsillo.

Con varita en mano, el silencio bajó en la sala de la enfermería de Hogwarts. La luz de luna alumbraba a una suave vela que reveló cómo, aparentemente de la nada, tres figuras aparecían frente a él.

'La capa de invisibilidad', pensó rápidamente en su mente. Pero su expresión nunca mostró algún signo de sorpresa.

Las tres figuras, ahora sonrientes, le devolvían la mirada con diversión y algo de alivio. "Vaya lío en el que te metiste, Peter", dijo la primera figura con un tono totalmente despreocupado. Era algo alto, de tez algo bronceada, cabello largo, rostro pulido y sonrisa llena de ironía; el más guapo entre ellos sin lugar a dudas.

"No sabía que en Hogwarts era permitido entrometerse en la sala de pacientes en recuperación", dijo su voz, de nuevo algo distante, lo que pareció dejar perplejo al joven. Los otros dos, a quienes conocía como James y Lupin, solo alzaron una ceja con sorpresa.

"Oye, idiota, te vinimos a ver. Vaya sorpresa que nos llevamos al descubrir que te heriste a ti mismo con un hechizo", dijo el que habló ahora con un tono de voz más suave, claramente Lupin.

"Si McGonagall dijo que tenías problemas de memoria, pero nunca dijo que ahora eres el señor sarcasmo", terminó de completar James Potter.

Aquí te dejo la corrección de la tercera parte:

Peter sonrió con ironía y negó con la cabeza: "Qué te digo, el golpe fue serio, tal vez desarrollé algo de ironía". Al relajar su voz, los otros tres también lo hicieron.

Sirius de nuevo se acercó a él con una sonrisa burlona, le pasó el brazo por los hombros y rio con sorna: "Debería dejarle la investigación al loco de Lupin, él es mejor en eso que nosotros".

Ante el comentario, Lupin alzó las manos con exageración y también sonrió mientras se acercaba: "Realmente nos preocupaste, amigo. James no dejaba de llorar cuando McGonagall nos lo contó".

"¿Quién lloraba? Recuerdo que Sirius fue el que suplicó para verte", pregunta James mientras se acercaba mas al grupo,

la discusión se prolongó entré risas y burlas mal hechas. Peter permaneció callado mientras veía la interacción entre estas personas jóvenes, estaban tan unidas que parecían una familia. Eran hermanos, y el pensamiento lo hizo revolver el estómago, por lo que le habían hecho, por lo que esta rata había hecho. La relación no iba a ser igual; Peter ya no era igual, pero al menos trataría de mejorar.

Mientras reía y escapaba del brazo de Sirius, se puso detrás de Lupin y apuntó con burla: "Prefecto, este Black malvado se está metiendo conmigo; regáñalo", dijo con ironía mientras se dirigía hacia su camilla.

"Tu pequeña rata", reclamo sirius con irritación en su voz.

Peter volvió a sonreír, una sonrisa sincera que tal vez hablaba de un futuro mejor, uno sin tantos arrepentimientos.

...

..

Me pareció interesante intentar esta idea, después de dia de pensar lo vi muchas posibilidades.

La apariencia de Peter pettigrew no es muy agradable eso lo sabemos todos, por lo tanto después de mucho pensarlo decidí que su apariencia futuro se va a relacionar con una persona que los fanático de Harry Potter asocian mucho con Peter pettigrew

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