Un chico alto de cabello negro y ojos azules caminaba de regreso a su casa después de entrenar MMA. Vestía una camiseta negra ajustada que marcaba sus músculos, unos pantalones blancos holgados y unas zapatillas negras. Su nombre era Karl, y desde pequeño había sentido una gran fascinación por las artes marciales. Esto se debía a que era un gran fanático de los animes de acción, especialmente de personajes que luchaban cuerpo a cuerpo, como Guy de Naruto o Akaza de Kimetsu no Yaiba .
Mientras regresaba, Karl iba distraído mirando su móvil, revisando por enésima vez la pelea entre Guy y Madara. Aquella batalla lo fascinaba.
—Sigo pensando que Guy debería haber muerto allí… habría sido un final épico —murmuró—. Al final, Naruto lo salvó, pero en Boruto ya no pudo hacer mucho, aunque sigue siendo increíblemente fuerte.
De repente, el estruendo de la bocina de un camión lo sacó de sus pensamientos. Karl levantó la vista y vio cómo un niño había corrido hacia un paso de peatones para recoger una pelota de fútbol. El camión, que se encuentra demasiado cerca, no tendría tiempo de frenar. El conductor tocaba la bocina con desesperación, pero el niño se había quedado paralizado en medio de la calle, incapaz de reaccionar.
—¡No en mi guardia, hijo de puta! —gritó Karl antes de lanzarse a correr con todas sus fuerzas.
En un instante llegó hasta el niño, lo tomó en brazos y saltó hacia la acera, salvándolo del impacto gracias al impulso de la carrera.
— ¿Te encuentras bien? —preguntó Karl, aún agitado.
El niño no respondió.
—Oye, ¿estás bien? —repitió preocupado, temiendo haberlo lastimado en la maniobra.
Pero cuando intentó tocarlo de nuevo, su mano lo atravesó como si fuese humo.
Karl se quedó helado.
—Espera un momento… no me digas que…
Giró lentamente la cabeza, y lo que vio le heló la sangre: la parte delantera del camión estaba cubierta de sangre, ya unos metros del vehículo yacía un cuerpo con los miembros doblados en ángulos imposibles.
De repente, Karl sintió cómo su cuerpo era arrastrado hacia otro lugar. En un abrir y cerrar de ojos, se encontró frente a un ser cuyo cuerpo parecía formado por galaxias enteras.
Karl, atónito, soltó un grito varonil mientras daba un salto hacia atrás.
El ser estalló en carcajadas ante su reacción.
—¡Jajajajaja! Nunca me canso de las reacciones que tenéis cuando os traigo ante mí —dijo, limpiando lo que parecía ser una lágrima hecha de estrellas.
Luego se inclinó levemente hacia Karl.
—Aunque lo que más me sorprende no es tu muerte, sino que decidieras quedarte para asegurarte de que el niño estuviera bien. Eso es muy honorable.
—G-gracias —respondí con algo de vergüenza por el elogio.
—Bien, empecemos —continuó el ser—. Tengo muchas almas que atender, después de todo soy el encargado de este sector de la galaxia.
Con un gesto, apareció un archivo en sus manos.
Archivo del alma
Nombre: Karl Apellido: Reus Edad: 16 años – Estimación de muerte: 86 años Género: Masculino Causa de muerte: Atropello al salvar a un niño. Puntos de alma: 55.250.000
—Interesante… muy interesante —murmuró sorprendido.
—Perdona, ¿qué es lo raro? —pregunté confundido.
—Pues que tú no deberías haber muerto hoy, sino dentro de setenta años.
—¡¿Qué?!
—Es raro, sí. No es la primera vez que un ser con gran voluntad cambia su destino, pero es la primera vez que alguien altera su futuro únicamente para alargar el de otro. Eso es verdaderamente honorable.
Me quedé en silencio, procesando sus palabras.
—Pero… ¿qué son exactamente esos puntos de alma que mencionaste antes?
—Es un medidor que usamos para determinar si una persona ha sido buena o mala. Al nacer, todos parten desde cero. Tus puntos aumentaron de forma desorbitada debido a tu sacrificio ya que salvaste indirectamente muchas más vidas.
— ¿Indirectamente? ¿Cómo es eso? —pregunté intrigado.
—Ese niño, tras sobrevivir, decidió de pequeño que quería ser médico para salvar vidas como tú salvaste la suya. Creció, descubrió curas contra muchas enfermedades y salvó a millas de personas.
—Me alegra mucho… parece que ha tenido una buena vida —dije sonriendo con sinceridad.
El será asistido.
—Bien, ahora puedes elegir. Ir al cielo, al paraíso… o reencarnar en el mundo que quieras.
—Prefiero reencarnar. He vivido muy poco tiempo… —respondí con una pequeña sonrisa.
—Muy bien. Normalmente costaría puntos de alma, pero en tu caso, por tu sacrificio y porque me caes bien, será gratis.
—¿En serio? Muchas gracias.
Una gran pantalla apareció frente a mí, mostrando numerosos mundos. En la esquina superior derecha había un filtro. Al pulsarlo, surgió un teclado holográfico. Sin pensarlo, escribí "anime". Solo apareció cuatro mundos vacíos; el resto estaban ocupados.
Disponibles:
Boku no Pico — 0/1
Berserk — 0/1
Preparatoria de los Muertos — 0/1
Dungeon ni Deai o Motomeru no wa Machigatteiru Darō ka ( DanMachi ) — 0/1
Los mundos como Naruto o Kimetsu ya estaban llenos, lo cual me entristeció un poco. De los que quedaban, el único que me interesó fue DanMachi . No me apetecía enfrentarme a zombies ni toparme con la "mano de Dios"… y mejor no hablar de Boku no Pico .
—¿Quién demonios elegiría esa basura? —bufé.
En ese instante, la opción de Boku no Pico se marcó como llena y desapareció de la lista. Mi cara se puso verde solo de imaginar a qué alma desgraciada le había tocado ese destino. Rápidamente seleccioné DanMachi , y la opción también desapareció marcándose como completa.
Enseguida apareció un nuevo panel dividido en dos pestañas: Cuerpo y Habilidades .
Primero abrí Cuerpo , donde se mostró:
Cuerpo actual: Humano normal
Cerebro: razonamiento lógico, memoria limitada, aprendizaje progresivo.
Cuerpo físico: fuerza promedio, resistencia limitada, curación lenta.
Corazón: bombeo sanguíneo estándar, emociones fluctuantes.
Sistema nervioso: reflejos de milisegundos, transmisión nerviosa común.
Energía interna: energía vital básica.
Inmunidad y longevidad: vulnerable a enfermedades, vida limitada (70–100 años).
Obviamente lo puse todo al máximo. El panel cambió a:
Apoteosis:
Cerebro: genio absoluto, memoria perfecta, comprensión instantánea.
Cuerpo físico: fuerza sobrehumana, regeneración inmediata, resistencia ilimitada.
Corazón: energía vital casi infinita.
Sistema nervioso: reflejos instantáneos, percepción del tiempo ralentizada.
Energía interna: manipulación espiritual, energía inagotable.
Inmunidad y longevidad: inmunidad absoluta, regeneración celular, longevidad casi infinita.
El precio me dejó helado: 45.400.000 puntos de alma .
—Dios… normal que cueste tanto. Esto me hará rotísimo… —reí nervioso antes de confirmar.
Mis puntos se redujeron a 9.850.000 .
La pestaña cambió a Habilidades . Para mi sorpresa, ya había tres adquiridos automáticamente:
Regeneración Súper Rápida — Cura cualquier herida en muy poco tiempo.
Evolución Infinita — Acelera la adaptación y la evolución del usuario.
Resistencia Absoluta — Inmunidad a cualquier estado (veneno, maldiciones, parálisis, etc.).
El precio de cada una equivalía al de una categoría maximizada, lo que me dejó en shock. Supuse que era una compensación por haber llevado todo mi cuerpo al máximo. Con los puntos restantes, selecciona más habilidades hasta gastar todo:
Ocho Puertas Internas — Técnica prohibida que libera los limitadores del cuerpo, otorgando un poder devastador.
Aguja de Brújula — Permite sentir puntos vitales e intención asesina del enemigo.
Mundo Transparente — Estado mental que permite ver más allá de la carne, anticipando movimientos enemigos.
Al finalizar, apareció mi estado, con un formato similar al de DanMachi :
Nombre: Karl Reus
Nivel: 1
FUERZA: ???? Ex
RESISTENCIA: ???? Ex
DESTREZA: ???? Ex
AGILIDAD: ???? Ex
MAGIA: ???? Ex
Habilidades:
Regeneración Súper Rápida
Evolución Infinita
Resistencia Absoluta
Mundo Transparente
Magia:
Aguja de Brújula ---- ( Canto ultra corto) : Activación de técnica, Aguja de brújula.
Ocho Puertas Internas ----- (Sin canto)
—Parece que mis parámetros son tan altos que el sistema de DanMachi ni siquiera puede numerarlos estando en nivel 1 —dije sonriendo.
Confirmé mi elección. El ser me miró con seriedad.
—Has hecho un buen uso de tus puntos, Karl. Pero recuerda: en ese mundo existe alguien aún más poderoso que tú. Hazte fuerte, pequeño.
Tras sus palabras, creó un portal tras de mí que comenzó a tragarme.
—¡Por cierto! No sé dónde caerás. Te envié a Orario, pero puedes aparecer en cualquier lugar dentro de la ciudad. ¡Te deseo suerte!
—¡Espera, qué…! —alcancé a gritar antes de ser absorbido completamente.
Continuará…