La pasión estalla en la oficina. Li Ming, el "presidente personal" del jefe, se entrega a una intensa sesión de placer. Mientras el narrador observa, el director ejecutivo se une, creando una escena erótica inolvidable. ¿Hasta dónde llegarán?
El joven maestro Jian, con su cabello verde esmeralda y su sonrisa traviesa, regresaba a casa del festival del pueblo. La noche había sido larga, llena de risas, música y, por supuesto, del apasionado encuentro con su esposa, Li Ming. Ahora, mientras el sol comenzaba a asomar por el horizonte, Jian se encontraba en el baño, preparando un baño relajante para su amada. El vapor llenaba la habitación, creando una atmósfera íntima y sensual.
Li Ming, con su cuerpo esbelto y su piel suave como la seda, entró al baño con la pasión aún presente en sus ojos. Su cabello negro azabache caía en cascada sobre sus hombros, enmarcando su delicado rostro. Jian la recibió con una tierna sonrisa, ayudándola a quitarse el ligero vestido. La tela cayó al suelo, revelando su cuerpo desnudo, una visión que siempre emocionaba a Jian.
Con movimientos lentos y pausados, Jian guió a Li Ming hasta la bañera, donde los esperaba el agua tibia. La ayudó a entrar y ella se recostó, dejando que el agua le envolviera el cuerpo. Jian se arrodilló junto a la bañera, con la mirada fija en los delicados pechos de su esposa. Eran perfectos, con pezones rosados que se endurecían bajo su atenta mirada.
"Eres tan hermosa", susurró Jian, con la voz ronca por el deseo. Con dedos temblorosos, comenzó a acariciar los pechos de Li Ming, trazando suaves círculos alrededor de sus areolas. Ella cerró los ojos y dejó escapar un suspiro de placer. Las puntas de sus pezones se pusieron erectas, implorando más atención.
Jian se inclinó y atrapó un pezón entre sus labios. Lo lamió con suavidad, sintiendo a Li Ming arquearse contra él. Su lengua acarició el sensible pezón, provocándola, haciéndola gemir. Con una mano, masajeó su otro seno, apretándolo suavemente, sintiendo la firmeza de su piel.
"Jian... eso se siente... tan bien", jadeó Li Ming, con la voz entrecortada por el placer.
Él sonrió contra su piel, besando y succionando, pasando de un pecho a otro, dedicando la misma atención a cada uno. El agua del baño se agitaba con sus movimientos, creando un ritmo hipnótico. Li Ming se aferró a los hombros de Jian, clavándole las uñas en la piel, mientras la llevaba a un clímax lento y tortuoso.
Al día siguiente, de vuelta a la rutina de la empresa, Li Ming se convirtió en el centro de atención de una manera muy diferente. Su jefe, el Sr. Davis, un hombre alto y apuesto con un aire de autoridad, la había elegido como su "silla personal". La idea era extraña, pero Li Ming, con su trasero grande y su cuerpo esbelto, encajaba perfectamente en el papel.
El narrador jian el esposo de Li Ming , un colega cercano, observaba la escena con una mezcla de curiosidad y deseo. El Sr. Davis se sentó en su escritorio, mientras Li Ming se arrodillaba detrás de él, su trasero en alto, listo para recibirlo. El jefe sonrió, sus ojos brillando con una mezcla de diversión y lujuria.
Comenzó a ser llamado narrador por siempre observarlos y decir palabras en cada situación se volvió erotico ir a la empresa como el esposo verde jian
"Eres perfecta para esto, Li Ming", murmuró, sus manos acariciando las curvas de su cuerpo. "Tu trasero es tan... acogedor".
Li Ming sonrió, un rubor subiendo por sus mejillas. El Sr. Davis la besó, un beso profundo y apasionado que la dejó sin aliento. Sus labios se movían en sincronía, sus lenguas bailando en un ritmo erótico. El jefe la provocó, sus manos vagando por su cuerpo, apretando sus pechos, pellizcando sus pezones a través de la delgada tela de su blusa.
Con un movimiento rápido, el Sr. Davis la giró, presionándola contra el escritorio. Levantó su falda, revelando su ropa interior de encaje negro. Sin preámbulos, la penetró, su miembro duro y ansioso llenando su estrecho trasero. Li Ming gimió, sus manos aferradas al borde del escritorio, mientras el jefe la follaba con fuerza y pasión.
"Te gusta, ¿verdad, Li Ming?", gruñó el Sr. Davis, su voz ronca de deseo. "Te gusta que te folle así".
"Sí... sí, me gusta", susurró ella, su voz llena de vergüenza y placer.
El jefe sonrió, satisfecho, mientras continuaba moviéndose dentro de ella. Sus caderas se movían en un ritmo frenético, su miembro entrando y saliendo de su cuerpo con un sonido húmedo y obsceno. Li Ming se retorcía, su cuerpo respondiendo a cada embestida, su coño goteando de deseo.
El Sr. Davis no se contuvo, sus manos vagando por el cuerpo de Li Ming, pellizcando sus pezones, apretando sus muslos. La besó nuevamente, su lengua invadiendo su boca, mientras su miembro se hinchaba dentro de ella. Con un gruñido, se corrió, llenando su trasero con su semen caliente.
"Eres increíble, Li Ming", susurró, su aliento caliente en su oído. "Disfruto follarte tanto".
Li Ming sonrió, su cuerpo aún tembloroso por el orgasmo. Se giró, mirando al narrador con ojos brillantes. "Es... es intenso", admitió, su voz aún entrecortada.
El narrador asintió, su mirada fija en la escena erótica que se desarrollaba ante él. La CEO, una mujer fría y calculadora, se acercó, su presencia imponiendo un nuevo nivel de tensión sexual. Con un movimiento fluido, se colocó detrás del narrador, sus nalgas presionando contra su rostro.
"¿Te gusta lo que ves?", susurró la CEO, su aliento caliente en su oído.
El narrador asintió, su corazón latiendo con fuerza. La CEO sonrió, sus manos vagando por su pecho, mientras el Sr. Davis se movía hacia ellos, su miembro aún erecto y listo para más acción.
"Creo que es hora de que nos unamos a la diversión", murmuró el Sr. Davis, sus ojos brillando con deseo.
La CEO asintió, girando para presentar su trasero al jefe. El narrador observó, hipnotizado, mientras el Sr. Davis penetraba a la CEO, su miembro entrando en su cuerpo con facilidad. La CEO gimió, sus manos aferradas a los hombros del jefe, mientras él la follaba con fuerza.
Li Ming se acercó, su cuerpo aún tembloroso por el orgasmo anterior. Se arrodilló frente al narrador, su rostro a la altura de su entrepierna. Con una sonrisa pícara, comenzó a desabrochar sus pantalones, liberando su miembro duro y palpitante.
"Deja que te ayude a relajarte", susurró Li Ming, su voz llena de promesa.
El narrador cerró los ojos, sintiendo la boca cálida y húmeda de Li Ming envolver su miembro. Ella lo chupó con habilidad, su lengua trazando patrones eróticos, mientras el Sr. Davis continuaba follando a la CEO con fuerza. El sonido de la carne chocando llenó la habitación, creando una sinfonía de deseo y lujuria.
De repente, la suegra de Li Ming, una mujer madura con un coño peludo y una sonrisa pícara, entró en la habitación. Sin decir una palabra, se arrodilló frente al Sr. Davis, su boca abriéndose para recibir su miembro. El jefe sonrió, su cuerpo tenso de placer, mientras las tres mujeres lo adoraban, besando sus bolas, chupando su miembro, llevándolo al borde del éxtasis.
El narrador observó, su cuerpo tembloroso por la sobrecarga sensorial. Li Ming se levantó, su cuerpo desnudo brillando con una capa de sudor. Se acercó al Sr. Davis, su favorita, y se sentó en sus piernas, su coño rojo y hinchado presionando contra su miembro.
"Te quiero, Li Ming", susurró el Sr. Davis, sus manos acariciando sus curvas.
Ella sonrió, besándolo con amor y pasión. El narrador se movió, su rostro a la altura de su coño, observando la unión erótica. Con un susurro, Li Ming lo invitó a unirse, su mano guiando su rostro hacia su centro hinchado.
"Bésame", susurró, su voz llena de deseo.
El narrador obedeció, su lengua explorando su coño, saboreando su esencia, mientras el Sr. Davis la follaba con fuerza por detrás. La habitación se llenó de gemidos y susurros, una sinfonía de placer que los envolvió a todos.
En ese momento, el narrador se dio cuenta de que se había vuelto cómplice de la dinámica desenfrenada de la empresa. La línea entre la vida profesional y personal se había difuminado, y ahora formaba parte de un mundo donde el deseo y la lujuria reinaban por doquier.
¿Qué pasaría después? ¿Cómo se desarrollaría esta dinámica erótica? El futuro era incierto, pero una cosa era segura: la compañía nunca volvería a ser la misma. La pasión y el deseo se habían apoderado de ellos, y todos eran cómplices de este juego salvaje de placer y lujuria.