La batalla comenzó. Caelum los esperaba, no con odio, sino con resignación.
—¿Crees que puedes romper las reglas que sostienen los reinos? —preguntó.
Dominic no respondió. Solo caminó hacia él, y el poder de las consortes lo siguió.
Un combate titánico se desató. Caelum era como un dios. Pero Dominic... era algo más. Algo humano.
Las consortes, fusionadas temporalmente, crearon el Lazo Carmesí de las Cuatro Vidas. Y golpearon el núcleo.
Todo se volvió blanco.
Dominic flotó, solo, y frente a él, Kaelyra apareció una vez más.
—Has cambiado el final.
—No quiero un final. Quiero vivir... con ellas.
Ella sonrió. Y su forma se rompió en millones de luces.
—Entonces... vívelo todo.
El sistema colapsó.
Despertaron en un nuevo mundo. No había sistema. No había restricciones.
Dominic, Evelyn, Seraphyne, Aria y Lysara. Todos ellos... vivos.
Libres.
Y con una nueva oportunidad de amar sin destino impuesto. De construir sin programación. De vivir, simplemente, como lo que eran: humanos, fragmentados y completos a la vez.
El sistema había caído. Pero su historia... apenas comenzaba.