La frontera se podía describir de una sola manera.
"Un territorio de muerte y conflicto eterno."
El reino Dyross, necesitaba de forma constante, nuevos soldados para mantener una fuerza capaz de defender la frontera.
La mayoría de los nuevos soldados eran jóvenes de 15 a 18 años, sin entrenamiento de ningún tipo y tampoco recibían educación al ingresar, era complicado que pudieran sobrevivir por mucho tiempo.
Era más sencillo reemplazar a los soldados, era más eficiente y práctico que invertir en cada uno de ellos, al final todos terminan muriendo.
Cuando llegue a la frontera, desde el carruaje donde nos llevaban a mi y a un grupo de jóvenes, pude ver cadaveres en el camino. Algunos estaban en los árboles colgados, empalados en palos, algunos llevaban tanto tiempo muertos que solo quedaban los huesos.
La señal de que la muerte me esperaba al llegar a la frontera.
...
Una vida normal era todo lo que pedía.
—¡QUEDATE ABAJO!
Recobré la conciencia.
Me habían derribado, estaba en el suelo, la nariz sangrando y con algunos moretones en los brazos y en el rostro.
La sangre se mezclaba con el color carmesí de mi cabello, pase mi mano por mi rostro y recogí mi cabello para poder ver, era largo y me bloqueaba la visión.
Escupí un poco de sangre, me había cortado el labio al recibir un golpe en la boca, también estaba cubierto de sangre toda mi cara.
Me habían dado una paliza de forma aplastante.
¿El culpable? Era el capitán de la compañía del ejercito, tan pronto como había entrado a las fuerzas de la frontera, nos pidieron una "prueba física".
Nadie sabía que esa prueba física, significaba ser apaleado frente a todos para humillarte.
Yo no era un muñeco de entrenamiento.
Había resistido más que el resto de novatos, intenté defenderme, responder a los golpes y pelear como era debido, me había levantado cada vez que me caía y insisto en continuar. Este combate pudo haber terminado con tan solo recibir unos 4 golpes, evitar la paliza y regresar a descansar sin graves heridas.
Intenté pararme, pero mi pierna recibió una patada y no podía moverla, no se había contenido con sus golpes, y no iba a poder continuar está vez.
—No perdamos más el tiempo, el que sigue por favor.
Nuestro capitán de compañía, era cruel, pero era una fortuna saber que esta era solo una tradición llevada a cabo para educar a los novatos como yo.
Pude ver cómo algunos de mis superiores, los soldados que ya llevaban más tiempo aquí, estaban asombrados por mi persistencia, aunque también pude sentir que me miraban con recelo, pues creían que estaba siendo imprudente al resistirme más de la cuenta.
Todos los novatos recién ingresan en el ejército de la frontera, pasan por este infierno.
—Tomate un descanso en el barracón, lo vas a necesitar para mañana.
—Si gracias...
No tenía fuerzas ni siquiera para hablar, así que solamente me recosté y cerré los ojos para poder aclarar mi mente.
Había vivido por los últimos 16 años como un simple campesino, no tenía otra opción pues mi familia eran simples plebeyos.
Algo que aprendí, es que los nombres en este mundo son distintos.
Los plebeyos no tienen derecho a llevar apellidos, por lo que al nacer solo reciben un nombre, en mi caso "Gun", y se les apellida por el pueblo de donde nacieron, "Clain" en este caso.
Mi nombre completo termino siendo...
"Gun de Clain."
Intenté esforzarme para no ser enviado al ejercito, demostré ser bueno en la escritura y sabía leer desde pequeño, incluso llegue a ser ayudante de un escribano para un noble del pueblo. Generaba poco dinero, pero seguía siendo bueno generar algo de ingresos siendo pequeño, al ayudar a un noble a leer y escribir cartas.
Por desgracia, mi familia terminaba usando de mala manera el dinero que ganaba.
Mi padre era un alcohólico, mi madre donaba el dinero a la iglesia locol y mis hermanos siempre robaban mis ahorros.
Toda mi familia eran inútiles...
Al final, termine aceptando que no había otra opción más que unirme al ejercito y tratar de huir de mi familia.
Irónicamente, termine en un lugar peor que aquel que intentaba escapar.
Pude escuchar como otro chico estaba siendo arrastrado por el pasillo, parecía que estaban peleando pues estaban gritando por el camino.
—¡Puedo caminar por mi cuenta pendejos!
Lo lanzaron a la habitación y cerraron la puerta al irse.
¿Un duende?
El joven tenía una estatura muy pequeña incluso para ser un joven de 16, incluso lo confundiría con un niño si no fuera por su voz y la mirada de un animal salvaje que me dio.
—Te dieron una buena golpiza esos idiotas, me sorprendió que pudieras resistir más de 10 golpes.
—Solo quería dar una buena impresión...
El joven se rió con mi respuesta, como si le pareciera cómico ver mis inútiles esfuerzos por resaltar.
—Jajajaja~ Eso me hace sentir mejor, mínimo no fui el único descerebrado que lo intento.
Los moretones en su rostro contaban una historia increíble.
—¡Mira esto~!
Abrió su boca y me mostró algo horrible.
Tenía un par de dientes caídos, seguramente los perdió en medio del combate, pero parecía que no le importaba perderlos, era casi como si estuviera orgulloso de sus heridas tan graves.
—Estas loco de remate.— agregué al ver lo que me mostró.
Escupió un poco de sangré y volvió a reír como un desquiciado, era como si mis palabras le hicieran olvidar el dolor que sentía.
—Es bueno saber que no soy el único loco entre los nuevos, sería aburrido si hubiera sido el único en recibir una paliza de este estilo el primer día.
Por un segundo, también olvide el dolor de mis moretones y heridas, una sonrisa se plasmó en mi cara, como si sintiera una pizca de hermandad en esta situación.
Era bueno olvidar el dolor con un poco de humor.
—¡Eso sí que da miedo, jajajajaja!— dijo al ver mi sonrisa tétrica.
No podía sonreír correctamente, debido a que parte de mi rostro estaba entumecido y paralizado, aunque aún así, era bueno saber que no era el único idiota en este lugar.
—No me he presentado aún, mi nombre es Franc, provengo de un pueblo pesquero llamado Yiden.
Me extendió la mano con una sonrisa estúpida de oreja a oreja, parecía inocente, pero sus dos dientes faltantes lo hacían ver cómo idiota.
—Es un gusto Franc de Yiden, puedes llamarme Gun, vengo de un pueblo rural en las montañas, Clain es su nombre.
Nuestras manos se estrecharon, tenía fuerza en su mano, podía sentir que no era débil aunque era más pequeño que el promedio, yo tampoco era débil y ambos sonreímos al empezar a luchar para ver quién tenía más fuerza en su agarre.
Era un buen inicio hacer amigos el primer día.
Franc de Yiden, iba a ser un compañero de confianza, podía sentirlo por su forma de ser.
Deje de jugar con Franc.
La habitación donde estábamos comenzó a llenarse de novatos, era normal, este era un barracón al fin y al cabo.
Algunos de los novatos ya los había conocido en el viaje rumbo a este sitio, pero el resto eran desconocidos, la mayoría mantenían la cabeza baja, incómodos y con miedo de dar una imagen de debilidad.
"Pronto se eligirá al líder de los novatos."
Para nuestros superiores, era un inconveniente estar al pendiente de nosotros las 24 horas del día, así que debían elegir a un líder en cada barracón, esa era la norma.
Incluso en mi vida pasada, cuando me inscribí y realice el servicio militar, llevaban está práctica a cabo, era una forma eficiente de fomentar el orden y la camaradería entre los soldados.
Hasta ahora, había vivido como un simple plebeyo, intentando no llamar la atención de nadie.
Las cosas eran diferentes aquí.
Debía asegurarme de ser el nuevo líder de los novatos.
Un total de 20 novatos, cada uno con sus características y sus debilidades.
Franc de Yiden estaba a mi lado, intentando mantener una postura que le hiciera parecer fuerte y decidido.
Aunque se notaba estar confiado, el mirar cómo intentaba ponerse de puntillas para estar a la altura del resto era algo cómico. Pude notar que se esforzaban por nélreír enfrente de el.
Le di un golpe en el hombro delicado.
—Deja eso, nadie te va a tomar en serio si actúas así.
Soltó un suspiro y dejo de hacer el ridículo.
—Carajo...
Se resignó, aceptando que el nunca iba a llegar a ser intimidante en lo absoluto.
Podía sentir la mirada de mis compañeros, me intentaban juzgar por medio de lo que veían, ver mis debilidades y fortalezas.
Franc me miraba con una sonrisa malvada, casi como si estuviera viendo una oportunidad de oro.
—¿Porque no intentas sonreír más seguido Gun? Estoy seguro de que le encantará ver tu sonrisa a nuestros amables compañeros.
¡Eso era!
Con la sangre fresca de mis heridas, mi nariz rota, moretones y mi cabello rojo carmesí similar a la sangre.
Era una imagen que no podrían olvidar mis compañeros
Este era el inicio...
Algunos podían sentirse asqueados, otros solamente evitaban cruzar su mirada con la mía, pero otros me miraban fijamente.
Parecía un cadáver con tantas heridas, casi como si hubiera regresado de entre los muertos para arrastrar a alguien conmigo.
Estos jóvenes eran solo niños, cualquier cosa los podía impresionar.
Y aprovecharía eso para mi conveniencia.
La frontera era una tierra de muerte donde solamente los peores podían sobrevivir.
En este lugar, no existían los héroes o salvadores de cuentos de hadas, solamente soldados, carne de cañon.
Éramos villanos...
"Los villanos de la frontera."
[Fin del capítulo]