La sirvienta Mei, atrapada entre la dominación de su amo y la ternura de Alex, experimenta una intensa excitación. La escena erótica en el jardín los envuelve en un juego de secretos y placer. ¿Hasta dónde llegarán?
Alex estaba sentado en el jardín, con una taza de té espiritual en las manos. El aroma relajante de las hierbas se mezclaba con el aire fresco del atardecer, creando una atmósfera de tranquilidad. Sin embargo, su mente distaba mucho de estar en paz. Su mirada se posó en la escena que se desarrollaba ante él, una que lo había dejado al borde de la excitación desde el primer momento.
Su primo, con una sonrisa lasciva en el rostro, estaba sentado sobre la sirvienta Mei, usando sus suaves nalgas como asiento. La joven, con el rostro enrojecido por la vergüenza y el placer, intentó mantener la compostura, pero su cuerpo delató su sumisión. El primo de Alex tenía su miembro erecto atrapado entre los muslos de Mei, frotándose contra ella con movimientos lentos y pausados. El líquido preseminal goteaba por sus piernas, manchando la hierba del jardín.
Alex sintió una punzada de deseo al ver la escena. A pesar de su papel como el joven maestro talentoso de la familia inmortal y la responsabilidad que conllevaba, no podía negar la atracción que sentía hacia la situación. La inocencia de Mei, aceptando su deseo por mi primo , disfrutando de momentos de cariños intimos y dominacion pervertida, contrastada con la experiencia de su primo, creaba una dinámica que lo fascinaba.
La sirvienta, al notar la presencia de Alex, levantó la mirada y lo saludó con una sonrisa tímida. Su cara estaba roja, y sus ojos brillaban con una mezcla de vergüenza y excitación. Alex le respondió con un suave beso en la mejilla, sintiendo la calidez de su piel contra sus labios.
"¿Te gusta lo que ves, primo?" susurró el primo de Alex, con una voz cargada de intención.
Alex no respondió, pero su mirada lo decía todo su miembro se puso duro y erecto al verlos así, El primo sonrió, complacido, y continuó con su juego de dominación. Se frotó contra Mei con más fuerza, esparciendo el líquido por sus nalgas y las hojas del jardín. La joven emitió un gemido ahogado, intentando contener los sonidos de placer que amenazaban con escapar de su boca.
El primo de Alex la levantó con facilidad, como si fuera una pluma, y la colocó de pie frente a él. Mei, con las piernas temblorosas, abrió las piernas en un gesto de sumisión, permitiendo que el primo de su amo se posicionara entre ellas. Con un movimiento fluido, la penetró, y Alex sintió un escalofrío de excitación al ver la expresión de Mei.
La sirvienta emitió un chillido, un sonido que recordaba al de un animalito asustado. Intentó imitar los sonidos de una cerdita, como si fuera un juego, pero su voz estaba cargada de placer genuino. El primo de Alex la embistió con fuerza, y Mei se apoyó en él, buscando apoyo mientras sus piernas amenazaban con fallarle.
Alex, , se sintió transportado por la escena. Su mano se movió hacia su entrepierna, ajustando su erección a través de la tela de sus pantalones. No podía negar la excitación que sentía, a pesar de la culpa que lo roía por dentro.
El primo de Alex acarició las nalgas de Mei, apretándolas con fuerza mientras continuaba con sus embestidas. La joven gimió, su voz mezclándose con los sonidos de la naturaleza que los rodeaba. Alex se acercó sigilosamente, sintiendo la necesidad de participar, aunque fuera de manera indirecta.
Se posicionó detrás de Mei, besando su cuello con suavidad. La sirvienta se tensó al sentir sus labios, pero no se apartó. Alex la abrazó por la cintura, sintiendo la calidez de su cuerpo contra el suyo. Con movimientos lentos, comenzó a hacerle el amor, sus caderas moviéndose en sincronía con las de su primo.
Mei estaba atrapada entre dos mundos, el de la dominación y el de la ternura. Sus gemidos se volvieron más intensos, su cuerpo respondiendo a las caricias de ambos hombres. El primo de Alex sonrió, complacido por la situación, y aumentó el ritmo de sus embestidas.
"You like it, don't you, Mei?" he whispered, his voice thick with desire.
The maid didn't respond, but her body spoke volumes. Her muscles tensed, and a strangled cry escaped her lips as she climaxed. Alex's cousin followed, cumming inside her with a satisfied grunt.
When she was done, Mei collapsed on top of Alex, exhausted and satisfied. His cousin stepped back, letting the young woman recover. Alex held her, feeling the moisture of her body against his. Gently, he helped her up and guided her to a nearby bench.
The maid sat down, breathing deeply as she tried to regain her composure. Alex knelt in front of her, kissing her legs tenderly. Carefully, he removed her panties, which were soaked with fluids, and placed them aside.
"You're beautiful, Mei," he whispered, his voice thick with admiration.
The young woman smiled, her face still red with embarrassment and pleasure. Alex leaned forward, licking her wet pussy slowly. Mei moaned, her body responding to her master's caresses.
Alex masturbated while tasting her, his hand moving in sync with his tongue. The maid watched, mesmerized, as Alex gave in to the pleasure. His erection was at its peak, and he couldn't hold back any longer.
With a swift movement, he positioned himself behind Mei, penetrating her ass forcefully. The young woman cried out, surprised by the intensity of the sensation. Alex thrust into her hard, feeling the tightness of her body around his member.
"Mei", susurró, con la voz cargada de promesa. "Todo lo que pasó aquí será nuestro secreto".
La criada asintió, su cuerpo respondiendo a las embestidas de Alex. El jardín, con sus aromas y sonidos, se convirtió en el escenario perfecto para su juego de dominio y sumisión. Alex se perdió en el placer, sintiendo el calor de Mei alrededor de su miembro.
El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosados. Alex y Mei, exhaustos y contentos, se tumbaron en el banco, disfrutando de la tranquilidad del momento. El primo de Alex, con una sonrisa en el rostro, se alejó, dejándolos solos.
"¿Qué pasará después?" susurró Mei, con la voz cargada de incertidumbre.
Alex la abrazó y le besó la frente con ternura. «No lo sé, Mei», respondió. «Pero juntos afrontaremos lo que venga. Yo, el joven amo, seré tu apoyo. Recuerda que todo lo que pase con mi prima serán solo aventuras. Tu amo siempre te ayudará a sentirte mejor. Mei, me encanta que tengamos ese secreto. Eres mi tesoro, eres mi sirvienta. Tus nalgas son tan dulces que siempre quiero disfrutarlas».
El futuro era incierto, pero en ese momento, con el jardín como testigo de su pasión, Alex y Mei se sintieron completos. Caía la noche, y con ella, la promesa de nuevos secretos y placeres por descubrir. El juego de dominio y sumisión había comenzado, y nadie sabía cómo terminaría.