Capitulo 4 - Llegando a Pasadena
"Hasta aquí llegué." Leonard murmuró al bajar del taxi frente al aeropuerto.
El aire fresco de la mañana le rozó la cara mientras observaba el edificio lleno de movimiento. Familias abrazándose, viajeros apurados, niños emocionados. Él, en cambio, estaba solo.
"Adiós... aunque nunca se molestaron en venir." dijo al aire, como si hablara con su madre y hermanos ausentes.
Tomó su maleta y entró con paso firme. El bullicio lo envolvió, pero Leonard se sentía tranquilo. Cada paso era un recordatorio de que estaba dejando atrás una casa fría y un pasado que ya no lo definía.
"Un nuevo comienzo... eso es lo que me espera."
En el mostrador de la aerolínea, la empleada lo atendió con amabilidad. "¿Destino?"
"Pasadena, California." respondió sin dudar.
Con el pase de abordar en mano, atravesó el control de seguridad. Al recoger sus cosas, se detuvo frente a un espejo. El reflejo le devolvió la imagen de alguien distinto: más seguro, más fuerte, más preparado.
"Soy Leo... y estoy listo." murmuró, ajustando la corbata.
En la sala de espera, se acomodó junto a la ventana. Observó los aviones despegar y aterrizar, imaginando el suyo como el puente hacia una vida nueva.
"Caltech... Sheldon... todo lo que viene." pensó, dejando que las imágenes se formaran en su mente.
El altavoz anunció el abordaje. Leonard se levantó, tomó su maleta y caminó hacia la puerta. El pasillo lo condujo al avión, donde una azafata lo recibió con una sonrisa.
"Bienvenido a bordo."
"Gracias." respondió, acomodándose en su asiento junto a la ventana.
El avión comenzó a llenarse. Leonard cerró los ojos un instante, recordando lo que dejaba atrás: la indiferencia de su madre, el sarcasmo de su hermano, la soledad de esa casa. Todo eso quedaba atrás.
"Ya no necesito su aprobación."
El rugido de los motores lo sacó de sus pensamientos. El avión se lanzó por la pista y se elevó. Leonard miró por la ventana cómo la ciudad se hacía pequeña, hasta convertirse en un mosaico de luces y sombras.
"Este es el verdadero inicio."
Durante el vuelo, repasó sus planes. Caltech sería su base académica. Sus novelas, su fuente de ingresos. Su cuerpo mejorado y su mente clara serían sus herramientas para enfrentar cualquier desafío.
"No voy a repetir los errores del pasado."
Pensó en Sheldon Cooper. Sabía lo difícil que sería convivir con él, pero también sabía que ahora tenía la capacidad de manejarlo. No sería un compañero pasivo, sería alguien capaz de marcar la diferencia.
"Voy a cambiar la dinámica... y voy a cambiar mi destino."
El avión atravesó las nubes. Leonard se recostó, cerró los ojos y sonrió. Por primera vez en años, se sentía libre.
"Adiós, familia fría. No los necesito."
El tiempo pasó rápido. El altavoz anunció la aproximación a Los Ángeles. Leonard abrió los ojos y miró por la ventana. La ciudad se extendía bajo él, vibrante y llena de posibilidades.
"Ya estoy aquí."
El avión aterrizó suavemente. Leonard respiró hondo, tomó su maleta y caminó hacia la salida. El aire cálido de California lo envolvió como una bienvenida.
"Pasadena... comienza mi aventura."
-----
"Por fin..." murmuró Leo al sentir cómo el avión se detenía en la pista de Los Ángeles.
El anuncio de la azafata confirmó lo que ya sabía: había llegado. Se levantó con calma, tomó su maleta y caminó por el pasillo estrecho hasta la salida. El aire cálido de California lo recibió apenas cruzó la puerta del avión.
"Adiós pasado... hola futuro." dijo en voz baja mientras avanzaba hacia la terminal.
El aeropuerto estaba lleno de movimiento: turistas con cámaras, ejecutivos apurados, familias cargando maletas. Leo caminó entre ellos con paso firme, como si supiera exactamente a dónde iba.
"Taxi." levantó la mano al salir al área de transporte.
Un conductor se acercó de inmediato. "¿Destino?"
"Caltech, Pasadena." respondió Leo, acomodándose en el asiento trasero.
El taxi arrancó. Por la ventana, Leo observaba la ciudad extenderse ante él: autopistas interminables, edificios modernos, palmeras que se mecían con el viento. Todo era nuevo, distinto, vibrante.
"Este lugar... será mi hogar." pensó, dejando que la emoción lo recorriera.
El trayecto fue largo, pero Leo lo aprovechó para ordenar sus ideas. Tenía claro que ese día marcaría un antes y un después. No solo era su primer día en Caltech, también era el inicio de una vida donde él tendría el control.
"Ya no soy el Leonard inseguro. Soy Leo, y voy a demostrarlo."
El taxi se detuvo frente a un edificio imponente. El logo de Caltech brillaba en la entrada, acompañado de estudiantes y profesores que iban y venían. Leo pagó al conductor, tomó su maleta y respiró hondo.
"Llegué."
Entró al edificio principal. La recepción estaba llena de actividad: investigadores conversando, asistentes cargando documentos, estudiantes buscando información. Una secretaria lo recibió con una sonrisa.
"¿Leonard Hofstadter?"
"Sí, pero prefiero que me llamen Leo." respondió con seguridad.
"Perfecto, los directivos lo esperan en la sala de conferencias."
"Gracias." Leo caminó por el pasillo, observando los murales con fórmulas y fotografías de científicos célebres. Cada detalle le recordaba que estaba en un lugar donde la excelencia era la norma.
Al llegar a la sala, tres directivos lo esperaban. Un hombre mayor con gafas, una mujer de porte elegante y un profesor de aspecto serio.
"Bienvenido, señor Hofstadter." dijo el hombre mayor.
"Por favor, díganme Leo." respondió, estrechando sus manos.
"Leo, entonces." añadió la mujer con una sonrisa. "Estamos aquí para hablar de su incorporación."
"Estoy listo." Leo se sentó frente a ellos, colocando su carpeta sobre la mesa.
"Su perfil académico es sólido." dijo el profesor serio. "Sus recomendaciones son excelentes. Queremos saber qué espera de este puesto."
"Espero aportar." Leo habló con firmeza. "Tengo experiencia en óptica cuántica y superconductividad. Sé que puedo contribuir a los proyectos en curso y abrir nuevas líneas de investigación."
Los directivos se miraron entre sí. La mujer asintió. "Nos gusta su seguridad. Pero también queremos saber cómo maneja la presión."
"Con claridad." Leo respondió. "Tengo la capacidad de organizar ideas, de mantener la calma y de trabajar en equipo. No me intimidan los retos."
El hombre mayor sonrió. "Eso es lo que necesitamos. Alguien que no solo tenga conocimiento, sino también carácter."
"Exactamente." Leo afirmó. "No vine aquí a ser un espectador. Vine a ser parte activa de la investigación."
El silencio llenó la sala por unos segundos. Finalmente, el profesor serio habló. "Muy bien. Lo aceptamos en el departamento de física experimental. Tendrá acceso a un laboratorio propio."
"Gracias." Leo sonrió. "No los defraudaré."
La reunión terminó con un apretón de manos. Leo salió del salón con el corazón latiendo fuerte. Había logrado lo que quería: un lugar en Caltech.
"Ahora... a mi laboratorio."
Un asistente lo condujo por los pasillos hasta un edificio más moderno. Al abrir la puerta, Leo se encontró con un espacio amplio: mesas llenas de equipos, pizarras cubiertas de fórmulas, estanterías con libros y aparatos de última generación.
"Este... es mi nuevo mundo." murmuró, recorriendo el lugar.
Se acercó a una mesa y pasó la mano sobre los instrumentos. Microscopios, generadores, detectores. Todo estaba listo para ser usado.
"Voy a construir aquí mi futuro."
Se detuvo frente a la pizarra. Tomó un marcador y escribió una sola palabra: Inicio.
"Este es el comienzo."
El silencio del laboratorio lo envolvía, pero Leo no lo sentía vacío. Era un espacio lleno de posibilidades, un lienzo en blanco donde podía dejar su huella.
-----
"¿Qué es esto?" Leo murmuró mientras hojeaba el tablón de anuncios en Caltech.
Entre papeles de conferencias, avisos de becas y cursos, un cartel llamó su atención: "Se busca compañero de departamento. Requisitos: orden, disciplina, respeto por las reglas. Contactar: Sheldon Cooper."
"Así que... aquí empieza." pensó, reconociendo el nombre.
Los recuerdos del canon eran claros. Sheldon Cooper, físico teórico brillante, excéntrico y obsesionado con las reglas. El anuncio era la puerta de entrada a la dinámica que definiría su vida en Pasadena.
"Voy a verlo."
Leo arrancó el papel y lo guardó en su maleta. Sabía que este encuentro sería decisivo. No sería el Leonard inseguro que aceptaba todo sin cuestionar. Sería alguien capaz de negociar, de imponerse, de cambiar la dinámica.
-----
"Buenas tardes, ¿Sheldon Cooper?" Leo habló al tocar la puerta del apartamento 4A.
La puerta se abrió lentamente. Un hombre alto, delgado, con mirada inquisitiva y camiseta con símbolos científicos lo observó con desconfianza.
"Sí, soy Sheldon. ¿Quién es usted?"
"Leonard Hofstadter pero dime Leo. Vi su anuncio sobre el compañero de departamento."
Sheldon lo miró de arriba abajo, evaluando cada detalle. "Hmm... interesante. Pase."
Leo entró al apartamento. El lugar estaba impecable, con muebles organizados milimétricamente, pizarras llenas de ecuaciones y una atmósfera que reflejaba obsesión por el orden.
"Este es mi santuario." dijo Sheldon con solemnidad. "Si quiere vivir aquí, debe seguir mis reglas."
"Entiendo." Leo sonrió. "Pero antes de hablar de reglas, quiero saber qué espera de un compañero."
Sheldon arqueó una ceja. "Orden, silencio, respeto por mis rutinas. Nada de tocar mis cosas. Nada de sentarse en mi lugar."
Leo asintió, pero no se intimidó. "Perfecto. Yo también tengo expectativas. Quiero un ambiente de respeto mutuo. No soy un invitado, soy un compañero."
Sheldon lo miró sorprendido. "La mayoría no discute conmigo."
"Yo no soy la mayoría." Leo respondió con calma.
-----
"Muy bien, entonces necesitamos un contrato." Sheldon sacó una carpeta. "El Roommate Agreement. Es un documento legal que establece todas las normas de convivencia."
Leo tomó el contrato y lo leyó con rapidez. Su memoria eidetica le permitió absorber cada cláusula en segundos.
"Interesante." murmuró. "Pero hay cosas que deben ajustarse."
Sheldon abrió los ojos con incredulidad. "¿Ajustarse? ¡Este acuerdo es perfecto!"
"No lo es." Leo señaló una cláusula. "Aquí dice que las noches de videojuegos son obligatorias los sábados. Yo quiero flexibilidad. Puede ser viernes o domingo."
Sheldon lo miró con asombro. "Nadie ha cuestionado eso antes."
"Pues yo sí." Leo sonrió. "Si vamos a convivir, ambos debemos estar cómodos."
El silencio llenó el apartamento. Sheldon lo observó con atención, como si intentara descifrarlo. Finalmente, asintió.
"Está bien. Haré una excepción."
"¿Esto... son sillas de jardín?" Leo murmuró al entrar al apartamento y ver la sala.
Sheldon levantó la barbilla con orgullo. "Sí, son prácticas, ligeras y fáciles de mover. No veo el problema."
"El problema es que no son cómodas." Leo se dejó caer en una de ellas, que crujió bajo su peso. "Sheldon, si vamos a vivir aquí, necesitamos un sofá de verdad."
Sheldon frunció el ceño. "Un sofá altera la simetría del espacio. Además, ocupa demasiado."
"Ocupa, sí... pero también nos da comodidad." Leo sonrió. "Podemos pedir uno que se ajuste al tamaño exacto de la sala. Incluso añadir un sillón extra para visitas."
Sheldon lo miró con incredulidad. "¿Visitas? Eso rompe la armonía."
"Rompe la armonía, pero mejora la convivencia." Leo respondió con calma. "¿De verdad quieres que cualquier colega, se siente en una silla de jardín?"
Sheldon abrió la boca para replicar, pero se quedó en silencio. Finalmente, suspiró. "Está bien... pero yo elijo el color."
"Trato hecho." Leo sonrió, sabiendo que había ganado la primera batalla.
"Ahora hablemos de visitas." Sheldon sacó su carpeta del Roommate Agreement.
"Perfecto." Leo se acomodó en una de las sillas. "Si conocemos a alguien en Caltech o en el edificio, debe poder venir. Obviamente, con aviso previo."
Sheldon frunció el ceño. "Las visitas generan ruido y desorden."
"Pero también generan vínculos." Leo respondió. "Tú puedes establecer horarios, yo puedo avisar con antelación. Así mantenemos el orden."
Sheldon pensó unos segundos. "Está bien... pero las visitas deben terminar antes de las 10 p.m."
"Perfecto." Leo anotó la regla. "Ahora, sobre chicas."
Sheldon abrió los ojos con incredulidad. "¿Chicas? Eso es un tema delicado."
"Lo sé." Leo sonrió. "Pero necesitamos reglas claras. Si alguno tiene una cita, debe respetar los espacios del otro. Nada de invadir habitaciones, nada de incomodar."
Sheldon lo miró con seriedad. "Acepto... pero con cláusula de silencio."
"Trato hecho." Leo respondió, conteniendo la risa.
"¿Qué haces en tu tiempo libre?" Leo preguntó mientras revisaban la estantería.
"Videojuegos, cómics, trenes eléctricos, y por supuesto... física teórica." Sheldon respondió con orgullo.
"Interesante." Leo asintió. "Yo también disfruto los videojuegos, pero además escribo. Estoy trabajando en novelas."
Sheldon lo miró sorprendido. "¿Novelas? Eso es un pasatiempo improductivo."
"No lo es." Leo sonrió. "Es una forma de explorar ideas y conectar con la gente. Además, me da ingresos extra."
Sheldon lo observó con curiosidad. "Hmm... ingresos extra. Eso sí es productivo."
"Exacto." Leo acomodó otro libro. "Y tú, con tus trenes eléctricos, ¿qué buscas?"
"Orden, precisión, belleza matemática." Sheldon respondió con solemnidad.
"Entonces no somos tan distintos." Leo concluyó.
"¿Qué proyectos tienes en Caltech?" Leo preguntó mientras revisaban la pizarra llena de ecuaciones.
"Estoy trabajando en la teoría de cuerdas." Sheldon respondió con entusiasmo. "Es la clave para unificar la física."
"Ambicioso." Leo asintió. "Yo estoy en óptica cuántica y superconductividad. Más experimental, pero igual de desafiante."
Sheldon lo miró con interés. "Hmm... experimental. Eso significa que puedes probar cosas que yo solo puedo imaginar."
"Exacto." Leo sonrió. "Podemos complementarnos. Tú en teoría, yo en práctica."
El silencio se llenó de posibilidades. Ambos sabían que esa combinación podía ser poderosa.
"Quizás... podamos colaborar." Sheldon murmuró.
"Eso espero." Leo respondió con firmeza.
"Este apartamento... empieza a sentirse diferente." Sheldon dijo mientras se sentaban en las sillas de jardín.
"Porque ahora somos un equipo." Leo respondió. "Y pronto tendremos un sofá que lo demuestre."
Sheldon lo miró con atención. "No suelo ceder en estas cosas."
"Lo sé." Leo sonrió. "Pero ya verás que con el tiempo, será lo mejor."
El silencio de la noche envolvió el apartamento. Las reglas estaban claras, los pasatiempos compartidos, las investigaciones en marcha.
"Este es el inicio de algo grande." pensó Leo, mientras Sheldon ajustaba sus ecuaciones en la pizarra.
"Perfecto." Leo firmó el contrato. "Ahora somos compañeros."
-----
"¿Qué hacemos ahora?" Leo preguntó, acomodándose en una de las solo dos sillas que tenia Sheldon
"Ordenar la comida." Sheldon respondió. "Es martes, así que toca comida tailandesa. Siempre pedimos lo mismo: sopa wonton, satay de pollo y arroz integral."
Leo sonrió. "Claro... el canon comienza."
El timbre sonó. Era la primera entrega de comida compartida. Sheldon pagó con precisión matemática, y ambos se sentaron frente al televisor.
"Este es mi lugar." Sheldon señaló con firmeza.
"Lo sé." Leo se acomodó en otro asiento, sin discutir.
La noche transcurrió entre ecuaciones en la pizarra, comentarios sobre física y la primera convivencia. Sheldon hablaba sin parar de teorías, mientras Leo escuchaba con paciencia, interviniendo con observaciones inteligentes.
"Hmm... usted sabe más de lo que esperaba." Sheldon lo miró con curiosidad.
"Porque estoy preparado." Leo respondió.
-------
Al terminar la cena, Sheldon se levantó. "Creo que funcionará. Usted no es como los demás. Tiene carácter, pero también disciplina."
"Exacto." Leo sonrió. "Y eso hará que esta convivencia sea única."
Sheldon lo observó en silencio. "Bienvenido al 4A."
Leo miró alrededor del apartamento. Sabía que ese lugar sería el escenario de innumerables sucesos: discusiones, risas, amistades, amores. El canon estaba en marcha, pero él tenía la oportunidad de cambiarlo.
-----
POV Sheldon
"Interesante... un nuevo candidato a compañero de cuarto. Leonard Hofstadter, aunque insiste en que lo llame 'Leo'. Qué innecesario. Cambiar el nombre es como alterar una constante matemática: confuso y poco elegante. Pero supongo que si la comunidad científica tolera llamar 'bosón de Higgs' a una partícula que Higgs no descubrió, yo puedo tolerar 'Leo'."
"Lo primero que noté: no se intimidó con mi presencia. Eso es raro. La mayoría de los aspirantes se incomodan cuando les explico la importancia de mi lugar en el sofá o la necesidad de seguir el Roommate Agreement. Él, en cambio, me miró como si estuviera evaluando mis palabras... ¡evaluándome a mí! Eso es inusual. Yo soy el evaluador, no el evaluado."
"Cuando mencionó comprar un sofá nuevo, mi primera reacción fue rechazo absoluto. Las sillas de jardín son prácticas, ligeras y fáciles de mover. ¿Qué más se necesita? Pero luego me hizo pensar en la posibilidad de recibir futuros colegas de investigación. Imaginé la escena: un físico visitante, sentado incómodo en una silla de plástico mientras discutimos teoría de cuerdas. Socialmente y académicamente inaceptable. Así que, contra mi instinto, acepté el sofá... con la condición de elegir el color. Obviamente, debe ser neutro, nada que rompa la armonía cromática del apartamento."
"Lo más desconcertante fue su actitud frente al Roommate Agreement. Nadie lo cuestiona. Es un documento perfecto, diseñado con precisión matemática y legal. Pero Leo lo leyó en segundos —lo cual ya es sospechoso, ¿quién lee tan rápido?— y señaló una cláusula sobre las noches de videojuegos. Dijo que quería flexibilidad. Flexibilidad... en mis reglas. Normalmente, eso sería motivo de expulsión inmediata. Pero lo dijo con tanta seguridad que me encontré considerando su propuesta. Y lo peor: tenía sentido. ¿Qué me está pasando?"
"En cuanto a sus pasatiempos, me sorprendió. Videojuegos, bien. Eso lo apruebo. Pero escribir novelas... ¿novelas? Eso es improductivo. La literatura rara vez contribuye al avance científico. Sin embargo, cuando mencionó que le generaba ingresos extra, mi cerebro hizo un cálculo rápido: ingresos adicionales = más estabilidad financiera = menos riesgo de que no pueda pagar la renta. De repente, las novelas se volvieron aceptables. Curioso cómo el dinero puede alterar la percepción de la utilidad."
"Su campo de investigación también es intrigante. Óptica cuántica y superconductividad. Experimental. Yo, por supuesto, soy teórico. La teoría es la cúspide del conocimiento, la experimentación es solo la validación de mis ideas. Pero admito que tener a alguien que pueda probar lo que yo pienso... podría ser útil. Podría acelerar mi camino al Nobel. Sí, eso es. Leo podría ser mi herramienta para alcanzar la gloria académica. Claro, él cree que somos 'complementarios'. Yo prefiero pensar que él es complementario a mí, no al revés."
"En resumen: Leo es distinto. No se intimida, cuestiona mis reglas, propone cambios y, lo más alarmante, logra que yo los acepte. Esto es peligroso. Podría alterar mi rutina, mi orden, mi universo. Pero también... podría ser interesante. Y aunque me cuesta admitirlo, creo que este nuevo compañero de cuarto no será un desastre. Podría ser... funcional. Incluso, en el peor de los casos, tolerable."
"Bienvenido, Leo. Aunque no lo sepas, acabas de entrar en el ecosistema Sheldon Cooper. Y aquí, las reglas las pongo yo... o al menos, eso espero."
