Ficool

Chapter 29 - The Lion's Prey

Patio de Entrenamiento de la Escuela Técnica de Hechicería de Kioto

Las palabras aún resonaban en el aire como una amenaza mal contenida.

¡Crees que eres el mejor solo por ser un Zen'in! ¿Por qué no peleas conmigo y lo demuestras?

Naoya se giró lentamente, con una sonrisa apenas visible, burlona. Su uniforme inmaculado contrastaba con la tensión de la sala. Utahime Iori, de pie cerca, frunció el ceño.

"¡Basta, Ichiro!", exclamó. "¡Esto no es un dojo callejero! ¡Estás aquí para aprender, no para reclamar tu lugar!"

Pero Ichiro Kawakami, un hechicero de segundo año conocido por su fuerza física y sus técnicas de mejora corporal, no se rendiría. No después de ver a ese chico arrogante destruir maniquíes con una técnica imposible de leer.

No después de que Naoya humillara a dos estudiantes con movimientos simples durante una evaluación inicial.

Naoya, con las manos en los bolsillos, caminó lentamente hacia el centro del campo.

"No hace falta que grites tanto", dijo con indiferencia. "Si tienes algo que demostrar, arrodíllate y empieza desde ahí".

Ichiro apretó los dientes. "¡Te callaré, mocoso engreído!"

Utahime dio un paso adelante, pero una mano descansó suavemente sobre su hombro.

Era Gakuganji.

Déjalos en paz, Utahime. A veces la mejor lección es la más dolorosa.

Ella lo miró con furia contenida, pero retrocedió. "Esto no está bien..."

El duelo comenzó.

Ichiro activó su energía maldita con una técnica de fortalecimiento muscular. Su cuerpo brilló con un azul oscuro. Se precipitó hacia Naoya como una bala.

"¡RAAAH!" gritó, con el puño envuelto en energía comprimida.

Pero Naoya... simplemente desapareció.

"¿¡Eh...!?" Ichiro se quedó desconcertado.

Una fracción de segundo después, Naoya estaba detrás de él. Lo observaba como si examinara un insecto en un frasco.

"Demasiado lento."

Y entonces, en un instante, Naoya blandió un dedo hacia la cabeza de Ichiro, creando un impacto invisible que lo lanzó por los aires como si lo hubiera atropellado un tren. El joven se estrelló contra el muro de piedra del campo, dejando una grieta visible. El silencio se hizo de inmediato.

Nadie lo había visto moverse.

—Tu técnica de refuerzo es vulgar —murmuró Naoya, limpiándose el dedo con un pañuelo que sacó del bolsillo—. Si vas a alzar la voz contra un superior, al menos asegúrate de que te oigan desde arriba.

Utahime corrió hacia Ichiro. Estaba vivo, pero inconsciente.

—¡¿Estás loco, Naoya?! ¡Podrías haberlo matado!

Naoya se giró lentamente hacia ella. No sonreía.

"Si muere por eso... entonces no era un hechicero. Solo era carne energizada."

Utahime apretó los puños. Quería gritar. Quería golpearlo. Pero no lo hizo. No allí. No con Gakuganji observándolo con esos ojos brillantes.

El director estaba sonriendo.

Control impresionante. Velocidad. Precisión. Y algo más... crueldad estratégica. No solo ganó. Dejó huella.

"¿Y entonces?", preguntó Utahime, conteniéndose. "¿Estás satisfecho con lo que has creado?"

"Esto no es creación, Utahime. Es domar dragones", replicó Gakuganji. "Si sobrevive en la manada, será el primero entre los monstruos".

Naoya se alejó del campo sin mirar atrás.

En su mente, un solo pensamiento brilló:

"Estos niños... no son más que ruido."

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