Ficool

Chapter 22 - La Última Nota en Silencio

El cielo estaba cubierto de nubes grises cuando Kenji salió de casa. No hubo desayuno compartido ni risas en la mesa; Kyoko apenas lo miró cuando cruzó la cocina, y Yuriko sonrió con esa calidez que ahora dolía más que consolaba. Cada paso hacia el instituto se sentía pesado, como si arrastrara una cadena invisible.

El aula de música lo recibió con el ruido habitual: Iura golpeando la batería sin razón, Marin peleando con Sengoku por las luces, y Remi sacando fotos para subir a redes. Pero para Kenji, ese bullicio sonaba distante, como si alguien hubiera bajado el volumen del mundo.

—¡Kenji-kun! —La voz de Marin irrumpió en su burbuja. Venía cargando una caja enorme envuelta en papel dorado—. ¡Llegaste justo a tiempo para el gran reveal!

Kenji parpadeó, tratando de enfocarse.

—¿Qué… es eso?

—¡Nuestros vestuarios definitivos! —canturreó Marin, colocándola sobre la mesa con un golpe triunfal—. ¿Listo para ser el dios del escenario?

Sengoku, que parecía al borde de un colapso nervioso, se pasó la mano por el rostro.

—Marin, ya discutimos esto. No podemos parecer una boyband coreana en un evento escolar.

—¿Y por qué no? —replicó ella, cruzándose de brazos—. ¡Hay que apuntar alto, Sengoku-kun!

Kenji forzó una sonrisa, pero su mente estaba en otra parte. Cada nota que tocaban durante el ensayo sonaba hueca, como si no le perteneciera. No porque no amara la música, sino porque la duda lo devoraba: ¿qué pasará cuando sepan la verdad?

La respuesta llegó antes de lo esperado. A mitad del ensayo, la puerta se abrió y entraron Sakura y Sawada. Ninguna dijo nada, pero sus miradas bastaron para añadir más tensión al ambiente. Sakura se sentó en silencio al fondo, con ese gesto sereno que ocultaba un huracán. Sawada, en cambio, se apoyó en la pared, los brazos cruzados, observándolo como si quisiera arrancar la verdad de sus ojos.

Kenji sintió un escalofrío, pero siguió tocando. Fingir normalidad era lo único que podía hacer.

La tarde cayó pesada, y con ella, el silencio en casa. Kyoko no pronunció palabra durante la cena. Yuriko intentó llenar los huecos con comentarios suaves, pero el vacío se notaba. Cuando Kenji subió a su cuarto, el ambiente era tan denso que apenas podía respirar.

Dejó la guitarra en el rincón y se desplomó en la silla. El teléfono vibró. Supo quién era antes de mirar la pantalla.

Reiji Nakamura.

Abrió el mensaje, y el corazón le dio un vuelco.

"Contrato listo. Firma mañana a las 7 p.m. Si no vienes, no habrá segunda oportunidad."

Debajo, un archivo PDF con el título "Aurora Music – Acuerdo de Representación".

Kenji dejó caer el teléfono sobre el escritorio. Sintió que el mundo giraba demasiado rápido. Todo lo que había intentado equilibrar —la banda, su familia, la promesa de ser perfecto— se desmoronaba.

Tomó aire, tratando de calmar el temblor en sus manos. Y entonces, algo en el suelo llamó su atención: un sobre blanco, deslizándose por debajo de la puerta.

Lo recogió. No tenía remitente, solo su nombre escrito con una caligrafía que reconocería en cualquier parte. Kyoko.

Lo abrió con manos torpes. Dentro, una sola hoja, con letras firmes y directas:

"Haz lo que quieras, Kenji. Pero recuerda: la perfección no vale nada si la consigues solo."

El papel tembló entre sus dedos. Y por primera vez en mucho tiempo, Kenji sintió que las lágrimas querían escapar.

Esa noche no durmió. Tocó la guitarra hasta que los dedos le dolieron, buscando respuestas en las cuerdas. Pero las notas sonaban vacías, como si esperaran algo que él no podía darles.

Cuando el amanecer tiñó el cielo de naranja, Kenji sabía que tenía que decidir. Solo que no imaginaba que la decisión lo enfrentaría a todos… y que alguien ya se había enterado de más de lo que debía.

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