Ficool

Chapter 1 - Celestial Descent

La Misión Celestial – El Despertar del Guardián

En el borde del universo, más allá del tiempo y la materia, se encuentra un reino inmutable: Elysiar, el Trono de la Luz, donde la eternidad canta y la creación respira en armonía. No hay noche, porque no hay sombra; no a la guerra, porque el equilibrio es la ley. Allí moran los guardianes celestiales, seres de propósito divino, forjados no solo para vigilar, sino para intervenir cuando la existencia misma se ve amenazada.

Entre ellos, uno estaba descansando.

Karlriel, arcángel de la justicia y la misericordia, se arrodilló en los Jardines de Cristal. Sus alas, extendidas sobre la hierba luminosa, temblaban suavemente como si respondieran a una melodía distante. En sus manos, la empuñadura de una espada dormida: Solatrium, forjada en la llama del primer amanecer. Sus ojos estaban cerrados, su mente inmersa en recuerdos que no pertenecían al Cielo.

Pensó en la Tierra.

De los rostros humanos que una vez tocó. De los gritos y las oraciones. De los ojos levantados al cielo, anhelando la salvación. Recordó el calor de sus lágrimas, la fragilidad de sus cuerpos... y su inesperada fuerza interior.

De repente, el aire cambió. El jardín cayó en un silencio absoluto. No era el silencio de la paz, sino algo más profundo: el silencio de lo que está por venir.

Una voz surgió de todo y de nada.

Karlriel... Ha llegado el momento.

El arcángel no necesitaba volverse. Sabía quién era. Su alma temblaba como ante el primer aliento de la creación. El Todopoderoso estaba hablando. Y cuando habló, no hubo preguntas. Uno escuchaba con el alma desnuda.

"¿Ha caído el velo, Señor?" preguntó sin levantar los ojos.

"Sí. La Segunda Tierra ha sido desgarrada. Sus criaturas están cruzando a la realidad de los hombres".

"Pero eso no debería ser posible..." Karlriel susurró, levantando la mirada con angustia.

Ante él, una esfera azulada de energía se abrió como una flor de llamas. En el interior, aparecieron escenas del mundo mortal: ciudades consumidas por fuego negro, cielos llorando sangre y criaturas que no deberían existir caminando entre hombres y mujeres desesperados.

"Ya no pueden luchar solos. La fe se marchita. El miedo avanza".

"¿Por qué yo? ¿No hay otros más dignos? Fuerte... ¿Menos emocional?"

La respuesta fue una pausa. Entonces, la verdad:

"Porque los amas. Porque cuando los demás se alejaron, lloraste por ellos. Porque en ti, la compasión aún vive".

Karlriel se levantó con solemnidad. Sus alas se extendieron ampliamente, cubriendo el jardín con un halo de luz azul y dorada. La espada en su espalda comenzó a vibrar, despertando como si también hubiera escuchado la llamada.

"Descenderé. Pero no como mensajero, ni como juez. Descenderé como protector".

Así será. Te concedo permiso... y la carga. Protege su fe. Defiende sus almas".

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