Kevin, reborn in his husband's body, explores the sensuality of his new form with Sofia. Passion leads them to an intimate encounter, while Carlos secretly watches from the shadows.
The afternoon sun filtered through the bedroom curtains, bathing Sofia's body in a golden light. Her soft, tanned skin further highlighted the size of her butt, a work of art that had captivated more than one man in town. But Sofia was faithful, and her heart belonged solely to Kevin, or at least to the man now inhabiting her body. Reborn in the form of her husband, the new Kevin couldn't believe his luck. Sofia, a MILF with dangerous curves and a seductive gaze, was his wife, and her body was a temple he was eager to explore.
With a tender smile, Kevin approached her as she lay in bed, her brown hair scattered over the pillow like a halo. Her body, toned but with the generous curves of a mature woman, was a silent invitation. He knelt beside her, his fingers tracing invisible lines on her skin, from her shoulder to the curve of her hip. Sofia opened her eyes slowly, her pupils dilated by the desire already burning within her.
"What's wrong, Kevin?" he murmured, his voice husky and full of promise.
"Nothing, I just want to enjoy you," he replied, his voice filled with a tenderness that wasn't entirely his own, but that fit perfectly in the body he now inhabited.
He leaned over her, his lips brushing hers in a soft, almost chaste kiss. But the chastity wouldn't last long. With slow, deliberate movements, Kevin began stripping Sofia of her clothes, each piece that fell to the floor a revelation of her beauty. Her bra revealed firm breasts, crowned by pink nipples already hardening with arousal. Her black lace panties were the last barrier before her enormous butt was exposed, a sight that made Kevin catch his breath.
"You're perfect," he whispered, his hands caressing the curves of her buttocks before moving down to her pussy, already wet and waiting.
Sofia moaned softly as Kevin positioned himself between her legs, his erection throbbing against her entrance. Tenderly, he entered her, feeling her body embrace him as if he were custom-made. She was warm, tight, and every inch of his cock reveled in the sensation of being enveloped by her.
"Kevin..." Sofia whispered, her nails digging into his shoulders as he began to move with a slow, deep rhythm.
La cama crujió bajo su peso mientras Kevin la montaba, sus caderas moviéndose con una cadencia que parecía sacada de un sueño. Sofía se aferró a él, sus piernas enroscándose en su cintura mientras sus cuerpos se fundían en uno solo. La habitación se llenó con los sonidos de su pasión: los gemidos de Sofía, los jadeos de Kevin, y el ritmo constante de sus cuerpos chocando.
Kevin la besó, sus labios devorando los suyos mientras seguía moviéndose dentro de ella. Sofía respondió con igual intensidad, sus lenguas enredándose en un baile tan apasionado como el de sus cuerpos. Él la quería, la deseaba, y no podía creer que este cuerpo, este momento, fuera real.
Después de lo que pareció una eternidad, Kevin se retiró de ella, su respiración entrecortada. Sofía lo miró con ojos brillantes, su cuerpo aún temblando por el placer. Él sonrió, una expresión que combinaba la ternura de Kevin con la confianza de quien ahora habitaba su cuerpo.
—Ahora, la sala —dijo, tomándola de la mano y guiándola fuera de la habitación.
La sala era amplia y luminosa, con un sofá grande que parecía hecho para momentos como este. Kevin la sentó en el borde, sus piernas abiertas mientras él se arrodillaba frente a ella. Con manos expertas, comenzó a acariciar su coño, sus dedos deslizándose entre sus pliegues húmedos mientras ella gemía de placer. Sofía se aferró al borde del sofá, su cabeza echada hacia atrás mientras Kevin la exploraba con una dedicación que la hacía sentir como si fuera la primera vez.
—Kevin... por favor... —gimió, su cuerpo arqueándose hacia él.
Él sonrió, su boca bajando hacia su coño mientras sus dedos seguían trabajando su magia. Sofía se retorció, sus manos enredándose en su cabello mientras él la lamía, la chupaba, la saboreaba como si fuera el manjar más delicioso del mundo. Su lengua trazó círculos alrededor de su clítoris, sus labios succionando con una presión que la llevó al borde del orgasmo una y otra vez.
—No te detengas —susurró Sofía, su voz quebrada por el placer.
Kevin no lo hizo. Siguió lamiendo, chupando, hasta que Sofía explotó en un orgasmo que la hizo gritar su nombre. Su cuerpo tembló, sus músculos se contrajeron, y él bebió de ella, saboreando su esencia como si fuera la fuente de la vida.
Cuando finalmente se calmó, Kevin se levantó, su erección palpitante y lista para más. Sofía lo miró con ojos brillantes, su cuerpo aún tembloroso. Él la penetró de nuevo, esta vez de pie, sus cuerpos pegados mientras él la levantaba y la apoyaba contra la pared. La sala se convirtió en su escenario, y ellos, los actores principales de una obra de pasión y deseo.
Kevin la movió con facilidad, sus manos sosteniéndola mientras sus caderas chocaban contra las suyas. Sofía gimió, sus uñas clavándose en sus hombros mientras él la llenaba, su polla moviéndose dentro de ella con una fuerza que la hacía sentir viva. La pared detrás de ella era fría, pero el calor de sus cuerpos la compensaba con creces.
—Kevin... no puedo más... —gimió Sofía, su cuerpo al borde del colapso.
—No te detengas —respondió él, su voz ronca y llena de deseo.
Y no lo hizo. Kevin siguió moviéndose, sus caderas chocando contra las suyas con una fuerza que la hizo gritar de nuevo. Su cuerpo se tensó, sus músculos se contrajeron, y ella explotó en otro orgasmo, esta vez más intenso que el anterior. Kevin la siguió, su semen llenando su coño mientras él gruñía su nombre, su cuerpo temblando contra el suyo.
Cuando finalmente se calmaron, Kevin la abrazó, sus cuerpos sudorosos pegados mientras sus corazones latían al unísono. Sofía lo miró con ojos llenos de amor, su sonrisa radiante.
—Eres increíble —susurró, sus labios rozando los suyos.
Kevin sonrió, una expresión que combinaba la ternura de Kevin con la satisfacción de quien ahora habitaba su cuerpo. Pero su momento de intimidad fue interrumpido por un sonido proveniente de la esquina de la sala.
—¿Quién está ahí? —preguntó Sofía, su voz alerta.
Kevin se giró, su mirada cayendo sobre una figura escondida en las sombras. Era Carlos, el amigo de la infancia de Sofía, su rostro enrojecido y sus manos moviéndose rápidamente bajo su pantalón.
—Carlos... —dijo Kevin, una sonrisa burlona curvando sus labios.
Carlos se congeló, su mirada oscilando entre Kevin y Sofía. Ella lo miró con una mezcla de sorpresa y vergüenza, pero Kevin solo se rió, su risa resonando en la sala.
—¿Te gusta lo que ves? —preguntó, su voz cargada de burla mientras se acercaba a Sofía, su polla aún erecta rozando sus nalgas.
Carlos no dijo nada, su rostro enrojeciendo aún más mientras sus manos se detenían. Kevin sonrió, su mano acariciando el trasero de Sofía antes de darle una palmada juguetona.
—Mira bien, Carlos —dijo, su voz baja y seductora—. Así es como se le hace el amor a una mujer como Sofía.
Y con eso, Kevin volvió a penetrar a Sofía, sus movimientos lentos y deliberados mientras Carlos miraba, su cuerpo tenso y sus manos inmóviles. Sofía gimió, su cabeza echada hacia atrás mientras Kevin la llenaba de nuevo, su polla moviéndose dentro de ella con una fuerza que la hacía sentir viva.
La sala se llenó con los sonidos de su pasión, los gemidos de Sofía, los jadeos de Kevin, y el silencio incómodo de Carlos. Kevin sonrió, su mirada cayendo sobre Carlos antes de volver a Sofía.
—¿Te gusta lo que ves, Carlos? —preguntó de nuevo, su voz cargada de burla.
Carlos no respondió, su mirada fija en el cuerpo de Sofía mientras Kevin seguía moviéndose dentro de ella. La tarde se desvanecía, la luz del sol dando paso a la penumbra, y la escena en la sala quedaba suspendida en el tiempo, un momento de pasión, deseo y vergüenza que ninguno de los tres olvidaría.
As Kevin and Sofia embraced, their bodies still trembling with pleasure, Carlos remained in the shadows, his gaze fixed on Sofia's wet bottom as his hands moved silently. The cup of tea Sofia had prepared lay forgotten on the table, its steam rising toward the ceiling as the room filled with the scent of their passion.
And so, the afternoon ended, with Kevin and Sofia cuddling on the couch, their bodies intertwined and their hearts beating in unison. Carlos, still in the shadows, retreated silently, his mind filled with images that would haunt him for days. The scene remained suspended, a moment of intimacy interrupted that left the reader wondering what would happen next.