La campana sonó, indicando el fin de otra jornada escolar, pero Michelle "MJ" Jones apenas lo registró. La conversación con Peter, o más bien, su negativa a tener una, seguía resonando en su mente. "Solo soy Peter Parker", había dicho él. Era una mentira tan obvia que casi le ofendía. No era que Peter fuera un mal mentiroso, era que sus ojos, sus movimientos, su forma de cargar el mundo lo delataban a cada paso.
Ella lo había notado desde el principio. El "accidente" lo había cambiado. De un empollón ligeramente torpe y propenso a derramar cosas, Peter se había transformado en alguien más alto, más seguro, con una extraña gracia en sus movimientos. Y luego, claro, estaba el "hombre araña". Las coincidencias eran demasiado evidentes para su mente analítica. Las fechas, la ubicación de los "incidentes" de Spider-Man en Queens, la forma en que se movía el vigilante, el ingenio detrás de sus telarañas... todo apuntaba a un único y sospechoso Parker.
Pero Peter era terco. Y el secreto lo estaba consumiendo. MJ lo veía cansado, su mirada a menudo perdida, como si estuviera calculando algo más allá de los problemas de álgebra. No era su estilo inmiscuirse en los dramas ajenos, pero Peter era diferente. Había algo en él, una bondad innegable debajo de su capa de nerviosismo y ahora, de secretos, que la atraía. Y ver cómo ese secreto lo estaba ahogando, la frustraba.
"No puedes simplemente llevarte todo el peso del mundo sobre tus hombros, Peter," le había dicho. Y lo creía. La soledad del héroe no era un concepto que le pareciera romántico; le parecía estúpido y peligroso. La gente necesita ayuda. Y los héroes, pensaba, también.
Regresó a casa esa tarde con un peso en el pecho. Quizás había sido demasiado dura. Pero no podía simplemente ignorarlo. Era Peter.
Horas más tarde, sumergida en un libro, un suave golpe en su ventana la sobresaltó. Levantó la vista, esperando ver un pájaro desorientado o quizás a la ardilla que a veces trepaba por el árbol. En su lugar, vio una figura. Alta, delgada, y vestida con el inconfundible traje rojo y azul.
Spider-Man.
Una pequeña sonrisa se formó en sus labios. Él había venido. Eso lo decía todo. Se acercó a la ventana y la abrió. La ironía de la situación no se le escapó. El vigilante enmascarado, el héroe de Queens, pidiendo permiso para entrar a una habitación de adolescente.
"Parker," dijo ella, una mezcla de exasperación y diversión en su voz. "¿Podría preguntar qué haces en mi ventana vestido así?" Era su forma de darle una salida, de aligerar la tensión.
Él entró, torpe incluso en su traje, y ella cerró la ventana. La penumbra de la habitación, solo iluminada por la luz de la luna, era perfecta para una confesión.
"Quítate la máscara, Peter," le ordenó. No podía hablar con una tela que cubriera su rostro. Si iba a haber verdad, sería completa.
Él dudó un segundo, y luego, con un suspiro audible, se quitó la máscara. Allí estaba él, su rostro cansado y vulnerable, sus ojos llenos de una mezcla de alivio y miedo.
MJ lo observó. No había sorpresa, solo una profunda confirmación. Lo había sabido. Y verlo allí, tan expuesto, tan Peter, la conmovió.
"Lo sabía," susurró ella. "Lo sospechaba." Era su turno de aliviarle el peso.
Él empezó a hablar, a derramar las palabras, la historia. Desde la araña, el despertar, el desconcierto, la carga. Los detalles sobre el Buitre, la llamada de Tony Stark, la soledad. Escuchó con atención, notando cada matiz en su voz, cada pausa, la forma en que su cuerpo se tensaba al recordar ciertos momentos. La culpa que sentía por Toomes era un peso real.
Cuando terminó, el silencio llenó la habitación, un silencio cargado de todo lo que él había revelado. MJ no dudó. Se sentó a su lado, y con un gesto que incluso ella encontró inusual, puso su mano suavemente sobre su brazo.
"Peter," dijo, su voz era un bánalamo. "No tienes que llevar esto solo. No estoy asustada. Estoy... estoy aquí." Las palabras salieron de ella de forma instintiva. Era la verdad.
Vio el alivio en sus ojos, la forma en que una tensión invisible pareció abandonar su cuerpo. Era una carga inmensa, y ella se sintió honrada de que la compartiera. Este era el verdadero Peter. El que salvaba vidas y el que se preocupaba demasiado.
"Así que... ¿el tipo de la telaraña es un empollón que no sabe mentir?", bromeó, su tono volviendo a su habitual sarcasmo, pero con una calidez subyacente. "Esto será divertido." Su risa se unió a la de él. "Pero en serio, Peter. Cuéntame todo. Y la próxima vez, si vas a enfrentarte a un tipo alado, avísame. Podría tener algunas ideas... o al menos, traerte una pizza."
La noche continuó, con Peter contándole más detalles, y MJ escuchando, ofreciendo una perspectiva diferente, una calma. El universo se estaba volviendo un lugar más extraño y peligroso, pero ahora, Peter no lo enfrentaría solo. Y MJ, a su manera, se sentía más conectada que nunca.