Lucas and Valeria indulge in a fiery passion, while her husband watches with excitement. The scene becomes even more erotic when Lucas burys his face in Valeria's vagina, and the three of them engage in a primal dance. Will they be able to keep their affair a secret?
Lucas curled up next to Valeria in the bed, his thin, light body contrasting with her generous curves. The room was dim, illuminated only by the dim light of the night lamp, creating an intimate atmosphere charged with sexual tension. Valeria, her eyes closed, was breathing deeply, her chest rising and falling in a relaxed rhythm. Lucas, however, was far from calm. His hands, trembling with arousal, moved cautiously over Valeria's body, as if afraid of waking her, although they both knew she was wide awake and aware of his presence.
With a slow, deliberate movement, Lucas slid his hand down Valeria's waist, feeling the softness of her skin beneath his fingers. His other hand rested on her rear end, squeezing it gently before gently parting it. Valeria opened her legs without resistance, offering him access to her intimate area. Lucas smiled contentedly, his member already erect and throbbing, eager for the touch.
"Are you ready, my love?" Lucas whispered, his voice husky with desire.
Valeria nodded, her eyes still closed, but a mischievous smile spread across her lips. "I'm always there for you, Lucas."
Without further ado, Lucas knelt between Valeria's legs, his face nearing her sex. The sweet, musky scent of her arousal filled his nostrils, and he couldn't help but moan in anticipation. With the tip of his tongue, he traced a slow path from her navel to her clitoris, feeling Valeria tremble beneath his touch.
—Oh, Lucas... —Valeria sighed, her hands tangling in his hair, guiding him to her center.
Lucas needed no further invitation. He buried his face in Valeria's hairy pussy, his tongue working with skill and dedication. He licked, sucked, and savored every inch of her sex, from her outer lips to the most sensitive spot of her clitoris. Valeria moaned, her hips moving rhythmically against Lucas's mouth, seeking more friction, more pleasure.
Valeria's husband, sitting in a corner of the room, watched the scene with a mixture of arousal and curiosity. He had grown accustomed to these encounters, to seeing his wife surrender her body to the young and passionate Lucas. But it never ceased to excite him, to feel that pang of desire and possession at seeing her enjoy herself so much.
Lucas, ajeno a la presencia del esposo, se concentró en dar placer a Valeria. Sus dedos se deslizaron dentro de ella, complementando el trabajo de su lengua. Valeria estaba empapada, su sexo acogiendo sus dedos con facilidad. Él sonrió contra su piel, saboreando su esencia mientras la preparaba para lo que estaba por venir.
—Quiero estar dentro de ti, Valeria —murmuró Lucas, levantando la cabeza para mirarla a los ojos.
Valeria, con los ojos brillando de deseo, asintió. —Tómame, Lucas. Hazme tuya.
Lucas no se lo hizo repetir. Se posicionó entre sus piernas, su miembro erecto apuntando hacia la entrada de su sexo. Con un empuje lento y deliberado, penetró a Valeria, sintiendo cómo su calor lo envolvía. Ambos gimieron, sus cuerpos conectando en una danza primitiva y apasionada.
El esposo, incapaz de contenerse más, comenzó a masturbarse discretamente, su mano moviéndose en sincronía con los movimientos de Lucas. Ver a su esposa siendo llena por otro hombre, escuchar sus gemidos de placer, lo excitaba de una manera que no podía explicar.
Lucas comenzó a moverse con más fuerza, sus caderas chocando contra las de Valeria en un ritmo frenético. Valeria lo recibió con entusiasmo, sus piernas enredadas en su cintura, sus cuerpos sudorosos pegados el uno al otro.
—Me encanta cómo te sientes, Lucas —gimió Valeria, sus uñas arañando la espalda de él.
—Y a mí me encanta cómo me haces sentir, Valeria —respondió Lucas, su voz entrecortada por el esfuerzo.
El esposo, ahora al borde del orgasmo, aceleró el ritmo de su mano. Quería correrse viéndolos, quería que su semen salpicara la habitación mientras Lucas llenaba a su esposa.
—Voy a acabar, Valeria —advirtió Lucas, su voz ronca.
—Sí, Lucas, sí... —Valeria lo animó, sus cuerpos moviéndose al unísono.
Con un grito ahogado, Lucas se vació dentro de Valeria, su semen caliente llenando su sexo. Valeria gimió, su cuerpo temblando con su propio orgasmo, sus paredes apretando el miembro de Lucas como si no quisieran dejarlo ir.
El esposo, en ese momento, también alcanzó su clímax, su semen salpicando el suelo mientras observaba la escena con ojos brillantes.
Lucas, aún dentro de Valeria, la besó con ternura, sus labios sellando su conexión. —Gracias, Valeria —susurró, su voz llena de gratitud y afecto.
Valeria sonrió, sus manos acariciando el rostro de Lucas. —Gracias a ti, Lucas. Por todo.
El esposo, ahora calmado, se acercó a la cama, una toalla en la mano. Con cuidado, limpió a su esposa, eliminando cualquier rastro de su encuentro con Lucas. Luego, con un movimiento fluido, se posicionó detrás de ella, su miembro erecto listo para tomar su lugar.
—¿Lista para mí, mi amor? —preguntó, su voz suave pero firme.
Valeria, con una sonrisa pícara, lo miró por encima de su hombro. —Siempre lo estoy para ti, mi amor.
El esposo penetró a su esposa con un movimiento fluido, sintiendo cómo su sexo, aún caliente y húmedo por Lucas, lo acogía. Valeria gimió, su cuerpo adaptándose rápidamente a la nueva invasión.
—Me encanta verte con él —confesó el esposo, sus caderas moviéndose con ritmo. —Es... divertido.
Valeria sonrió, sus manos agarrando las sábanas mientras su esposo la llenaba. —Me alegra que lo disfrutes, mi amor.
La habitación se llenó con los sonidos de su pasión, los gemidos de Valeria, los jadeos del esposo y el ocasional suspiro de Lucas, quien observaba con una sonrisa satisfecha.
En la visita siguiente, Lucas, siempre lleno de energía y deseo, se montó sobre Valeria con la misma facilidad de siempre. Su cuerpo flaco y liviano no representaba ningún peso para ella, y Valeria, esbelta y deliciosa, lo recibió con entusiasmo.
—¿Lista para un paseo, mi canguro? —bromeó Lucas, sus manos en las caderas de Valeria mientras la penetraba.
Valeria rió, su risa musical llenando la habitación. —Siempre lista para ti, mi pequeño canguro.
El esposo, como de costumbre, observaba la escena con una mezcla de arousal y curiosidad. Esta vez, sin embargo, tenía una tarea adicional: servir la comida. Con una bandeja en la mano, se acercó a la cama, ofreciendo frutas y quesos a la pareja.
—¿Quieren algo de comer, chicos? —preguntó, su voz calmada.
Lucas, sin dejar de moverse, tomó una uva de la bandeja, llevándosela a la boca de Valeria. —Come, mi amor. Necesitas energía para lo que viene.
Valeria sonrió, mordiendo la uva con delicadeza antes de besar a Lucas con pasión. El esposo, observando la escena, no pudo evitar sonreír. Este amorío, esta dinámica peculiar, se había convertido en algo normal para ellos.
Mientras Lucas continuaba montando a Valeria, el esposo se sentó en un rincón, su mano moviéndose con lentitud sobre su miembro. Se masturbaba con calma, disfrutando de la vista de su esposa abriendo sus piernas, mostrando su coño peludo y acogedor, y de Lucas cubriéndolo con su trasero.
La imagen era hipnótica: Lucas, como un pequeño canguro, saltando sobre Valeria, su miembro pegado a su sexo, sus cuerpos moviéndose en perfecta armonía. El esposo se sintió abrumado por la belleza de la escena, por la conexión que compartían los tres.
—Te amo, Valeria —susurró, su voz llena de emoción.
Valeria, sin dejar de moverse, lo miró con ojos brillantes. —Y yo a ti, mi amor.
Lucas, sintiendo la intensidad del momento, aceleró el ritmo, su cuerpo moviéndose con urgencia. —Voy a acabar de nuevo, Valeria —advirtió, su voz ronca.
Valeria sonrió, sus brazos enredados en el cuello de Lucas. —Sí, Lucas, sí... Acaba dentro de mí.
Con un grito de liberación, Lucas se vació una vez más, su semen caliente llenando el sexo de Valeria. La habitación se llenó con los sonidos de su pasión, los gemidos de Valeria, los jadeos de Lucas y el susurro del esposo, quien alcanzaba su propio clímax mientras observaba la escena.
Cuando todo terminó, los tres yacían en la cama, sus cuerpos sudorosos y satisfechos. Valeria, con una sonrisa en los labios, acarició el rostro de Lucas. —Gracias, Lucas. Por todo.
Lucas, with an expression of gratitude, kissed her forehead. "Thank you, Valeria. For allowing me to be a part of this."
The husband, with one hand on Valeria's shoulder and the other on Lucas's, smiled. "Thank you both. For making me part of this love affair."
The room fell silent, the three of them lost in their own thoughts. The future was uncertain, but in that moment, everything was right. They were together, connected by a bond of passion and trust that transcended convention.
And as the moonlight softly illuminated the room, the three fell asleep, their bodies intertwined, their hearts beating in unison. Love, in all its forms, had brought them together, and nothing else mattered.