Ding!, Ding!
Las camapanas sonaban, de una linda capilla en el centro de una ciudad.
La Algabaría de los invitados .
-Felicidades- Los Suegros gritaban con glorificación.
Ding! Ding! Ding!. El tintineo de las campanas. Con las confeti cayendo como lluvia.
Los pétalos de las rosas blancas y rojas en la alfombra. Un momento innolvodable para esta pareja.
Subieron a la limusina blanca un poco ostentosa. Pero qué más da es una día único en sus vidas .
Mientras la limusina avanzaba con esa típica y rara tradición de llevar arrastrando las latas vacías en la parte de atrás del vehículo.
Los recién casados acaramelados, que si fueran diabéticos en ese mismo momento le hubiera dado un paro cardiaco.
-Cariño nunca creí que este sueño, que cuando nos conocimos era muy lejano, gracias por tanto
-Mi princesa, que ahora es mi Reyna, lo que estoy viviendo ahora, lo voy a extrañar mañana y todos los días de mi vida, porque quisiera que este día se repitiera.
Gracias por tu gran amor.
Un beso apasionado fue el resultado de su propio amor. En ese mismo instante el chofer que había tenido mala noche. Se durmió . Para mala suerte venía un camión de frente con una carga de cemento.
Justo en ese momento.