- Capitulo 5
Decidí ver las métricas de visitas al sitio web después de anunciar en redes sociales que Minecraft ya estaba a la venta y me sorprendí al ver que ya habían 732 visitas y seguía subiendo. Mi corazón se aceleró y sentí una gran ola de emoción recorrer mi cuerpo. Para distraerme y no estar todo el tiempo pendiente de las visitas, decidí seguir manejando mis redes sociales para contestar comentarios y darle like a publicaciones relacionadas con Minecraft.
Estuve así durante una hora hasta que se me ocurrió la idea de entrar a YouTube y ver qué había de entretenido. Navegué por la página principal y empecé a explorar los videos recomendados que aparecían. Lo que me llamó la atención fue que, entre todos esos videos populares, no había ni un solo youtuber hispano conocido o con mucha audiencia. La mayoría eran creadores de habla inglesa, como Nigahiga, Ray William Johnson, Smosh o Shane Dawson, quienes dominaban la plataforma con sus videos de comedia y entretenimiento.
Pensé en que grandes figuras del YouTube hispanohablante, como Vegetta777, ElRubiusOMG, Willyrex, Fernanfloo o HolaSoyGerman, aún no habían comenzado sus canales o estaban en sus etapas más iniciales, lejos de la fama que tendrían años después. En esta época, la comunidad hispana de creadores estaba apenas germinando, sin grandes referentes que pudieran ayudar a difundir juegos como Minecraft o conectar con la audiencia local.
Entonces, una idea empezó a tomar forma en mi mente: ¿y si yo mismo creara un canal de YouTube? Podría subir videos mostrando el progreso del juego, tutoriales, trucos y mis propias partidas. No solo sería una forma de promocionar Minecraft, sino también una oportunidad para consolidarme como pionero del YouTube hispanohablante, incluso antes que los grandes creadores que admiro. Sería como abrir un camino nuevo, ser el primero en llegar y marcar la pauta para los que vendrían después.
Me emocionó la idea. Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesto a intentarlo. Si lograba crear una comunidad sólida desde ahora, podría ayudar a que Minecraft creciera y, al mismo tiempo, construir una plataforma personal que me acompañara en el futuro.
Sin perder más tiempo, creé una cuenta en YouTube y abrí un canal bajo el nombre "Kairo". Me quedé mirando la pantalla unos segundos, dudando si el nombre sonaba bien, pero al final simplemente no le presté más importancia. Con eso hecho, rápidamente abrí GIMP y me puse a diseñar el logo del canal. Quería algo nada serio, así que dibujé un gato gracioso que sostenía una lata de Dr. Pepper.
Para el banner, pensé en algo sencillo pero original: un fondo que pareciera una hoja de papel arrugada, como si fuera un cuaderno. En él, coloqué mis redes sociales y el sitio web de Minecraft, usando una fuente que simulara estar escrita a lápiz. Subí ambas imágenes a mi canal y cuando se actualizaron los cambios, admiré mi obra maestra mientras me reía como un desquiciado; debería controlar mi emoción antes de que mis papás quieran llevarme al psicólogo.
Ya habían pasado casi tres horas desde que Minecraft había salido a la venta. A pesar de eso, no podría tener el dinero a la mano hasta que fuera con mi papá al banco y lo retiráramos. Por ahora, solo podía ver cuántas copias se habían vendido y las ganancias totales.
Volví al administrador del sitio de Minecraft y cuando cargó la página de visitas casi me quedo sin aliento: 45,397 visitas. Aunque sabía lo mucho que me había esforzado por hacerle promoción a Minecraft, no pensé que llegaría tan lejos como para alcanzar más de 40k visitas en menos de tres horas.
Con una velocidad inhumana entré al panel de administrador que había creado para el sitio y revisé el conteo de copias vendidas: 2,137. Mi corazón se aceleró al ver que las ganancias superaban los 38,000 dólares. No podía creer que en tan poco tiempo mi proyecto estuviera tomando vuelo.
Además, el precio que le había puesto a Minecraft no era alto ni nada por el estilo; las personas solo tendrían que pagar 18 dólares por una copia del juego. Estaba casi seguro de que originalmente el juego había salido muchísimo más barato, pero había que considerar las mejoras visuales y en mecánicas que yo había implementado desde el inicio.
Pensé que valía la pena dejar registro de este hito para el futuro, así que hice una sencilla imagen para celebrar las más de 2,000 copias vendidas. Dibujé a Steve sosteniendo un cartel junto a un texto que decía "+ 2000". Luego me fui a Twitter y añadí un pequeño mensaje de agradecimiento para toda la comunidad.
Una vez subido, me relajé en mi silla y comencé a planear todo lo que podría hacer con el dinero que me traería Minecraft. Aunque antes de todo, debía pedirle a mi papá que me llevara al banco para abrir una cuenta para menores, ya que ahora mismo estaba usando su cuenta para recibir el dinero de cada copia y sería molesto tener que pedirle a cada rato que me prestara su tarjeta.
Sabía que abrir una cuenta para menores era posible, aunque requeriría que mi papá me acompañara, llevara mi acta de nacimiento y algunos documentos más. Así podría manejar mi propio dinero, consultar mis movimientos, hacer retiros y compras sin depender siempre de él. Además, con una cuenta propia podría aprender a administrar mejor mis finanzas y tener más independencia.
Una vez decidido, me puse una sudadera y bajé las escaleras en busca de mi papá. Al llegar a la sala lo vi hablando con mi abuela y mi tía; cuando me acerqué, todos me miraron con algo de sorpresa.
—Qué gusto verte, Daniel. Pensé que pasarías toda tu vida en esa habitación —dijo mi papá con una sonrisa.
Mi tía, con una sonrisa pícara, añadió:
—Tu padre tiene razón, ya estaba pensando en decirle a tu madre que te llamara a la escuela para decirle que ahora asistirías desde casa.
Los tres rieron un poco, como si la idea de tener clases en casa fuera algo gracioso. Yo solo sonreí, recordando lo que pasaría años después con aquel virus que cambiaría todo.
Aproveché el momento para acercarme a mi papá.
—Oye, papá, necesito que me lleves al banco para abrir una cuenta para menores y también para retirar el dinero de las ventas de Minecraft —le dije, tratando de sonar casual.
Mi papá me miró fijamente, con los ojos abiertos de par en par.
—¿Minecraft? ¿Qué es eso? —preguntó, claramente desconcertado.
—Mmm, es el juego que estuve creando y la misma razón por la que estuve encerrado en mi cuarto. Apenas comencé a venderlo y pues quiero retirar el dinero —respondí rápido, sin entrar en detalles.
Mi abuela frunció el ceño, tratando de entender.
—¿Un juego? ¿Y cuánto dinero has ganado con eso? —preguntó, con la voz un poco incrédula.
—Unos 38,000 dólares hasta ahora —respondí, con una sonrisa nerviosa.
Hubo un silencio pesado. Mi papá se llevó una mano a la frente, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar.
—¿Treinta y ocho mil dólares? —repitió, casi sin poder articular bien las palabras—. Eso es... eso es más de lo que gana mucha gente en unos años.
Mi tía se levantó de la silla, caminó hacia mí y me dio una palmada en el hombro, con una mezcla de orgullo y sorpresa.
—¡No puedo creer que hayas hecho todo eso encerrado en tu cuarto! Pensé que solo estabas jugando o perdiendo el tiempo.
Mi abuela se llevó la mano a la boca, impresionada.
—Con ese dinero podrías comprarte un auto, pagar la universidad, o hasta ayudar a la familia. ¿De verdad todo eso viene de un juego?
Asentí, sintiendo que el peso de mis logros finalmente calaba en ellos.
Mi papá se recostó en el respaldo del sillón, todavía procesando la noticia.
—Esto cambia todo, Daniel. No solo es un pasatiempo o una distracción. Es un negocio real. Y tú lo hiciste solo.
Mi tía sonrió y añadió en tono de broma:
—Ya me imagino que pronto vas a ser el jefe de todos nosotros.
Todos rieron, pero esta vez con una mezcla de admiración y respeto.
Yo me sentí abrumado, pero también orgulloso. Por primera vez, sentí que mi familia realmente valoraba lo que había logrado.
—Bueno —dijo finalmente mi papá—, vamos al banco y abrimos esa cuenta. Ya es hora de que manejes tu propio dinero.
—¡Bien, vamos! —dije con entusiasmo, jalando suavemente la manga de mi papá mientras salíamos de la casa.
Durante el camino, hubo un silencio que no resultaba incómodo, pero sí un poco extraño, como si ambos estuviéramos procesando lo que acababa de pasar. Finalmente, mi papá rompió el hielo con una voz tranquila, pero cargada de duda.
—Entonces... ¿quieres dedicarte a eso de los videojuegos? —preguntó, buscando las palabras adecuadas.
Lo miré fijamente por un momento, reflexionando antes de responder.
—Me encanta programar, pero no es lo único que quiero hacer —dije con sinceridad—. Me gustaría triunfar en todo lo que se me atraviese, no importa si tengo que actuar, cantar, bailar, o lo que sea. Quiero ser reconocido mundialmente, dejar una huella que nadie olvide.
Mi expresión se volvió seria y decidida, porque sabía que ese sueño era más grande que cualquier juego o proyecto.
Mi papá me miró con una mezcla de sorpresa y respeto, como si por primera vez viera en mí algo más que al niño que siempre había conocido.
—¿Reconocido mundialmente? -repitió, casi en un susurro—. Eso suena muy grande, Daniel. Pero si alguien puede lograrlo, eres tú.
Sentí que sus palabras me daban fuerza, pero también una responsabilidad que no había sentido antes.
—No será fácil, lo sé -respondí—. Pero no quiero quedarme esperando a que las cosas pasen. Quiero trabajar por ello, día a día.
Él asintió, y por un momento caminamos en silencio, cada uno sumergido en sus pensamientos.
—Puedes contar conmigo para lo que necesites —dijo finalmente—. No importa el camino que elijas, estaré aquí para apoyarte.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro, más tranquila y segura que antes.
—Gracias, papá. Eso significa mucho para mí.
Mientras seguíamos caminando hacia el banco, sentí que ese momento marcaba un antes y un después. No solo en mi proyecto, sino en la forma en que veía mi futuro y la confianza que tenía para enfrentar lo que viniera.