Ficool

Chapter 2 - Voces en un Mundo Silencioso

Capítulo 2

La ciudad de Noctheran no volvió a sonar igual después del sueño.

A pesar de que los pájaros volvían a cantar tímidamente, el cielo parecía más lejano…

…y las calles, más anchas de lo que eran.

Los relojes electrónicos no funcionan. Los calendarios estaban detenidos.

Y, como si el tiempo mismo dudara de existir, la gente hablaba poco, como si cada palabra pudiera romper algo frágil que los sostenía.

Laziel caminaba con pasos lentos hacia la vieja plaza del distrito norte. Vestía su habitual abrigo largo de tono gris oscuro, de cuello alto, con detalles de estilo victoriano. La capucha cubriría parte de su rostro. El viento giraba suavemente su cabello castaño oscuro, que caía sobre su frente, desordenado. Sus ojos gris celeste se mantenían serenos, casi vacíos, como si su alma aún no hubiera regresado por completo del lugar al que fue arrastrada aquella noche.

A su lado, el viento susurraba entre los árboles, pero su sonido parecía hueco, como si el aire viniera de un mundo distinto.

Allí, entre bancos polvorientos y faroles apagados, lo esperaban sus amigos:

Zeren Kallor, alto, de tez atlética, con cabello negro corto y barba incipiente. Su expresión era siempre seria, y sus ojos verdes oscuros miraban con una mezcla de rabia contenida y lógica. Vestía ropas negras algo gastadas y un abrigo militar sin insignias.

Riven Harris, más bajo y delgado, de cabello rojo alborotado y pecas en el rostro. Sus ojos eran ámbar claro, llenos de nerviosismo. Caminaba en círculos sobre el borde de la fuente seca, sin poder estar tranquilo. Llevaba un chaleco de cuero marrón y guantes sin dedos.

Jarek Solen, más pálido que los demás, apoyado en un bastón de madera tallada. Cabello largo y liso, de color gris plateado, sujeto por detrás con una cinta. Su rostro era inexpresivo, y sus ojos violetas parecían demasiado viejos para su edad. Usaba una camisa de lino blanco, un chaleco oscuro y pantalones grises ajustados.

Thalia Varys, la única chica, sentada sobre la barra de piedra. De piel clara, cabello negro azabache recogido en una trenza, y ojos azul profundo, fríos como el agua inmóvil. Llevaba un abrigo corto, camisa azul oscuro y botas altas. Giraba una pluma metálica entre los dedos, en silencio.

Laziel se detuvo a unos pasos, y durante unos segundos, nadie habló.

Hasta que Riven rompió el silencio.

— Dime que tú también viste esa cosa... esa barrera azul... — dijo sin mirarlo directamente.

Laziel afirmó con lentitud.

— No es una ilusión… está ahí. Una vista sencilla. Todo está… diferente. — respondió con voz baja.

Zeren miró hacia el cielo.

— Las estrellas cambiaron. No es el mismo cielo. Y… ¿notaron algo raro? —hizo una pausa, frunciendo el ceño—. No hay señal. Ni comunicación. No hay noticias del resto del mundo. Nada.

Jarek golpeó con el bastón el suelo de piedra.

— No hay mundo más allá de esto… aún. Estamos atrapados en una especie de caja. Y no sabemos por qué.

Thalía habló entonces, por primera vez. Su voz era suave, pero clara:

— Mi madre dijo que soñó con una criatura… hecha de humo y ojos rojos… Que la observaba mientras dormía.

Después despertó gritando… y su cabello tenía marcas blancas que no estaban antes.

Todos la miraron en silencio.

— ¿Estás diciendo que alguien… o algo… entró en su mente?

— No sé lo que era. Pero ella no es la única. Ya van seis personas con ese tipo de "sueños", o lo que sean.

Zeren suspira, rascandose la nuca.

- Tsk. Esto es más que un cambio geográfico. Algo... despertó con nosotros.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Laziel.

No era miedo. Era algo más profundo.

Como si su sangre reconociera que el mundo ya no le pertenece del todo.

Miró su palma por un segundo.

La marca aún seguía allí. Oscuridad. Dormida. Misteriosa.

Pero no se lo dijo a nadie.

Aún no.

— Y ustedes... — dijo él, desviando el tema —. ¿Notaron algo más… físico? ¿Una marca, una sensación?

— Sólo un dolor en el pecho al despertar — dijo Jarek —, como si alguien hubiera intentado arrancarme el corazón… pero al revés. Como si me lo hubieran colocado por primera vez.

Los demás se miraron entre sí.

El silencio volvió, pesado. Inquietante.

Hasta que Zeren señaló la torre lejana del gobierno de Noctheran.

— Dicen que el Rey Absoluto aún no ha dado señales desde la capital.

— Dicen muchas cosas — respondió Thalía —. Que esto fue un castigo, un experimento… o el inicio de una nueva era.

Laziel volvió a mirar la barrera azul a lo lejos.

Esa luz... esa energía…

No sentía miedo.

Sentía algo distinto.

Una llamada.

Pero aún no sabía de dónde venía.

Ni por qué él.

Esa noche, en un rincón olvidado del continente, algo se movió debajo de la tierra.

No era grande.

No era ruidoso.

Pero su despertar… no pasó desapercibido para los que lo observaban desde el otro lado de la barrera.

Y alguien, en algún lugar, sonriendo por primera vez en veinte años.

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