Ubicación: San José, Costa Rica – Día 13 del Nuevo Mundo
El mundo cambió para siempre cuando los cielos se rompieron.
Portales del tamaño de montañas se abrieron en todo el planeta. De ellos surgieron monstruos, bestias mágicas, abominaciones nunca antes vistas. La humanidad fue arrojada al caos… pero no todos estaban indefensos.
A un 10% de la población, una pantalla azul flotante se les apareció. Era el Sistema.
[Bienvenido, Heraldo.]
Estadísticas iniciales asignadas.
Seleccione su clase: Guerrero. Asesino. Tanque. Arquero. Armero. Mago. Curandero.
Rango inicial: E.
Estadísticas básicas: Fuerza, Agilidad, Percepción, Inteligencia, Endurecimiento.
Los humanos despertaron poderes. Ganaban experiencia. Subían de nivel. Evolucionaban. Se formaron gremios, fortalezas, zonas seguras. Pero fuera de esos lugares, las criaturas acechaban… y cazaban sin piedad.
Los Heraldos eran catalogados por rangos, de E hasta el legendario SSS, reservado para los siete humanos más poderosos del mundo.
Kael no era uno de ellos.
Él no tenía Sistema.
Y jamás lo tendría.
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San José, Costa Rica. Zona de exterminio.
El aire era ceniza y muerte. La ciudad, ahora un cementerio de acero, estaba infestada de orcos de Rango A, criaturas de gran tamaño, piel acorazada, colmillos de hierro, y armas forjadas en llamas.
Kael huía con su madre, Ana, ambos cubiertos de heridas.
—Kael… —jadeó ella— sigue corriendo. No mires atrás…
Pero fue demasiado tarde. Uno de los orcos saltó desde un edificio derrumbado. Su lanza atravesó a Ana como si fuera papel.
—¡MAMÁ! —el grito de Kael fue puro dolor.
Ella cayó. Silenciosa. Vacía.
Y algo se rompió dentro de él.
Kael, fuera de sí, desenvainó una espada de un cadáver cercano. Corrió hacia los orcos con un grito salvaje. Eran al menos seis. Grandes. Sedientos.
—¡LOS MATARÉ A TODOS!
El más grande alzó su hacha…
…y en un solo movimiento, cortó el brazo izquierdo de Kael y destrozó parte de su cadera.
El joven cayó al suelo, en un charco de su propia sangre, jadeando, muriendo.
Oscuridad. Frío.
Silencio.
Hasta que una voz resonó dentro de él.
"Levántate, hijo.
No puedes morir…
No antes que ellos."
Sus ojos se abrieron. Negros. Ardientes.
Su cuerpo brilló con una energía oscura y roja. La carne destrozada comenzó a regenerarse. Músculos, huesos, piel. Un nuevo brazo emergió de la nada. La herida en su cadera se cerró con chispas oscuras.
Habilidad Despertada: Superregeneración Divina.
Origen: Linaje Prohibido.
Clase: Desconocida.
Sistema: No Detectado.
Estado: Anomalía.
Kael se incorporó. Su mirada era de pura furia.
Con una mano, partió el cráneo de un orco con un golpe directo.
Con la otra, extendió los dedos hacia los cadáveres de los orcos caídos.
—Despierten.
Sirvan a la Destrucción.
La tierra se quebró. Una energía oscura los envolvió. Los cuerpos temblaron, se levantaron. Ahora eran esqueletos negros, envueltos en una armadura desconocida, oscura como el abismo, con espadas, escudos y lanzas hechas del mismo material.
Tropa invocada: Legión Oscura.
Unidades: 6.
Tipo: No-muertos de Élite.
Equipamiento: Armadura Abismal / Armas del Vacío.
Los orcos restantes retrocedieron. Tarde.
Kael levantó la mano, y su ejército cargó como una tormenta.
En segundos, no quedó ni uno vivo.
Kael no revivió a su madre.
Se quedó de pie, solo, mientras la sangre de los orcos evaporaba el suelo.
"No tengo Sistema. No tengo reglas.
Tengo algo mejor…
La destrucción que arderá este mundo."
Y con un rugido que hizo temblar el aire, el nuevo anómalo sin sistema fue marcado como amenaza global.
Así comenzó la historia de Kael.
El hijo del Monstruo Primordial.
El que destruirá el juego de los dioses.
El que jamás obedecerá el sistema.