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Chapter 11 - Reencuentro

Capítulo 11: Reencuentro Inesperado

Una mañana tímida, el sol llegó tarde a la ciudad de Velkan, oculto tras densas nubes que parecían no querer disiparse. A pesar de ello, los residentes no podían dejar de pensar en los eventos del último mes: la misteriosa desaparición del Dr. Fabián y de Ryan. Los rumores se esparcían como el viento, algunos decían que los chicos con discapacidades fueron trasladados, pero la verdad era que nadie sabía realmente a dónde habían ido.

Mientras tanto, Carlos, Moisés, David, Sofía y Lilian despertaban con la cabeza llena de preguntas.

—No dejo de pensar en lo que vimos ayer —dijo David, mientras se sentaba en la cama.

—Esos seres... ¿quiénes eran? —preguntó Sofía en voz baja, como si temiera la respuesta.

—Y el último en entrar en acción... —agregó Moisés. —Parecía diferente a los demás.

Lilian asintió.

—Si esos seres realmente protegen Velkan, entonces ¿por qué pelearon contra nosotros?

El silencio llenó la habitación. No tenían respuestas, solo más dudas.

Ryan despertó con hambre y decidió ir al río a atrapar pescados. Mientras se sumergía en el agua fría, recordó aquel día de campo con sus padres, cuando pescaron juntos y comieron el pescado crudo.

—Debo entrenar más... —murmuró para sí mismo, mientras elaboraba una lista mental:

Caminar contra la corriente.

Atrapar rápidamente a los peces.

Mejorar sus movimientos bajo el agua.

Cada acción lo haría más fuerte, más ágil.

Por otro lado, Carlos, David, Moisés, Sofía y Lilian se habían reunido en el parque. La tensión de la batalla que presenciaron aún pesaba sobre ellos, pero también despertó un deseo en ellos: entrenar.

—Si queremos entender lo que está pasando, necesitamos ser más fuertes —dijo Carlos, golpeando su puño contra la palma.

—Y quizás, desde este bosque, podamos encontrar la manera de llegar al laboratorio —agregó Lilian con determinación.

Sin más, comenzaron a entrenar. Se enfocaron en mejorar su visión, velocidad y fuerza. Algunos se esforzaban golpeando los árboles, mientras otros intentaban moverse entre las ramas con rapidez. Sin embargo, pronto notaron algo inquietante: ninguno de ellos tenía las mismas habilidades.

Los padres de Ryan seguían preocupados. No sabían si insistir con los oficiales o salir a buscarlo por su cuenta.

—Si seguimos esperando, podría ser demasiado tarde... —dijo su madre con la voz quebrada.

—Pero, ¿y si nos metemos en problemas? —replicó su padre, indeciso.

El miedo a lo desconocido los mantenía en una dolorosa incertidumbre.

Mientras tanto, Karla, Clarence y Stiven entrenaban en Cresthaven. Sabían que fueron derrotados fácilmente y no podían permitirse otra humillación.

—La próxima vez, no nos subestimarán —afirmó Karla, con los puños apretados.

—Aunque... —Stiven sonrió. —No estuvo tan mal ver cómo hice caer a uno de ellos.

Clarence lo miró con sorna.

—Eso fue gracias a que Karla y yo te lanzamos con fuerza. No te emociones.

Stiven frunció el ceño, pero no respondió. Sabía que tenían razón.

Los agentes de Cresthaven y Redmire monitoreaban cada rincón de la ciudad con drones y patrullas. No querían dejar ningún cabo suelto. Además, habían recibido un cargamento de 100 nuevos y más fuertes robots. La situación se estaba volviendo más seria.

Entonces, una nueva carta llegó a manos del Mayor de Velkan:

"En las próximas 72 horas llegaremos para hacernos cargo desde adentro de Velkan. Ya no podemos intervenir desde afuera. El problema está en la ciudad. Esperen nuestra llegada."

El Mayor leyó el mensaje con el ceño fruncido.

—¿Es esto lo mejor para Velkan? —se preguntó en voz alta. —Si esos seres realmente nos protegen, ¿qué significa su presencia para nosotros?

Las ciudades vecinas veían esta situación como una oportunidad, pero ¿para qué exactamente?

En algún lugar desconocido...

—Dr. Fabián, ya está todo listo. Pero debemos averiguar de dónde salieron los que enfrentamos ayer —dijo su ayudante.

El Dr. Fabián sonrió con calma.

—No te preocupes. Yo me encargaré de eso.

—Nos hubiera dejado eliminarlos... —insistió el ayudante.

—Basta. Vete a dormir. Mañana, me encargaré personalmente.

El ayudante asintió a regañadientes y se retiró.

Mientras Karla, Clarence y Stiven entrenaban en Cresthaven, Ryan en el lago y Carlos, Moisés, David, Sofía y Lilian en el bosque, la noche cayó sobre Velkan.

El temor comenzaba a invadir a los habitantes. Algo grande estaba por suceder.

Ryan, con cautela, regresó al laboratorio y se quedó dormido allí una vez más.

Los demás también se fueron a sus casas, pero en sus corazones, la inquietud no los dejaba descansar. Velkan estaba al borde de un cambio irreversible, y todos lo sabían.

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